Astrid Breiter Guillen logra plasmar en sus obras la desnudez del alma, sin olvidar que el humano también es erotismo
Lucero Natarén, Marco Aquino /Aquínoticias
Astrid Breiter Guillen es una ilustradora, inspirada en el erotismo femenino, pero sobre todo en las vivencias e historias propias y de otras personas. Es una orgullosa chiapaneca que no tiene reparo en demostrarlo en una forma de expresión artística que, además de polémica, genera admiración.
Su formación como artista ocurrió en las aulas de Artes Visuales de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), misma que ha desarrollado y perfeccionado desde hace una década, sin embargo, su amor al arte inició desde su juventud primera: gustaba de dibujar y hacer sus propias creaciones de personajes.
«Siempre me gustó eso. En casa tenía historietas y me veía (a futuro) haciendo eso, dibujando y pintando. Desde que inicié la carrera sabía que quería vivir haciendo esto».
Aunque es una artista versátil, puesto que puede realizar ilustración para jóvenes, niñas y niños (cosas relacionadas con comics, anime y peluches), su base artística es la ilustración erótica, misma que es plasmada en tinta, acuarelas y gouache e inspirada en las anécdotas y la sociedad.
«Mi fuente de inspiración es todo lo que vivo, hago y veo. Esto nace desde que veo las cosas y me alegran. Me imagino las cosas y las diseño. Mi familia es el apoyo que tengo para levantarme y seguir haciéndolo».
La artista plástica explica que en su arte las mujeres casi siempre están desnudas, pero sólo es una metáfora para representar la desnudez del alma.
«Todo eso lo enfoco a la hora de pintar para que realmente se note y se agregue lo que mis clientas están pensando y las personas quienes lo verán, lo entiendan. Que no solo es un cuerpo desnudo, sino que tiene un contexto».
Sus pinturas describen anécdotas, preocupaciones, el amor dirigido a una mujer y todo lo que conlleva, en otras ocasiones, las relaciones amorosas, sus causas y consecuencias.
Una de las obras más fuertes y que más polémica ha causado tiene que ver con las depravaciones y trastornos de la violencia sexual. «Yo retraté al asesino serial John Wayne Gacy, el payaso asesino. En ese entonces estaba estudiando sobre los trastornos violentos, todo tiene sangre, muy gore, aunque le di un toque diferente».
Hablando de sus creaciones, revela que sus clientes envían sus fotos y dependiendo de qué quieren reflejar las personas, de eso irá la pintura. «La última que hice fue el de una chica que ella quería verse de la manera en la que se ve ahora. Se siente bien, empoderada, hermosa y sexi, una mujer completa».
Si bien su arte busca la claridad, hay quienes no comprenden del todo su arte. Por ejemplo, refiere que es muy común vestir a sus personajes de trajes típicos de Chiapas, pero hay quienes han tomado a estas pinturas como una afrenta a su religión, a lo que consideran sagrado.
«No entendieron que era la representación por lo que somos de aquí, de Chiapas. Soy chiapaneca para el mundo. Tenía que representar cosas que son de acá. Al ser una de las primeras ilustradoras usando trajes chiapanecos, a la gente no le gustó ese sentido, aparte que las diseñaba en playeras, porque ese era mi proyecto».
Su arte erótico también le ha hecho enfrentarse con mentes obtusas: «Mientras uno critica, cuatro defienden lo que hago. Vamos avanzando en la mentalidad. Se han quitado la idea de que hacemos pornografía, ese ha sido uno de mis retos principales. Como mujer, siendo mujer, nos tachan de que somos enfermas mentales».
Relata que en una ocasión fue al Jobo, ahí un señor le dijo que era una «enferma mental». Un gestor conocido, tras escuchar el dicho, en lugar de defenderla, estuvo de acuerdo con el comentario ofensivo, incluso agregó que el trabajo de Astrid era una «porquería». «No solo como mujer, sino como colegas nos han ofendido y criticado, pero eso me ha permitido forjar mi carácter y querer superarme más».
Astrid ha tenido que enfrentar denuncias, habladurías, quejas por radio y demás, sin embargo, esas situaciones en vez de detenerla, apoyada por amigos y conocidos, la han impulsado a perfeccionar su técnica y a ascender en su carrera. Poco a poco la crítica se ha ido apaciguando.
Actualmente, uno de los más grandes muros, como para muchos otros artistas chiapanecos y chiapanecas, ha sido la pandemia.
«En lo particular esta situación me «shockeó» porque a mí me gusta estar saliendo y viajar, además de que me gusta la interacción humana, era algo que me hacía avanzar en mi personalidad. Como parte de trabajo me afectó en cierta forma porque había iniciado a impartir unos talleres presenciales, aprendo de los alumnos y económicamente ayudaba a la casa. Podría decir que estoy en un 50/50, pues las redes sociales me han permitido promocionar mi trabajo. Me afecta en parte y a la vez no».
Pese a todo, la artista no se detiene. Su último proyecto, revela, es una serie de personas desnudas, además tiene la intención de reactivar su tienda de peluches de Astrid y de la línea Ágata, y, por supuesto, tiene el propósito de retomar sus viajes (de inspiración) al tiempo de disfrutar de su familia.
Con respecto a los hechos de actualidad, la ilustradora opina: «Ahorita están las cosas muy fuertes como lo de tirar bardas y pintar, es una forma de expresión humana, es como una denuncia, una llamada de atención a los gobiernos y a la sociedad, es válido según su contexto y justificación».
Para conocer más de su trabajo, se le puede encontrar como Astrid Breiter en Instagram y Facebook.
4 comentarios
Artista que no respeta el arte escrito de otros autores, roba y lucra con novelas coreanas.
Esta mujer está vendiendo ilegalmente novelas coreanas, ¿es cierto? Una persona que infringe los derechos de autor de otros artistas no merece ser llamada artista.
Ladrona falta de talento, plagiadora serial, usurpadora de obras. Solo espera la denuncia RIDIBOOKS.
No pintó. Probablemente también lo robó. Es una famosa ladrona.