En este mes en la ciudad se pueden observar cómo florean los árboles de matilisguate y sospó, y cómo empiezan los de Primavera
Texto y Fotos: Sandra de los Santos / Aquínoticias
La flor de sospó es alegría de un mes, pero vale la pena. Espera el tiempo de sequía para aparecer. No le gusta el agua. Florece cuando el suelo está seco. El árbol se queda primero sin hojas, llega a estar tan, pero tan pelón que da la impresión que solo es un tronco con ramas; pero no hay que desesperarse porque en febrero empieza a salir la flor, y entonces las ramas se coronan con esa lindura color rosa mexicano.
En otros lugares tiene otro nombre, pero acá en Tuxtla Gutiérrez el lugar donde más crece en Chiapas, se le conoce como flor de sospó. Tiene dos variedades. La más común es la rosada y tiene una más que es blanca.
Hay una leyenda zoque que dice que la flor guía al sol para que aparezca cada mañana, y le da fuerza a los guerreros que nacieron de una mujer que murió en el parto. Los zoques tienen diferentes rituales que están relacionados con rendirles honor a las mujeres que fallecieron durante el parto como la danza de «Napapok Etzé», que también se ejecuta en febrero.
En este mes, cuando se ve Tuxtla a lo lejos, se pueden observar manchas moradas de los árboles de matilisguate, amarillas de las primaveras que quedan floreando y rosa mexicano del sospó. Es el mes más corto del año, en donde empieza la temporada de sequía, pero también el que más flores ofrece para reconciliarse con esta ciudad.
Antes se encontraban árboles de sospó por donde sea, pero ahora son menos comunes a pesar de que crecen con facilidad. No necesitan gran cuidado porque esa belleza sale en la adversidad, cuando no hay agua. Pero, solo es flor de un mes. Nos recuerda lo que decía Nezahualcóyotl «nada es para siempre en esta tierra. Solo un poco aquí».