Mango Ataúlfo: la verdadera historia

La historia real del mango Ataúlfo revela a sus verdaderos protagonistas: un ingeniero agrónomo visionario y una familia chiapaneca pionera en su cultivo comercial

Primer Plano Magazine/Noé Juan Farrera Garzón. –

Tras una publicación realizada por nuestro medio sobre el famoso Mango Ataúlfo, el capitán piloto aviador Ricardo Gómez Fernández, nos compartió valiosa información que busca corregir la versión popularmente difundida sobre el origen de esta emblemática fruta chiapaneca, cuyo reconocimiento internacional sigue creciendo.

De acuerdo con el capitán Ricardo, el nombre del mango Ataúlfo proviene del predio urbano de don Ataulfo Morales, un conocido joyero de Tapachula, Chiapas, quien compró una propiedad donde ya existían árboles de mango en producción. Fue precisamente por estar ubicados en ese terreno que la gente comenzó a llamar «mango Ataúlfo» a esa variedad.

Sin embargo, don Ataulfo no fue agrónomo, ni genetista, ni participó directamente en el desarrollo de la variedad.

El verdadero impulsor de este mango fue el ingeniero Héctor Cano, responsable del programa de diversificación de cultivos del Soconusco, perteneciente al Instituto Mexicano del Café (INMECAFE). El ingeniero Cano identificó el potencial comercial de estos frutos y los incorporó al programa, iniciando así un proceso formal de reproducción, distribución y cultivo en la región.

Ricardo Gómez Fernández tiene razones personales y familiares para conocer esta historia de primera mano: su padre, don Luis Gómez Vega, fue el primer productor comercial de mango Ataúlfo del mundo. En 1965, cuando Ricardo tenía apenas nueve meses de edad, su familia recibió los primeros árboles del programa impulsado por el ingeniero Cano.

Don Luis no solo cultivó exitosamente la variedad, sino que también fue el primer presidente de la Asociación Local de Fruticultores del Soconusco y se le otorgó el título de presidente honorario vitalicio, por su incansable labor en el desarrollo frutícola de la región.

Esta versión está respaldada en el libro “De los cafetales del Soconusco a la historia del mango Ataulfo”, escrito por Abelardo de la Torre, donde se documenta ampliamente el contexto agrícola y social del nacimiento de este fruto que hoy representa a Chiapas en el mundo.

El mango Ataúlfo obtuvo la Denominación de Origen en 2003, reconociéndose oficialmente como una variedad única, por sus características físicas, sabor, textura y vínculo geográfico con la región del Soconusco, en Chiapas. Este distintivo protege legalmente su nombre y garantiza que solo los mangos cultivados en esta zona puedan comercializarse bajo esa denominación, lo que impulsa su valor en los mercados nacionales e internacionales y preserva su autenticidad como fruto emblemático de México.

El ingeniero agrónomo Héctor Cano no solo identificó el potencial comercial del mango que crecía en el predio de don Ataulfo Morales, sino que realizó un meticuloso trabajo científico para perfeccionar la variedad. Estudió 32 tipos de mangos originarios del Soconusco y, tras un riguroso análisis, seleccionó cinco árboles del terreno de don Ataulfo para comprender su comportamiento agronómico y evaluar sus cualidades. Su objetivo era claro: encontrar el mango ideal para cultivar en la región, aquel que ofreciera las mejores características en sabor, textura y rendimiento.

Tras un cuidadoso proceso de observación y análisis, el ingeniero Cano eligió uno de esos árboles como el más prometedor y lo nombró “Ataulfo”. Este árbol daba frutos con una composición excepcional: 69% de pulpa, 19% de cáscara, 8% de semilla y el resto otros componentes. Su pulpa era dulce, jugosa, con una acidez muy leve y un aroma intenso, lo que lo convertía en un mango único, de alta calidad y perfecto para el consumo fresco y la exportación. Así nació la variedad que más tarde obtendría la Denominación de Origen y que pondría al Soconusco en el mapa frutícola mundial.

Historias como esta no solo revaloran el trabajo de familias pioneras en la agricultura, sino que también revelan la importancia de reconocer a quienes desde el campo han sembrado identidad, sabor y riqueza para México. Primer Plano Magazine, agradece al capitán Ricardo por tan valiosa información que hoy difundimos en nuestra responsabilidad con la veracidad, y con el compromiso con nuestros lectores.

El capitán piloto aviador Ricardo Gómez Fernández, hijo del primer productor comercial de mango Ataúlfo del mundo, no solo resguarda la memoria agrícola de Chiapas a través del legado de su padre, don Luis Gómez Vega, sino que también impulsa nuevas formas de apreciar la riqueza del estado desde otra perspectiva: el cielo.

Desde Ocozocoautla de Espinosa, es fundador y propietario del Club de Vuelo Valle Bonito, un espacio que combina su pasión por la aviación con el turismo de naturaleza. Este club ofrece vuelos recreativos y experiencias formativas que permiten contemplar desde las alturas la extraordinaria geografía chiapaneca, conectando así historia, identidad y aventura en una sola experiencia.

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