La IA no crea, recaba datos y el arte transmite emociones
La Inteligencia Artificial (IA) se está aplicando en un amplio número de campos favoreciendo ciertas tareas y facilitando el trabajo del personal. Del mismo modo, contribuye a generar proyectos en áreas que muchos desconocen, debido a que solo hace falta dar instrucciones claras y precisas para que nos arroje los resultados que esperamos, pero nunca debemos olvidar que no son de nuestra autoría.
Aunque los avances en la IA en temas médicos o científicos han sido impresionantes, por mencionar algunos; también lo ha sido en las tendencias en redes sociales. Por ejemplo, cuando se volvió trend el generar imágenes estilo Pixar o Estudio Ghibi. Esto llevó a muchos a preguntarse si esta herramienta podría suplantar a los artistas e ilustradores.
En ese contexto, les puedo afirmar que si hablamos de arte la IA no tiene la más mínima oportunidad con los verdaderos creadores. Todo lo que pueda generarse a través de esta herramienta, en realidad es la suma de patrones de lo encontrado en la web sobre grandes artistas, por lo que sus obras carecerían de emoción y originalidad.
Ya lo dijo la poetisa mexicana Reneé Acosta, en Ensayos Literarios y Filosóficos sobre la IA y Poiésis: “Si los seres humanos después de muchos talleres y sesiones en cursos de lectura no llegan a distinguir las delicadas fronteras de la intención en el lenguaje, el poder de lo no dicho, el arte de escribir entre líneas ¿ustedes creen que una IA va a poder distinguirlo? No sólo eso, hay elementos en el arte de narrar o poetizar que no pertenecen a los manuales de las técnicas literarias y la retórica”.
¿Pero qué pasa cuándo creemos que lo generado con la IA es original? Sucede que caemos en la frivolidad. Tal es el caso de El Museo de la Niñez de Chiapas, que lanzó un proyecto creado por el cineasta Miguel Flatown, con el fin de fortalecer la identidad cultural del estado a través de contenidos audiovisuales.
Lo anterior está bien, pero cómo pueden adjudicarse una creación de la IA carente de la identidad que buscan promover. Afirmo esto porque el personaje generado para esta campaña seguramente se diseñó así: Genera una imagen estilo Disney Pixar, particularmente de la película Coco, con un niño de tez morena que se llamará Cocolín.
¡Voilà! Tenemos a Cocolín, el personaje principal de una campaña de la que el Museo de la Niñez o el cineasta se creen creadores, pero olvidan que la IA funciona como cuando el jefe te pide un discurso o un trabajo que el va a firmar. ¿En realidad es de su autoría?
Sirva este ejemplo para aseverar que la IA nunca podrá hacer arte o sustituir a los artistas, en el ejemplo mencionado, los verdaderos creadores son los diseñadores de Disney Pixar, por ello, al dar las instrucciones señalamos cómo queremos lo que sea que pidamos. La IA no crea, recaba datos y el arte transmite emociones.