Las perlas sobre la mesa / Karla Barajas

Si se encuentran en estado sólido, se asemejan a perlas suaves que guardan un pequeño sol amarillo en el centro; en estado líquido son casi trasparentes, viscosas y brillantes, como un mar que refleja el sol anaranjado a punto de ocultarse.

Al ponerlos en el aceite, imagino una isla naranja rodeada de arena blanquecina conforme aumenta la temperatura. Mientras se cocinan me recuerdan al cuadro “Vieja friendo huevos”, de Velázquez.

Su belleza es tal que han sido retratados con el pincel de Salvador Dalí, en obras como “Huevos al plato sin plato” (1932); en donde dos huevos fritos se encuentran en un traste y uno más cuelga de un lazo.


A Dalí le gustaba pintarlos, se conservan en parte de su trabajo pictórico, el artista asocia este elemento con el mundo intrauterino. Él nace de uno, en el cortometraje “(1970) Salvador Dalí. El huevo de Dalí. Pintando con huevos”, en el cual habla acerca de los huevos en las pinturas, mientras los arroja contra un lienzo que se tiñe de colores.

Su fascinación por los huevos se ve reflejada en otras creaciones como “El niño geopolítico” (1943), donde un hombre emerge del cascarón. También han sido retratados en los cuadros de diversos artistas “Vieja con gallina y cesta de huevos”, de Murillo y “La huevera”, de Goya. Un simple huevo, puede tener diversos simbolismos, según su contexto, connotaciones sexuales, por ejemplo, en la obra “Huevos rotos” de Jean-Baptiste Greuze los huevos representan la virginidad como tema tabú.


La Relación profunda entre el arte y la sociedad se ve reflejada también en las obras literarias. Los huevos se valoran en las páginas de los libros, “pero es que las niñitas también comen huevos, igual que las serpientes”, confiesa Alicia a una paloma, en “Alicia en el país de las maravillas”, de Lewis Carroll, quien, además, muestra a Humpty Dumpty como un ser inteligente, vacío, con forma de huevo, de él Alicia dice que le parece bonito como todos los huevos.


Los huevos Benedict se popularizaron gracias al Gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald. En la cultura popular, el perfecto sándwich de huevo de Harley Quiin, de la película Aves de Rapiña se convirtió en una receta digna de imitar.


Los huevos en la canasta básica se consideran un producto barato y delicioso, de ahí que sean retratados por los artistas, quien quiera que los contemple de manera visual, los conoce y forman parte de su cotidianidad sin importar el estrato social.


En México, Perú y otros países, también son buscados por las curanderas y cuidadoras de niños, bebés, incluso de perros, los usan para realizar limpias y extraer las malas energías que deja el Mal de ojo.


Son comprados por amas de casa, a quienes no les importa si son blancos como los de los comerciales o rojizos, por dentro guardan el mismo color de la perla. La cosa cambia si se trata de huevos de gallinas alimentadas en casa o en el rancho, porque el costo de los últimos se duplica.


Amados por culturistas, quienes recomiendan comer hasta 12 por día, ya que son una fuente de proteína de alta calidad, aminoácidos esenciales y macronutrientes, que ayudan a la formación de masa muscular. Por sus precios elevados, algunos entrenadores recomiendan criar gallinas ponedoras y otros influencers, robarlos.


El huevo es un producto con la mayor inflación en la canasta básica y en algunos países dado el desabasto, sus habitantes tienen acceso entre cinco y siete huevos al mes, de este manjar, que, si bien ha sido valorado por los artistas a lo largo de los siglos, podría llegar a ser tan inaccesible como una joya.

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Un comentario

  1. Buena semblanza dobre los huevos. Ni que decir en la actualidad todo un lujo. ¿Será por la inflación o por el cambio climático? Excelente Karla.

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