La palabra como guante envenenado / Sandra de los Santos

Hay discursos que desde el momento que son plasmados en papel para después ser pronunciados se vuelven emblemáticos, parte de la historia, que los recordamos y los traemos a cuenta porque llamaron a la reflexión y la acción, porque dice Rosario Castellanos que «la palabra tiene una virtud: si es exacta es letal como lo es un guante envenenado».

El discurso de Martín Luther King, cargado de indignación, pero también de esperanza «tengo un sueño» repetía…el de Emmeline Pankhaurst que inició el movimiento de las sufragistas; el último discurso de Salvador Allende antes que se suicidara, en el que se escucha tan triste.

Hay un discurso que siempre me ha conmovido, y que es una oda al deber ser y cada 07 de octubre es pronunciado en el Senado de la República. Es la proclama de Belisario Domínguez Palencia, el senador chiapaneco, quien denunció desde la tribuna del Senado a Victoriano Huerta en 1913. Lo último que dice antes de bajarse de la tribuna es: «Ojalá y hubiera un impresor honrado y sin miedo».

El chiapaneco era consciente del poder de las palabras y que estas puedan ser replicadas a través de los medios, de que la verdad sea conocida, de lo empoderador que puede llegar a ser la información.

En honor a Belisario Domínguez, un grupo de periodistas pedimos hace unos años al Congreso del Estado que en Chiapas se declarara el 07 de octubre como día de la libertad de expresión y de prensa. Lo que buscábamos y seguimos buscando es que haya políticas públicas que generen las condiciones para ejercer de manera plena el derecho a la libertad de expresión y de prensa.

Hace apenas unos días, el Mecanismo de Protección a Periodistas y Defensoras de los Derechos Humanos dio a conocer que durante esta administración del gobierno federal se han registrado 47 homicidios en contra de periodistas en el país. De este número, solo se ha dictado sentencia en cinco casos, es decir, existe una impunidad de 89.37 por ciento.

De las agresiones cometidas en contra de periodistas el 43.1 por ciento son perpetradas por servidores públicos y 33.5 por la delincuencia organizada.

El crimen organizado, la corrupción y la colusión entre autoridades y grupos delictivos, incumplimiento de las obligaciones que tienen los municipios y los estados en materia de protección y la impunidad son algunas de las razones de las agresiones y asesinatos contra las personas defensoras de derechos humanos y periodistas.

En Chiapas continuamos exigiendo justicia por nuestro compañero asesinado hace tres años en el municipio de Yajalón Mario Gómez. Denunciar la corrupción, los abusos del poder, evidenciar los nexos entre el crimen organizado y los servidores públicos no debe de costarle la vida a nadie, no debió de haber sido así en 1913, ni más de 100 años después.

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