Los músicos itinerantes que alegran las calles durante la cuarentena

El cierre de bares, restaurantes y la prohibición de reuniones masivas ha ocasionado que los músicos se queden sin trabajo, y hayan encontrado en las avenidas de las colonias una oportunidad de seguir llevando el sustento a su hogar

Sandra de los Santos / Aquínoticias

En Tuxtla Gutiérrez, en esta cuarentena, las personas no salen a los balcones a cantar bella ciao. Tampoco nadie se acerca a las ventanas para ondear una bandera o cantar cielito lindo, que cada vez dice menos. En las colonias de Tuxtla lo que sucede es que pasan todavía los grupos de marimba a tocar «juguito de piña», «danzón nereidas» o «ferrocarril de los altos» y ahí es donde las y los vecinos se asoman para reconocerse entre sí, darse ánimos, sonreírle a la vida.

No es raro en Tuxtla escuchar el sonido en vivo de la marimba cuando se está desayunando o tomando pozol porque desde ante de la pandemia había personas que andaban en la calle tocando; pero desde que inició el confinamiento los grupos de músicos se han multiplicado. El cierre de bares, restaurantes y la prohibición de reuniones masivas ha ocasionado que los músicos se queden sin trabajo, y hayan encontrado en las avenidas de las colonias una oportunidad de seguir llevando el sustento a su hogar.

Foto: Sandra de los Santos / Aquínoticias.

José María Escobar Hernández es originario de Terán. Desde hace 10 años trabaja en uno de los bares más conocidos de la capital, pero ahora lo mandaron a su casa sin goce de sueldo así que sale a tocar a las calles. La melodía la cobran a 20 pesos, pero si nadie sale a pedir alguna en especial lo que hacen es tocar a la mitad de la cuadra y pedir cooperación. La mayoría da al menos 5 pesos.

José María anda acompañado de otro amigo, quien también se quedó sin trabajo por el confinamiento. A veces andan con un tercer compañero, que no es bueno tocando, pero tiene buen brazo para cargar la marimba así que les es de mucha ayuda porque la parte más dura de este trabajo es, precisamente, andar caminando con el instrumento que pesa alrededor de 50 kilos. Todo lo demás es bonito, dice, las personas son generosas y agradecen la música, sobre todo en estas circunstancias donde a veces los motivos para sonreír y alegrarse parecen ser muy pocos.

Foto: Sandra de los Santos / Aquínoticias.

A veces la gente sale a la calle a bailar, a ponerle el mejor ánimo a las circunstancias. Al fin y al cabo dice Nicolás Guillén que la salación no puede durar toda la vida y de eso parecen estar convencidas las personas cuando se asoman a escuchar la música, a disfrutarla, a mover el cuerpo y a decir que aún en los peores momentos la música siempre va a sonar a salvación.

El músico cuenta que desde que empezó la cuarentena decidió recorrer uno de los fraccionamientos más grandes de la capital del estado. Le han dado como dos vueltas en dos meses y hasta le ha tocado encontrarse con otros grupos de compañeros, que andan en la misma. Todos los días tienen que buscar dónde dejar la marimba porque pagar diario por su traslado no les resultaría. Siempre encuentran un lugar para poder dejarla: «yo soy muy confiado, me da pena pedir favor, pero sí confío en la gente que me la va a cuidar y me la va a devolver» dice.

Foto: Sandra de los Santos / Aquínoticias.

Durante los días que llovió no pudieron salir a trabajar. Este día la naturaleza parece que se compadeció de todos, y salió el sol y también la marimba.

La música no está reconocida como una actividad esencial, pero el llevar alimentos a casa sí es algo primordial así que muchos músicos han tenido que  buscar alternativas para poder seguir sosteniendo a su familia, aunque eso signifique seguir en la calle. No es que no le tengan respeto a la enfermedad lo que sucede es que tienen la certeza que a todo se pueden acostumbrar, menos a no comer. A veces toca jugársela aunque sea con música de fondo.

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