MATI, un espacio de esperanza

Se encuentra en San Cristóbal de Las Casas y busca crear conciencia ambiental en las nuevas generaciones, sin embargo, no cuenta con apoyo económico

Donaji Garcia Valdiviezo

[dropcap]M[/dropcap]ATI es un espacio recreativo que se localiza en la colonia El Cascajal de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, desarrollado por Adolfo Díaz (fundador) y su hermano Julio, jóvenes de entre 20 y 23 años. La idea que surgió por la necesidad de tener un lugar donde trabajar, pronto se convirtió en un proyecto de recreación y aprendizaje para niños, niñas y adolescentes. Hoy en día el lugar no cuenta con servicios públicos como luz, agua o drenaje, pero eso no ha impedido que con la ayuda de amigos y voluntarios se tenga una cabaña y una fosa séptica. Infantes, en su mayoría inmigrantes que no asisten a la escuela, son los que los visitan, en el lugar aprenden a cuidar su entorno con técnicas como la lombricomposta, reciclaje, siembra de milpa, compostas, entre otras. Esta iniciativa no cuenta con apoyo económico, el proyecto subsiste de actividades que los jóvenes generan, así como de la ayuda que viene de agrupaciones y personas de la sociedad civil.
MATI (Madre Tierra) espacio recreativo y de conservación, se localiza en la colonia El Cascajal de San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Frente al eje vial número 3, posiblemente en el territorio que ocupa el barrio de San Diego. Fundada aproximadamente hace 20 años, aún se le considera «asentamiento irregular», sin código postal, pero que en época electoral son tomados en cuenta como ciudadanos del barrio de San Diego. La mayoría de sus habitantes son inmigrantes de distintos pueblos indígenas de la región, según datos proporcionados por gente del lugar.
Es muy fácil ubicarle, si usted observa las montañas del noreste de la ciudad, ahí donde el bosque de coníferas que nos rodea desaparece y el paisaje se convierte en un desierto árido semejante al de un gran cañón, o tal vez otro planeta, sí, ahí en donde hay tres bancos o minas de arena, viven 500 familias conformadas por 2500 personas aproximadamente, en casas que, por la condición geográfica de la zona, se encuentran en alta vulnerabilidad.
Ahí, en medio de casas y tres bancos de arena, se encuentra MATI, espacio verde rescatado por jóvenes habitantes de la misma colonia, de entre 20 y 23 años de edad, el lugar que hace dos años era un basurero, hoy cumple la función de área recreación y conservación, que disfrutan niñas, niños y adolescentes, del Cascajal, gracias al entusiasmo y necesidad de convertir su mundo en un lugar mejor para vivir.

¿Cómo surge la idea?

Adolfo Díaz (fundador) de 23 años de edad nos cuenta que la idea surge con su hermano Julio y otros amigos suyos, ellos solo querían un espacio en donde trabajar con reciclaje de PET y latas, materiales con los que laboran desde hace muchos años; las circunstancias les hicieron buscar un lugar para trabajar, pues así podían concursar para convocatorias en donde exigían un espacio específico de trabajo.
Fue entonces cuando decidieron hablar con la mesa directiva de El Cascajal, como resultado de la reunión, los jóvenes obtuvieron el terreno «baldío» que se ubicaba detrás de la escuela primaria, el cual se encontraba en pésimas condiciones, ya que era usado como basurero y frecuentado por personas que consumían alcohol y drogas, convirtiendo el área en un foco de infección y peligro.
Esto no desanimó a los muchachos, con ayuda de sus amistades (jóvenes vecinos del lugar) sacaron alrededor de 40 costales de basura, con machete en mano limpiaron el terreno, comenzaron a sanear el espacio, a trabajar la tierra para la elaboración de terrazas, pues se ubica en una pendiente pronunciada y las lluvias producen efectos de deslave. Adolfo comenta: «comenzamos este proyecto sin pensar en las consecuencias que podía tener».

¿Cuáles son los objetivos y metas de MATI?

El objetivo es que las personas de la colonia, sobre todo los niños que no asisten a la escuela, se den cuenta de que tienen espacios que pueden ser aprovechados con fines recreativos y educativos, priorizando el enfoque de conservación y el cuidado del ambiente.
La meta es que el espacio sea reconocido dentro de la colonia como un lugar en donde niños, niñas y adolescentes vengan y puedan aprender actividades que les ayuden a fortalecer sus conocimientos, además de obtener herramientas para la vida e interactuar con otras personas que viven fuera de la colonia. Adolfo menciona que la convivencia con otras realidades les abre el pensamiento.
Misión: vigilar y mantener el espacio libre de basura y de actividades perjudiciales para la sociedad y el ambiente (quemar basura en el bosque, alcoholismo, drogadicción). Pues el área es para hacer y promover cosas positivas y amigables con el ecosistema (flora, fauna, humanos).
«Queremos que este espacio sea reconocido y que los niños que vienen sean los próximos encargados de cuidarlo, que se apropien del proyecto, que sigan con la filosofía de la conservación, pues debido del contexto en donde vivimos… estamos rodeados de minas de arena, que tienen a la colonia muy mal».

MATI hoy

Hace un año y medio que el proyecto MATI se concretó y abrió sus puertas al conocimiento, actualmente en el terreno que ocupan, no cuentan con ningún servicio básico (luz, agua, drenaje), eso nunca los detuvo, hoy en día el espacio cuenta con una pequeña cabaña construida con el apoyo de otra organización que trabaja la permacultura, además de la colaboración de amigos albañiles y dinero recaudado por actividades como venta de figuras de papel maché y artesanías con latas recicladas, construyeron también una fosa séptica.
Acarrear agua, no les limita y en MATI se realizan técnicas de lombricomposta, reciclaje, siembra de milpa, compostas, entre otras. Trabajan principalmente con niñas y niños que no van a la escuela, población que representa el 40% de infantes de la colonia, según la información proporcionad por los entrevistados.
Al lugar acuden de 15 a 10 infantes por día, quienes oscilan entre los 2 y 13 años de edad. Las personas que trabajan ahí son cuatro jóvenes de 20 a 23 años, Manuel, Julio Cesar, Adolfo y Carlos, cada uno con una responsabilidad bien definida. De ellos sólo uno tiene educación universitaria y a los demás el grado escolar no les ha impedido ser agentes de cambio de su entorno.
MATI abre sus puertas al conocimiento y felicidad los lunes, miércoles y viernes de 4 a 6 de la tarde y los domingos de 10 de la mañana a 4 de la tarde. Ahí llegan pequeños que piden limosna en las calles, limpian parabrisas y autos en los semáforos, algunos trabajan como mandaderos en casas «grandes», otros acompañan a sus mamás a lavar, a vender al mercado y también trabajan en los mercados a cambio de frutas para comer.
«Aquí los niños comienzan a trabajar desde los cuatro años aproximadamente»
Al caminar cuesta arriba entre barrancos y el caos de la calle, y llegar a donde están los árboles, por algunas horas pintan, ríen, corren, y ojean las revistas, cuadernos, y libretas que han sido donadas. Dicen que les gusta y es su medio para aprender cosas nuevas.
Ahí los hermanos Adolfo y Julio, entusiastas y preocupados por la realidad de su contexto, sin falta, brindan horas de aprendizaje para quienes no tienen la oportunidad de una educación pública, mientras enfrente de su colonia se pueden ver las instalaciones de una de las escuelas más caras de la ciudad, a donde las colegiaturas más baratas, por mes, equivalen aproximadamente a los ingresos de una familia del Cascajal por el mismo periodo de tiempo.
Entre muchas otras razones, quienes no van a la escuela carecen de acta de nacimiento y papeles «legales», no están registrados al ser hijas e hijos de inmigrantes, las personas de MATI nos cuentan que, otra de las razones son los usos y costumbres de los pueblos originarios de donde provienen varias familias. «muchos piensan que al entrar los niños a la escuela se van echan a perder».
Esta iniciativa urgente no cuenta con apoyo económico, el proyecto subsiste de actividades que los jóvenes generan, así como de la ayuda que viene de agrupaciones y personas de la sociedad civil que también trabajan por hacer de San Cristóbal un pueblo mágico para las personas que no tienen acceso al encanto de hoteles, restaurantes, bares, cafeterías, cabañas ni ropa alternativa.

Las ventajas y fortalezas de MATI

Señalan que una gran ventaja, es que es que la mayoría de personas de origen indígena que habitan la colonia tienen una cosmovisión de respeto por la naturaleza, es común ver a los niños sembrar o aprender esta labor mientras acompañan al campo a sus padres, los MATI sienten que ese es un factor que les favorece al momento de charlar sobre la importancia de conservar las áreas verdes, así como al momento de hablar sobre valores y respeto.

Impactos generados en la población

Para MATI es importante el trabajo que se hace con las familias vecinas, las cuales han recibido pláticas sobre tratamiento de residuos sólidos y separación de basura, como principales temas, las cuales después de un año y medio han dado resultados. Muchas de estas familias colaboran con ellos separando su basura para el mantenimiento de la lombricompostera, además de separar la ceniza de sus fogones para el baño seco.
Con los niños y niñas el trabajo durante este tiempo ha hecho crecer su conciencia ambiental, conocen el proceso requerido para crear la lombricomposta, siembran, cuidan su entorno y «comienzan a entender la importancia de lavarse las manos».
«les decimos a los niños que vean lo que tenemos enfrente (los bancos de arena) que si quieren un mundo así cuando sean grandes, o si prefieren seguir viendo lugares llenos de árboles».
Adolfo nos comenta cómo han visto que los niños que acuden a MATI han mejorado sus actitudes, ya no son tan groseros, respetan y cuidan el espacio, cuando los mayores están fuera del lugar, los pequeños siempre vigilan y cuentan lo que ven, porque éste lugar es como un refugio para ellos.
«vemos que es un escape para ellos, incluso para nosotros como jóvenes también lo es, pues tenemos un lugar para estar».

¿Qué dificultades se han encontrado en el camino?

Al principio mencionan que les costó la aceptación de los vecinos del terreno, pues al ver que llegaban muchos jóvenes, las personas de la colonia pensaban que se dedicaban a realizar actividades delictivas, debido a la problemática social que se viven en la colonia respecto a las adicciones.
Quienes trabajan en MATI lucharon contra esta manera de pensar de sus vecinos y al cabo del tiempo, las personas de la colonia se han dado cuenta de la importante labor que realizan, han sido pocos adultos los que han visitado el lugar, sin embargo, los que han llegado se han ido con una muy buena impresión, nos comentan los entrevistados con una sonrisa en el rostro.
Las principales limitantes para el proyecto son la falta de mano de obra dentro, pues al no ser una fuente de ingresos económicos las personas han dejado de colaborar para trabajar en lugares con un salario (mínimo). Comentan que aún hace falta concientizar a toda la colonia para que entiendan de qué se trata el proyecto.
«pero poco a poco estamos saliendo de eso y sabemos que vendrá más apoyo, pero debemos ser constantes en trabajar el espacio».
Es importante resaltar que el contexto socioambiental de la colonia para comprender la importancia, urgencia y asertividad de este proyecto y sobre todo, la riqueza de su creación, la cual radica en ser una iniciativa creada desde las claras necesidades de la población, hecha por gente que vive en las mismas condiciones que las personas a las que se dirige el beneficio, es decir una colaboración totalmente horizontal que únicamente busca rescatar lo poco que queda de árboles y lo mucho que hay de esperanza en la nueva generación, que como ellos dicen, pueda salir limpia de la vida en la calle, sin caer en adicciones y con muchas ganas de un mundo mejor.
El cascajal tiene problemas visibles como el alcoholismo, vida que para los niños es normal por ser el ejemplo que observan en sus casas; el analfabetismo, la mayoría de sus habitantes incluyendo todos los grupos etarios no saben leer ni escribir. La educación que se imparte en la escuela primaria publica de la colonia, mencionan, no ha generado impactos significativos, pues muchos niños que están en 5 o 6 de primaria no saben leer ni escribir correctamente. Motivos que, según los entrevistados, hacen que los jóvenes caigan en vicios pues no ven otras oportunidades para el desarrollo
«Aquí desde los 15 años se casan y tienen hijos, muchos de ellos son nuestros amigos».
La grave problemática ambiental de la colonia la hace un área vulnerable y expuesta ante los efectos del cambio climático, ya que las minas de arena continúan cavando, paradójicamente habitantes de la colonia trabajan ahí, pues el pago del jornal es de 100 pesos. En la época seca, cuentan que se forman remolinos de polvo, que como consecuencia traen enfermedades provocadas por virus y parásitos, principalmente salmonelosis y problemas respiratorios.
La mayoría de las personas se dedica a trabajos de mano de obra pesada y riesgosa en donde no se requiere de ningún documento, como la albañilería, estibadores, trabajan en las recicladoras, en abarrotes, mercados. Las mujeres se dedican a buscar «lavadas» en casas de la ciudad, venden verduras y se llevan a los niños a trabajar también.
La violencia que se genera por las adicciones y las carencias, se mezcla con las costumbres arraigadas de la población, que dentro del contexto urbano logra un proceso de transculturización a edades muy tempranas de las niñas y niños, muy marcado mencionan, en aspectos de violencia de cualquier tipo.
MATI está creando un nuevo concepto de vida y aprendizaje para niñas, niños y adolescentes, les está dando la oportunidad de entrar en contacto con la naturaleza, recrearse y vivir, aunque sea por unas horas a la semana, una necesidad y derecho básico fundamental: jugar y aprender.

Experiencias para compartir:
En otras colonias la misma gente se apropia de lugares para trabajar con niñas y niños, adultos mayores, ¡el público sobra para trabajar!, afirmaron los jóvenes.
Los jóvenes emprendedores exhortaron que «Si no hacemos nada desde nuestra propia casa no vamos a empezar a ver la mejora en otros lados». La mejor manera de trabajar es con los amigos del lugar, meter gente de otro lugar es difícil porque no entiende lo que la colonia vive.
Este hermoso proyecto necesita mejorar las condiciones de su cabañita, a la que le entra el agua de la lluvia que moja las cosas que han logrado en este año y medio de trabajo; el lugar es inseguro cuando llueve, al ser su topografía una pendiente, los niños se caen y pueden sufrir accidentes, alertaron.

Si te interesa saber más sobre MATI puedes comunicarte aquí:
Mail:

mati-cultura@outlook.com
amoramarillo92@gmail.com

Celular
9671209820 y 967 1529030

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