María Ruth Velasco Calvo, parte de una dinastía de guardas de uno de los patronos de Chiapa de Corzo, narra qué significa tener la mayordomía y explica cómo eran y cómo se han adaptado las festividades en la Fiesta Grande a la nueva realidad
Lucero Natarén / Aquínoticias
María Ruth Velasco Calvo, licenciada en Derecho, es parte de una dinastía de custodios de la imagen de San Antonio Abad «El Consagrado», uno de los patronos de Chiapa de Corzo y festejado durante la llamada Fiesta Grande. Durante 65 años ininterrumpidos, la casa de esta familia ha servido de ermita para el santo, donde se han hecho actividades propias de las fechas; este 2021 las cosas han cambiado, producto de la pandemia.
Apenas hace tres años, María fue elegida para continuar con esta tradición. La guardiana explicó que el cuidado y adoración del santo es una herencia materna. Sus abuelos recibieron la responsabilidad de manos de uno de sus vecinos, quien, probablemente por la edad, ya no podían cuidar de San Antonio. Ella mencionó que su madre tenía 10 años de edad cuando fue recibida la imagen en su hogar. Actualmente la mamá de la custodia tiene 75 años de edad, por lo que calculan que por lo menos 65 años San Antonio ha estado al resguardo de su familia.
María Ruth relata con nostalgia los días en que adorar a San Antonio Abad junto a la comunidad de devotos era posible. «Desde el 6 hasta el 18 de enero de cada año mi casa que sirve de ermita, se llenaba de fiesta y devoción. Durante 11 días, de entre 6 y 8 de la noche, se podía escuchar a las nocheras dedicar rezos a San Antonio».
Antes de cada rezo, cuenta, se realizaban actividades culturales intercaladas, un día se quebraban piñatas traídas por niños y niñas y otro, familias y amigos traían flores como muestra de respeto al santo.
«Cada 8 de enero, el recinto se convertía en casa del pueblo, al concluir el rezo, niñas, niños, adolescentes, señoras y señores aguardaban para presenciar la llegada de las Chuntá, esta algarabía se prolongaba hasta las 3 de la mañana. Esa fecha era inicio del andar de las Chuntá por el resto de la festividad».
Para el día 14 de enero, refiere, se tenía como evento principal la llamada enrama o somé, -como se conoce en Tuxtla-. «Es cuando la gente trae sus ofrendas; a partir de las 11 u 11:30 am comienza a sonar el pito y el tambor. Una persona se encarga de hacer la enrama, junto a voluntarios, quienes son premiados con café y tamales al concluir su trabajo. En la noche de ese día, se hace el tradicional anuncio, donde se invita a una Chuntá a ser acompañante de la fiesta, siendo la señora Esther Noriega, la que por muchos años ha sido elegida».
María añade que para los que aguardan se les tenía listo un «preparado» (tequila con refresco de toronja), el cual podía ser de entre 105 y 125 litros. «Al salir del anuncio, como a las 9 o 9:30 de la noche, se recorrían las ermitas, anunciando el comienzo oficial de la festividad».
El 15 enero, sigue narrando, es el primer día de los parachicos, la primera pasada de bandera, donde se nombra a una madrina, quien esperaba a los parachicos en la iglesia y que se encargaba de acompañarlos a dejar las banderas de nuevo a la ermita de San Antonio. «A la madrina se le otorgan unas pequeñas réplicas de San Antonio y con ellas llegan a la ermita, donde se les regala comida».
«El día 16 ocurre la velación de San Antonio Abad, donde hay rezos, flores y piñatas toda la mañana. En la tarde, personas asignadas llegan para preparar la pepita con tasajo, preparación que se lleva toda la noche, para ser vendida desde las 5:30 de la mañana hasta las 10 de la noche del 17 de enero».
Tras todo lo anterior, continúa su descripción María, llega el mero día de San Antonio, el 17 de enero. Desde las 6:00 de la mañana comenzaba a sonar el mariachi, a las 6:30 am, sonaban las mañanitas con marimba y para las 9:00 se estaba bajando la imagen para iniciar la misa de las 10:00 de la mañana en la iglesia, posteriormente, al terminar el culto, los parachicos con sus banderas se encargan de llevar a San Antonio a casa. A las 3:00 de la tarde, quienes llegaban a visitar al patrono, eran recibidos con pepita con tasajo, esta vez es gratis para los visitantes.
Un detalle que destaca María es que la música en vivo no deja de estar presente desde el 14 al 18 de enero, esta última fecha, es cuando se preparan tamales de anís y café. Ese día se realiza una misa para los «patrones» o líderes de los parachicos que ya han fallecido. «Los parachicos trasladaban nuevamente las banderas de la iglesia a la casa de San Antonio y con ello concluyen las actividades».
Volviendo a la actualidad, la maestra afirma que las fechas no han cambiado, aunque la forma de adoración, sí. «Las actividades comenzaron el 6 de enero y se prologarán hasta el 18, esta ocasión, determinándose en junta con otros guardianes y con los patrones de los parachicos, que las celebraciones eclesiásticas sí se realizarían, pero con medidas de sanidad y con un máximo de 15 personas, contando a rezadoras y ayudantes.
«Independientemente de mi familia, soy responsable de cada una de las personas que entran en esta casa, por lo tanto, se determinó no realizarse actividades masivas».
Con respecto a las Chuntá, -siendo parte fundamental de la feria-, se llegó al acuerdo que no tendrían acceso a la ermita. «Es increíble que desde el 8 de enero han salido Chuntás motorizadas. Ellas tienen derecho a pasar frente a la ermita, a echar vivas, cuetes, pero lo que no se está permitiendo es el acceso».
«El 15 de enero no se llevará a cabo el traslado de las banderas. El día 17 de enero que es el día que corresponde a la misa a San Antonio Abad, sí se realizará en la ermita, pero controlando el acceso de personas, igualmente 15 personas, el sacerdote, el sacristán, los padrinos o personas que le corresponde la misa y nada más. La misa del 18 de enero correspondiente a los patrones fallecidos y el traslado de las banderas, aún no se confirma si se realizará, pero lo más probable, de hacerse, también tendrá cupo limitado».
A decir de la venta de pepita con tasajo, que sucede en la madrugada del 17 de enero, sí se llevará a cabo, pero con medidas sanitarias, de 5 a 10 de la mañana y sólo por encargo.
Por otro lado, expone cómo es la responsabilidad de ser custodio de uno de los patronos de Chiapa de Corzo. «Además de atender a todo aquel que visita a San Antonio, también se debe tener fe, misma que debe poder trasmitirla a cada uno de los fieles, así mismo, abonar a que la tradición permanezca, incluso con pandemia».
La licenciada considera que los atributos necesarios para ser un buen custodio se van adquiriendo con la edad. «Afortunadamente, quienes te heredan no te dejan solo o sola, sino que te orientan en cada etapa para ir formándote como un buen mayordomo de la imagen».
En lo que respecta al paso de la batuta parece estar garantizado, pues, indica, tiene dos hijos, quienes mantienen un gusto por la festividad, por lo que es probable se compartan la mayordomía del santo.
La guardiana de San Antonio Abad manda un mensaje a los fieles: «Si se es devoto, basta con la adoración desde casa, saliendo lo menos posible. Si nos amamos a nosotros mismos y a la humanidad, es lo mejor que debemos hacer».
La maestra reveló que los costos de las festividades pueden llegar hasta los 100 mil pesos, parte de los cuales vienen de la venta de comida y bebidas, pero la mayor parte de los gastos es cubierta por los custodios, además, son estos quienes se encargan de ofrecer un rezo a San Antonio cada 17 de cada mes; si el mero día cae en fin de semana, pueden llegar a servirse hasta más de 900 platillos y por supuesto, la mayordomía de los patronos no es exclusivo de mujeres.