En la Mira / Hector Estrada

Osorio Chong debió irse hace mucho tiempo

Por si aún cabían algunas dudas en el tintero, los sangrientos hechos suscitados este fin de semana en Nochixtlán, Oaxaca, donde el abuso de la fuerza pública marcó una nueva página vergonzosa en la historia de México, han confirmado el fracaso rotundo de las tareas de gobernabilidad y la política interna en el país bajo la responsabilidad de un hombre perfectamente identificable: Miguel Ángel Osorio Chong.
Aunque el desplome a pedazos del actual gobierno federal tiene varios responsables, que van más allá de la decadente imagen presidencial de Enrique Peña Nieto, el desempeño de Osorio Chong al frente de la Secretaría de Gobernación ha jugado un papel protagónico dentro de los escandalosos acontecimientos que de manera sucesiva han marcado a la actual administración.
Su trabajo para generar condiciones de gobernabilidad ha sido desastroso. Teniendo como único «logro mediano» el ya caduco Pacto por México, el «Chino Chong», como le llaman sus más cercanos, han fracasado una y otra vez en atender asuntos de seriedad como el caso Ayotzinapa, el repunte de la violencia del crimen organizado que ha secuestrado a importantes ciudades como Acapulco y las irregulares «reformas estructurales».
Pero los resultados del conflicto magisterial han sido la cúspide de las pésimas decisiones ejecutadas desde la Secretaría de Gobernación. Ahí el diálogo y la concertación como herramientas para la resolución de conflictos han quedado en los cajones del olvido sexenal, en esos mismos donde la justica, el Estado de Derecho y el respeto a los Derechos Humanos yacen bajo el mismo abandono.
Nochixtlán ha desbordado los límites de autoritarismo y la represión gubernamental que hoy vive México para imponer las políticas públicas. Nochixtlán es el ejemplo más fresco de que las cosas en México se están haciendo muy mal y que aquí la historia tiende a repetirse una y otra vez, sólo cambiando la identidad de las víctimas que antes fueron estudiantes, luego indígenas y ahora maestros.
Más allá de simpatizar o no con la lucha magisterial contra la reforma educativa, el sentimiento como ciudadanos conscientes no puede ser otro que el de la indignación. Por ese uso excesivo de la fuerza pública, por la implementación de armas y unidades de combate contra ciudadanos que deberían ser protegidos por esos mismos instrumentos de seguridad nacional.
Porque, aunque la puesta en marcha y ejecución de la reforma desde el sistema educativo es responsabilidad de Aurelio Nuño, las acciones contra la resistencia magisterial en las calles y espacios públicos del país sólo tiene un responsable directo y opera desde la Secretaría de Gobernación.
Y los errores han sido señalados ya por varios sectores y actores de la política nacional, incluso por el mismísimo Manlio Fabio Beltrones quien, en un acto de evidente fractura, renunció este lunes a la dirigencia nacional del PRI, no sin antes dejar claros mensajes de crítica y desacuerdo contra la administración federal encabezada por Enrique Peña Nieto.
Hoy resulta más que evidente que la gobernabilidad y la política interna ha fracasado de manera rotunda, que Aurelio Nuño y Miguel Osorio Chong deberían haber sido destituidos del cargo desde hace mucho y que su tiempo en la responsabilidad que ostentan debe caducar antes de que concluya la primera mitad del año, porque lo sucedido en Oaxaca ha regresado los reflectores mundiales a México como una zona de alerta donde los Derechos Humanos están ya manchados de sangre.

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