Más allá de los aranceles / Claudia Corichi

Volatilidad, incertidumbre y caos definen el ambiente planetario desde que Donald Trump asumió la Presidencia de los Estados Unidos, especialmente desde el 2 de abril cuando llamó con eufemismo el “Día de la Libertad” a la guerra comercial decretada contra el resto del mundo que ha escalado desde entonces. 

¿Hasta dónde está dispuesto Trump a llevar el conflicto; su estrategia tendrá éxito en el corto plazo? El terremoto económico provocado por la batería de aranceles se dejó sentir con intensidad en las bolsas de valores que hilaron tres jornadas de pérdidas tras el anuncio. Los inversionistas fueron presas del pánico ante indicios que presagian una recesión global, lo que no se veía desde la pandemia. 

El comercio mundial se sostiene por bloques hegemónicos que tardaron años en consolidarse. La Comunidad Europea del Carbón y el Acero creada en 1952 es el antecedente de la Unión Europea. La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean creada en 1967); el Mercado Común del Sur (Mercosur, 1991); el acuerdo comercial de Norteamérica en 1994 y la APEC establecida en 1989, ilustran el profundo grado de integración económica regional.   

Esa hegemonía es la que Trump busca socavar, bajo la consigna de que en los últimos 50 años se han aprovechado de su país, que en 1930 aplicó una medida similar, la Ley de Aranceles Smoot-Hawley que profundizó la Gran Depresión.

En realidad, el arancel es el símbolo; lo que busca el presidente y sus socios es aprovechar la debilidad de Europa, así como torpedear la creciente hegemonía de China, su influencia económica y la red de alianzas que ha tejido con países de todo tamaño y grado de desarrollo para imponer un nuevo paradigma.

China respondió a la batería de aranceles de Trump con una tarifa similar (del 34%) y este dobló la apuesta hasta sumar 104% el impuesto a gravar a la segunda potencia económica mundial, que calificó de chantaje la amenaza estadunidense de aumentar los aranceles y advirtió que luchará hasta el final; la paciencia es una característica milenaria que identifica a esa nación.

Cercanos al mandatario norteamericano han aconsejado dar marcha atrás. El multimillonario Bill Ackman planteó 90 días de tregua para llegar a acuerdos antes de que ocurra un “invierno económico nuclear”. Elon Musk sonó más discordante: propuso que EU y Europa establezcan una zona de libre comercio con arancel cero. 

Mientras tanto las iniciativas por consumir lo local se multiplican. En Canadá los supermercados priman los productos nacionales; en Dinamarca (nación a la que pertenece Groenlandia) se intensificó un boicot a etiquetas y marcas de EU. Y Tesla es ahora una compañía que los consumidores asocian al abuso, el expolio y la motosierra que cercena empleos públicos.

Europa contiene el aliento y se resiste a una represalia. Considera que una espiral inflacionaria pondrá un alto al discurso imperialista. China jugará a su favor una carta: es el mayor tenedor en el mundo de bonos del tesoro estadunidense.

Las alarmas se han prendido en la Casa Blanca pues ya no se trata de dominio económico de su rival sino de desarrollo de capacidades militares. Trump dijo que esperaba una llamada de su homólogo Xi Jinping para negociar los aranceles o en su caso los aplicará a partir de hoy.

El mundo tiene una certeza común: Estados Unidos ya no es un socio fiable. Trump no ha dudado en agraviar al mundo entero. Los resultados de su apuesta son de pronóstico reservado.

@ClauCorichi

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