La flor de mayo que aún respira

Símbolo zoque, Joyyo Mayu guarda el último rastro natural del oriente tuxtleco, mientras la ciudad avanza sin mirar su deuda con la tierra

Noé Juan Farrera Garzón / AquíNoticias Staff

Antes de que el asfalto dominara Tuxtla Gutiérrez, al oriente de la ciudad se extendían tierras fértiles regadas por manantiales azules que alimentaban el río Sabinal. Este oasis, conocido hoy como Parque Joyyo Mayu, fue originalmente parte del rancho de la familia Mota, un refugio de humedales y fauna silvestre donde solo se escuchaba el trino de las aves.

En 1982, el gobierno de Juan Sabines Gutiérrez transformó este paisaje rural en patrimonio público. La adquisición del terreno marcó un hito en la planeación urbana de la capital chiapaneca, priorizando la conservación sobre el desarrollo inmobiliario. El parque se convirtió así en un archivo vivo de la biodiversidad perdida.

Su nombre zoque -«Flor de Mayo»- rinde tributo a los primeros habitantes del valle. Actualmente alberga 140 especies de aves, incluyendo migratorias como el zumbador canelo y el chipes cachete amarillo, según registros de la Secretaría de Medio Ambiente. Este corredor biológico urbano sigue siendo crucial para la conectividad ecológica regional.

Aunque el Sabinal ya no corre cristalino y la mancha urbana avanza, Joyyo Mayu persiste como testigo silencioso. Sus 12 hectáreas conservan árboles nativos como caobas y ceibas que superan los 30 años de edad, además de ser el último refugio local para anfibios como la rana de árbol de ojos rojos.

Biólogos de la UNACH documentan que el parque funciona como «isla de biodiversidad», atrayendo incluso especies en peligro como el loro cabeza amarilla. Sin embargo, advierten sobre amenazas como especies invasoras y contaminación por residuos sólidos.

Cuatro generaciones de tuxtlecos han crecido entre sus senderos. Para muchos, sigue siendo el lugar donde se enseña a los niños que hubo un tiempo en que el agua era transparente y los animales vivían libres entre la ciudad. Joyyo Mayu no es solo un parque: es la promesa incumplida de un desarrollo urbano en armonía con la naturaleza.

Con información de Primer Plano Magazine

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *