El Vendedor de Silencio y la invención del chayo
El chayo, el apoyo, el toca sobre, el pago por publicidad a través de los reporteros y columnistas, porque en realidad eso es. Dicen surgió en el sexenio de Díaz Ordaz, cuando su jefe de prensa daba las dadivas ocultas en hojas de chayote y también fue la época en que el periodista Carlos Denegri hizo de esta acción su modus vivendi.
En la novela histórica El Vendedor de Silencio, del escritor mexicano Enrique Serna nos cuenta la vida Carlos Denegri, uno de los periodistas más importantes y populares de nuestro país, así como sus hazañas como corresponsal en otras naciones, pero también su lado oscuro: un ser misógino, pendenciero y alcohólico, que abusaba del poder y muchas veces se colocó por encima de la ley.
En este texto recreado con base en artículos, libros, documentos históricos y secretos a voces, Serna nos adentra a la relación que existe entre la prensa y la política, recordemos que todo los que vemos en medios de comunicación es porque alguien quiere que así sea, pero a diferencia de muchos, Denegri cobraba más por lo que no decía que por echar flores.
Es así como a través de un fichero político con información y secretos de todos los actores de la polaca del momento, el protagonista conseguía favores, riquezas e imposiciones; convirtiéndose en líder de opinión y en la voz oficial del poder político en turno, porque si algo era seguro es que el no lastimaba la reputación de nadie sin darle la oportunidad de negociar: “No pedía mucho, carajo, solo que lo dejarán prostituirse a su modo”.
Por otra parte, tenemos al periodista más importante del Excelsior que se codeaba con las figuras más relevantes de nuestro país: políticos, actores y músicos. Esta otra faceta de Denegri es la del conquistador porque tuvo a quien quiso, ya sea impresionándolas, cobrando favores y arrebatándolas como era común a través del poder.
Lamentablemente, todas sus relaciones fueron fallidas por sus celos, alcoholismo y la violencia que ejercía contra las mujeres de su vida, excepto hacía su madre, quien en palabras de Serna es la culpable del odio al sexo opuesto por irse con una persona que al final él terminó siendo. No quería ser un perdedor como su papá, quería ser un conquistador abusivo y gandaya, que se salía con la suya por encima de las reglas tal y como fue su padrastro.
Si tienen oportunidad de leer esta novela, les sugiero que no indaguen previamente la biografía de Carlos Denegri, porque el final de su historia parece el castigo redentor de una película. Ahora, no olvidemos que como dice el autor: “Por caminos divergentes, la historia y la novela histórica se complementan en la tarea de mostrar los diferentes ángulos de una verdad poliédrica”.