El libro de la periodista Lydiette Carrión «La fosa del agua», publicado por Debate en el 2018, habla de las desapariciones y feminicidios de adolescentes en el Estado de México
Sandra de los Santos / Aquínoticias
La primera vez que escuché la palabra «desaparecida» fue cuando era niña. Mi abuela paterna trataba de «consolar» a una conocida que se le había muerto su sobrina de cáncer y ella le decía «pero, la vieron morir y ustedes estuvieron con ella. Tienen un lugar a dónde irle a dejar flores, saben que está ahí, no es que haya desaparecido y nunca hayan vuelto a saber de ella. Eso sí es insoportable». No tenía ni 10 años de edad cuando escuché esto y me quedó claro que eso era algo que no se podría sobrellevar.
No sé por qué mi abuela tenía tan claro el referente, nunca supe de que algún familiar haya desaparecido, y en aquel entonces, unos 30 años atrás, las desapariciones no eran «comunes» como lamentablemente lo son ahora.
El libro de la periodista Lydiette Carrión «La fosa del agua», publicado por Debate en el 2018, habla, precisamente, de esto tan insoportable y que difícilmente se puede sobrellevar como decía mi abuela: la desaparición de niñas y adolescentes.
«La fosa del agua» es un reportaje publicado por la periodista en el que reúne el caso de unas diez adolescentes de Ecatepec y Los Reyes de Tecámac, en el Estado de México que desaparecieron y fueron víctimas de feminicidio.
En un país donde en el 2020 se dieron 3 mil 723 muertes violentas en contra de mujeres y en que los feminicidios son cosa de todos los días, se corre el riesgo de que los casos se conviertan solo en cifras, en que la historia de una se confunda con la de otra, que los expedientes no solo se pierdan en los juzgados y las oficinas de los ministerios públicos, sino también en la memoria colectiva. Que los nombres se desdibujen y sus historias también.
Lydiette Carrión se detiene para contarnos de manera pormenorizada (lo que lo hace doloroso) el caso de estas adolescentes, que son recordadas por sus familiares. En la mayoría de los casos quienes se dedicaron a buscarlas fue su madre. Ellas son la principal fuente de información de la periodista.
La denominación de un «libro difícil» o «lectura pesada» le viene bien a este texto y no porque esté escrito en un lenguaje inteligible o una extensión kilómetrica, al contrario, todo el estilo es periodístico y habla de algo que nos resuena. Lo que hace volver el estómago, detenerse a cada rato en la lectura, quererse tomar una aspira es todo el sufrimiento retratado y la ignominia en cada caso.
La fosa del agua es un libro tan doloroso como necesario. Ayuda a generar empatía, a entender que las desapariciones y feminicidios también pasan por una cuestión de desigualdad social. Desde que salió el texto quería leerlo, hasta hace poco tuve el valor.