La inequidad educativa al sur de Mexico

La pobreza que azota esta entidad es de tal magnitud que más de un cuarto de la población tiene carencias alimentarias (27.5 por ciento) y más de la mitad carencias en su vivienda (57.4 por ciento)

Portavoz Staff

[dropcap]E[/dropcap]sta semana concluyó la fase de regreso a clases en la entidad chiapaneca, luego que el terremoto del 7 de septiembre afectara —según el censo oficial— mil 606 instituciones en su territorio; de esas, 86 con daños graves. No obstante, debajo de la polvareda generada por el movimiento telúrico ya se encontraba un sector educativo precario e inequitativo, muy distante de las condiciones en la capital del país; la brecha es tal que pareciera que pertenecen a estados de diferentes naciones.
De acuerdo con el docente y maestro en Pedagogía, Rogelio Javier Alonso Ruiz, el contexto socioeconómico que rodea a las escuelas capitalinas y chiapanecas es radicalmente opuesto, con disparidades pronunciadas por la marginación, la pobreza, el analfabetismo y las deficiencias infraestructurales en el estado del Sur.
En su artículo «Al perro más flaco se le cargan las pulgas: la inequidad del sistema educativo», recién publicado, acusa: «Si nuestro sistema educativo comulgara con la equidad, se deberían observar esfuerzos adicionales en el estado del sur para alcanzar niveles de bienestar como los de la capital del país, es decir, se debería dar más a los que más necesitan. Desafortunadamente, la realidad y los números en el ámbito educativo demuestran lo contrario».
De acuerdo con su estudio, la pobreza que azota esta entidad es de tal magnitud que más de un cuarto de la población tiene carencias alimentarias (27.5 por ciento) y más de la mitad carencias en su vivienda (57.4 por ciento). Esto se traduce en que el 81.4 por ciento de los estudiantes chiapanecos de primaria y secundaria tengan un nivel alto o muy alto de marginación.
Asienta también que el 14.8 por ciento de la población de Chiapas es analfabeta, mientras que en la capital del país el analfabetismo es prácticamente un fenómeno erradicado (1.5 por ciento). Además, el índice de permanencia en la escuela es mucho más alto en la Ciudad de México, que en este lado de la comarca, sobre todo en la población adolescente.
La cifra de los que permanecen insertados en el sector educativo, niveles medio y superior, en la capital del país quintuplican a la de chiapanecos en las mismas condiciones.
«Esto pudiera tener una explicación evidente: a medida que crecen, los alumnos de contextos desfavorecidos van convirtiéndose en una fuente de ingreso para sus hogares. Lo anterior se confirma al observar que casi dos de cada tres alumnos chiapanecos (60.2 por ciento) de sexto grado de primaria trabajan, mientras que sólo una cuarta parte (27.2 por ciento) de los capitalinos lo hacen», explica el investigador.
Aquellos que trabajan y estudian afrontan dificultades para la adquisición de aprendizaje como cansancio, falta de tiempo y ausentismo —añadió Alonso Ruiz— que al final llevan al mismo camino: la deserción escolar y por ende, la disminución de la escolaridad de la población. «Mientras el 92.8 por ciento de los capitalinos de 20 a 24 años ha cursado la educación básica completa, sólo dos de cada tres chiapanecos (67.3 por ciento) lo ha hecho», comparó.

Infraestructura y conectividad

En el artículo difundido en un portal de noticias nacional, el experto también enfatiza que a estos problemas se suman las precarias condiciones de la infraestructura educativa y del acceso a servicios básicos como internet.
En cuanto a condiciones materiales, en el estado del sur sólo el 6 por ciento de los centros escolares admite no tener carencias. En cambio, sólo una de cada cuatro escuelas tiene computadoras (25.7 por ciento) y casi uno de cada 10 (8.9 por ciento) cuenta con conectividad a internet; además, una de cada cinco instituciones educativas (19.4 por ciento) tiene paredes precarias. En contraste, en la capital del país el 70.9 por ciento de las escuelas no reporta alguna carencia en cuanto a infraestructura.
En cuanto a personal docente, el especialista concluyó que el 25 por ciento de los alumnos chiapanecos de primaria asisten a escuelas «multigrado» —donde el docente imparte clases a más de un grado escolar—, mientras que en la Ciudad de México la proporción es 10 veces menor (2.5 por ciento).
No hay suficientes profesores asignados a grados específicos; «la falta de personal hace que la inequidad se extienda incluso a los alumnos con alguna discapacidad».
«En la Ciudad de México, un estudiante discapacitado tiene mayores posibilidades de recibir un servicio educativo acorde a sus necesidades, pues tres de cada cuatro escuelas (74.5 por ciento) de preescolar a secundaria cuenta con USAER (Unidad de Servicio de Apoyo a la Educación Regular), mientras que en Chiapas sólo una de cada cuatro (27.1 por ciento)», reveló su análisis.

Apreciaciones

El maestro Alonso Ruiz consideró que pareciera que el sistema educativo mexicano se esforzara «por hacer realidad un sabio refrán popular: «al perro más flaco se le cargan las pulgas»».
Resaltó que muestra de ello son los casos de Ciudad de México y Chiapas que retratan muy bien la inequidad del sistema, es decir, «dar las mejores escuelas y los mejores servicios a quienes se encuentran en condiciones más favorables, mientras se brindan las peores escuelas y los servicios más deficientes a quienes más requieren superarse a través de la educación».
«No obstante que los chiapanecos tienen un contexto significativamente más desfavorable antes de pisar una escuela, el sistema educativo mexicano hace que su experiencia educativa sea aún más complicada. Como si sufrir de pobreza, hambre y contextos culturales adversos fuera poca cosa, las autoridades parecen ver con indiferencia (o impotencia, en el mejor de los casos) el hecho de que las escuelas de los alumnos chiapanecos tengan deficiencias tan severas», concluyó.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *