De acuerdo con las estadísticas de las plataformas musicales, durante el confinamiento varias personas dejaron de lado ritmos «fuertes». El 59 por ciento de las personas entre 45 y 54 años utilizan la música principalmente para relajarse
Lucero Natarén, Marco Aquino / Aquínoticias
La juventud de la «Generación Z» así como los «Millennials» parecen haber sido los más golpeados por el aislamiento, así lo demuestran las cifras de la plataforma de música Deezer. El 19 por ciento recurre a los audiolibros para dormir y el 24 por ciento escucha música para combatir la soledad. El 59 por ciento de las personas entre 45 y 54 años utilizan la música principalmente para relajarse.
Según un estudio hecho por la misma plataforma, tres de cada cuatro usuarios escuchan música para levantar su estado de ánimo. Casi el 50 por ciento oye audiolibros para mantenerse positivo y un tercio apuesta a los podcasts, como una herramienta para hacer cambios positivos en su vida.
Previo a la pandemia era común utilizar ritmos fuertes como el rock, trap, hip-hop, para mantener en estado de alerta. Esa tendencia ha cambiado. Las principales plataformas de música online como Spotify y YouTube han detectado que muchos usuarios, basado si están o no en compañía, buscan ritmos acordes a su estado de ánimo. Optan por algo más instrumental para los momentos de concentración, o con himnos para cantar desde el balcón de sus casas.
«La música es como un espejo en donde se refleja cómo impactó en cada persona la cuarentena y que elecciones o cambios de rutinas tuvieron que adaptarse. Y si bien algunos se conectan con algo más instrumental o melódico, otros sienten la necesidad de bailar, ya que este aislamiento empezó a generar un flujo distinto en la propia casa», señala la psicóloga especializada en Health Coach Laura Spaccarotella.
El investigador y profesor de psicología en la UBA y miembro de la Comisión Directiva de la Asociación Psicoanalítica Argentina, Jorge Catelli, comenta que en algunos países la gente empezó a asomarse a las ventanas al cantar himnos, marchas de índole triunfal que relatan victorias y epopeyas.
«La música acompaña a la gente. Permite compartir penas, angustias, esperanzas y establecer una expectativa y compartir con el otro lo que estamos viviendo», advierte Catelli.
La música tiene la capacidad de promover en el cuerpo la producción de oxitocina y dopamina, químicos relacionados con el bienestar, por lo que esta se ha convertido en un «analgésico» para reducir la incertidumbre o la angustia en tiempo de aislamiento obligatorio, indican expertos.