La reina maya que revivieron las feministas en Tuxtla / Sandra de los Santos

La imagen del rey Pakal con pestañas largas, chapitas rosas y labios morados continúa tal y como la dejaron las manifestantes el 08 de marzo. La rectoría de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), después de una semana, continúa con las pintas que denuncian acosadores de esa propia institución; cuando se pasa por ahí pareciera que todavía queda el eco de las cientos de jóvenes que gritaban «la Unicach no me cuida, me cuidan mis amigas».

Hasta las instalaciones de la  Honda todavía tiene muy frescas las señales de que fue intervenida durante la marcha. Esa franquicia, el 08 de marzo, colocó un tímido moño morado en las cerraduras. Atrás de la puerta de cristal (adentro de la tienda) solo dejaron a una de las trabajadoras, quien estaba parada con cara de susto. Antes de que las jóvenes intervinieran el sitio le dijeron «compa, hazte para atrás»…ella antes de irse, volteó la mirada como pidiendo «permiso», a quienes estaban escondidos a buen resguardo, para moverse. Todas esperaron hasta que la trabajadora se fuera para accionar.

El recorrido de la marcha se puede seguir haciendo porque quedó el rastro de ella: las pintas en las paredes, los carteles pegados con engrudo con la fotografía de agresores sexuales, los nombres de violentadores en las paredes. La mayor parte de las intervenciones siguen ahí. Es la primera vez que el gobierno del estado y municipal no se apuran en borrar las huellas de una manifestación.

La imagen del rey palencano ha cobrado significado en tierra zoque. La cabeza Maya pareciera, que ahora, cuenta una historia en Tuxtla: la de las mujeres que salieron a demandar justicia, que convirtieron una estatua en una «Drag Queen»: Pakal de la cultura pop. Pakal feminista. Pakal de pestañas largas, chapitas en las mejillas, labios morados y un coqueto lunar en la barbilla. Pakal que porta en su cara un cartel. Pakal también herido de uno y otro costado, con algunas partes rotas, pero con sus pestañas enormes.

La imagen del gobernante maya no fue vandalizada, fue intervenida. Iconoclasia, que le dicen. Una persona iconoclasta es alguien que se opone al culto de las imágenes sagradas, aunque dentro del movimiento feminista se habla de que las dota de un nuevo significado.

La iconoclasia y el movimiento feminista desde hace muchos años caminan de la mano. Desde las manifestaciones sufragistas.

Han sido los grupos oprimidos que han abrazado esta forma de manifestarse para irrumpir en el espacio público. Las y los indígenas zapatistas rompiendo la estatua de Diego de Mazariegos; los irakies derribando la estatua de Saddam Hussein, por citar algunos ejemplos.

No sé si al gobierno del estado y/o municipal se les acabó la pintura y el presupuesto,  o han dejado todas las pintas como un guiño al movimiento feminista. Si es lo segundo, qué bien; pero salimos a las calles por mucho más que un guiño, que no se les olvide, que esas intervenciones les sirva de recordatorio.

Las manifestaciones artísticas no son eternas, el arte efímero tiene su encanto, nos recuerda que todo está en un cambio constante, que como dice el poeta Nezahualcoyolt «nada es para siempre en esta tierra». Tal vez pronto Pakal vuelva a su insípido color blanco, pero seguramente, él mismo recordará esos días cuando tuvo pestañas largas, le pintaron los labios de morado y sus mejillas se chapearon. Recordará que volvió a ser alguien, que regresó, ya nos siendo rey, sino una reina que revivieron las feministas.

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