Te traemos una «guía» para disfrutar de esta localidad zoque llena de costumbres y tradiciones. Además te presentamos algunas curiosidades del lugar como, por ejemplo, por qué ya no hay luces en la cruz por las noches
Lucero Natarén / Aquínoticias
Ver desde diversos puntos de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez el «Cristo Glorioso de Chiapas» es una experiencia agradable, pero disfrutar de la escultura y de su clima desde Copoya, es otro nivel. En un viaje que hicimos en Aquínoticias te traemos algunos datos interesantes.
Llegar a la localidad zoque tan sólo nos llevó 25 minutos de la «base» de los colectivos que se dirigen de Tuxtla a Copoya, ubicados en la 2da. Poniente entre 7ma. Y 8ª. Sur. El costo del pasaje es de 8 pesos, un costo súper económico para la experiencia que podrás gozar.
Conocer este lugar te llenará no solo de buena vibra por el aire limpio y fresco que tendrás, también conseguirás unas buenas fotos que después presumirás y comerás tan rico que querrás regresar.
Tomar el colectivo desde Tuxtla Gutiérrez es una gran experiencia, pues durante el camino el colectivero (chofer) pondrá música, que va desde lo tropical, lo cumbianchero hasta lo bandero y reggaetonero, hay para todos los gustos. También escucharás las pláticas de las «doñitas amables» que venden en el mercado o bien que bajan a comprar sus cosas del mandado.
Para saber en qué calle bajar, basta con decirle al colectivero que vas al Cristo de Copoya, -es probable que te diga que él te va a bajar a dos cuadras y te indicará por donde caminar, pero si es como el chofer «despistado» que nos tocó, escucharás cuando los lugareños y las doñitas amables pidan la parada por ti, y es que cada momento es importante y gratificante, sobre todo gracioso-.
Cuando bajes y te dirijas a tu destino te toparás con gente que sin conocerte te saluda y te da los buenos días, -una calida y gratificante bienvenida-. Al caminar por esas calles podrás ver algunos murales intervenidos por el Colectivo Tomate y por personas de la comunidad, -sin duda la comunidad está llena de tradiciones, su lengua y sus costumbres-. En tu camino te complacerá oler las tortillas hechas a mano y escucharás en el perifoneo como anuncian que en la casa de doña fulanita hay comida recién hecha.
Para quienes no somos de caminar mucho es probable que nos cansemos muy rápido y tengamos que hacer paradas para comprar algún dulce o botella de agua, -el recorrido lo amerita, todo sea por ver de cerca el Cristo más grande del mundo, pues el Cristo de Chiapas es de 48 metros, 10 metros más que el Cristo Redentor ubicado en Río de Janeiro, Brasil-.
Según algunas graficas ubicadas dentro del recinto, «El Cristo Glorioso de Chiapas es la representación escultórica monumental de un Cristo de Luz que representa su pasión ofrecida al padre en la cruz y del cristo sacerdotal glorioso que bendice y abraza al pueblo de Chiapas, a México, a América y a toda la humanidad».
Aunque la «construcción» data por allá del 2009, este Cristo no ha perdido su esencia, aun cuando por las noches no se le observa tan iluminado y no se puede ver a lo lejos. De acuerdo con una persona que pidió reservar su nombre, las lámparas del Cristo se fundieron y desde hace más de ocho meses se las llevaron a la Ciudad de México para repararlas, sin embargo, hasta ahora «ni sus luces». Esperan que pronto las regresen arregladas o les lleven unas nuevas.
Alrededor del recinto también aprovecharás a comer unos manguitos verdes o unas palomitas o papitas con chile. Además, cuenta con un restaurante. El horario de servicio es de 9 de la mañana a 8 de la noche, según el vigilante, y el costo del ingreso es de 10 pesos por persona.
¡Nos leemos en la próxima!…