En la Mira / Hector Estrada

Foto: Pm Noticias

Un Congreso bajo pleno control verde

Dicen los viejos sabios que las cosas sólo se hacen a escondidas cuando avergüenzan o carecen de legalidad, y fue justo así como la madrugada de este sábado el Congreso de Chiapas realizó la reelección de Eduardo Ramírez Aguilar (ERA) en la presidencia de la Mesa Directiva y eligió a Arturo Penagos Vargas al frente de la Junta de Coordinación Política, dejando finalmente el control absoluto del legislativo estatal en manos del Partido Verde.
Como si la urgencia o la imperiosa necesidad de discreción fueran las principales necesidades logísticas, las diputadas y los diputados chiapanecos sesionaron durante la plena madrugada, mientras la mayoría de sus representados dormía. Sin invitados, ni medios de comunicación que atestiguaran o cuestionaran los detalles del acto.
Y es que, si bien la Ley Orgánica del Congreso de Chiapas no prohíbe de manera expresa que los dos principales organismos de control y administración interna sean encabezados por el mismo partido (que además es quien actualmente gobierna la entidad), la sola posibilidad debería resultar una inmoralidad.
Aunque para nadie es un secreto que el control del Congreso ha estado desde un inicio en manos de Ramírez Aguilar y su negociador político, Arturo Penagos, la «elección» de este fin de semana que finalmente los coloca al frente de los dos órganos de control interno puede asumirse como una de las mayores muestras de cinismo, donde la pluralidad y el equilibrio de las «fuerzas políticas» son sólo temas de discursos huecos.
Si los cálculos políticos siguen siendo tan acertados como hasta ahora, este periodo al frente de la Mesa Directiva y la JUCOPO estarán siendo los últimos tanto para Eduardo Ramírez como para Penagos Vargas a quienes sus aspiraciones políticas los tendrán que hacer separarse de los cargos legislativos a finales del próximo año.
Por eso la importancia de mantener al comiteco (ERA) al frente de la presidencia del Congreso durante dos años consecutivos. Su reelección era prácticamente predecible. Aún aguardan varios «actos protagónicos» como la supuesta reforma constitucional y otros tantos proyectos de reflectores, cuyo estrellato no se encuentra a disposición de ningún otro diputado.
Penagos tiene sus objetivos principales al otro lado del Parque Central, en la alcaldía de Tuxtla Gutiérrez, donde sus mayores deseos políticos han estado fijos desde hace ya algunos años. Su amigo ya se la prometió y aguardará presto a que las condiciones se den. En este caso, la JUCOPO no resulta el trampolín idóneo, pero es lo mejor a la mano y ofrece presupuesto a disposición.
Pero nada podemos hacer como ciudadanos, pese a toda la evidencia, mientras el resto de los diputados y diputadas sigan fungiendo como simples legitimadores de las decisiones de cúpula. No resta más que ver los planes electorales, donde el Congreso sólo es trampolín político, consumarse ante la complicidad de quienes sólo hacen el trabajo encargado.
En Chiapas, como en las peores dictaduras, tenemos un Poder Legislativo prácticamente maniatado por el partido del gobierno en turno; sin grupos de oposición real o contrapoderes partidistas que equilibren el control estatal. Aquí la plena responsabilidad nuevamente ha caído sobre los hombros de la sociedad organizada que una y otra vez tiene que luchar contra instituciones lejanas a la ciudadanía y carentes de legitimidad. Así las cosas…

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *