Las mujeres tienden a tener peores experiencias con la menopausia en países donde su valor se basa en la juventud y la capacidad reproductiva y el envejecimiento está asociado con el declive
Berenice Chavarria Tenorio / Cimac Noticias
Ciudad de México.- En países como Canadá, las mujeres inuit, al llegar a la menopausia, reciben un trato de mayor respeto al ser consideradas más sabias. Por su parte, las mujeres mayas de Guatemala aún perciben esta etapa como un tabú y se preocupan al comenzar a notar las señales. En naciones como Estados Unidos o Gran Bretaña es vista como un proceso patológico, por lo que se recurre a la medicalización con terapias hormonales para combatirla.
La menopausia es uno de los procesos de las mujeres menos investigados y muy poco entendidos, incluso llega a considerarse como una enfermedad, en lugar de un momento natural para millones de mujeres en el mundo.
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) define la menopausia como el «término permanente por más de 12 meses de la menstruación, seguido de la pérdida de la actividad hormonal en el ovario».
Al hablar de menopausia no existe una experiencia universal pues, además de la variación en las edades de inicio, hay mujeres que deciden utilizar medicamentos tras la aparición de síntomas, mientras que otras prefieren no hacerlo.
Durante la transición a esta vivencia, las mujeres pueden experimentar cambios corporales que en ocasiones derivan en síntomas vasomotores (sofocos y sudores nocturnos), dificultades para dormir, cambios de humor, además de dolores musculares o articulares.
Estos signos pueden tener una duración limitada; sin embargo, es importante recordar que su naturaleza y gravedad varían entre cada mujer. En ese sentido, ¿qué tan recomendable es la medicalización?
Pluralidad de vivencias
La obstetra Martha Hickey, adscrita al Royal Women»s Hospital de Victoria (Australia), destaca en un informe publicado en el British Medical Journal que «las expectativas y experiencias de la menopausia de las mujeres están fuertemente influenciadas por factores personales, familiares y socioculturales». Es decir, una mujer mexicana no atravesará este proceso de la misma forma que una mujer británica, ya que la multiplicidad de vivencias es infinita.
«Los estudios transculturales muestran una variación geográfica y étnica sustancial en la experiencia de la menopausia. Mientras que las mujeres en países de altos ingresos tienden a reportar más síntomas vasomotores, una revisión de mujeres menopáusicas en 11 países asiáticos encontró que los dolores corporales y articulares eran los síntomas más problemáticos, afectando al 76 por ciento de las mujeres coreanas y al 96 por ciento de las mujeres vietnamitas. Solo el 5 por ciento de las mujeres indonesias reportaron sofocos», se explica en el informe.
La doctora Martha Hickey también enfatiza que la experiencia de las mujeres está influenciada por los valores sociales en torno a la reproducción y el envejecimiento, con sus correspondientes ramificaciones positivas o negativas: «Las mujeres tienden a tener peores experiencias con la menopausia en países donde su valor se basa en la juventud y la capacidad reproductiva y el envejecimiento está asociado con el declive».
La medicalización para la eterna juventud
Desde hace siglos, las opiniones negativas sobre el envejecimiento reproductivo en las mujeres se han impregnado en la sociedad. Por ejemplo, en el siglo XIX se pensaba que la menopausia causaba un trastorno nervioso con múltiples manifestaciones físicas y psicológicas, fue así como se comenzó a medicalizar este proceso para que las mujeres trataran la supuesta enfermedad.
«El mensaje de que la menopausia es una señal de decadencia y declive, que potencialmente puede retrasarse o revertirse mediante tratamientos hormonales, persiste y es reforzado por los medios de comunicación, la literatura médica y la información para mujeres, a menudo impulsada por intereses de marketing», señala el informe del British Medical Journal.
Ante este panorama, surge la duda sobre qué tan perjudicial o benéfica es la medicalización. Martha Hickey argumenta que «la medicalización tiende a enfatizar los aspectos negativos de la menopausia y, si bien los tratamientos efectivos son importantes para aquellas con síntomas molestos, la medicalización puede aumentar la ansiedad y la aprehensión de las mujeres sobre esta etapa natural de la vida».
Por su parte, en la investigación Medicalización del cuerpo de la mujer: menopausia y envejecimiento como dianas terapéuticas, la enfermera Aina Gelabert Campins resalta que la medicalización en este proceso «conduce a un trato desigual a la hora de diagnosticar problemas, ya que muchas veces los profesionales achacan ciertos padecimientos a la menopausia sin las pruebas diagnósticas suficientes».
Sin embargo, Gelabert Campins reitera que cada menopausia es diferente y la medicalización dependerá de la mujer y cómo vive este proceso.
Cambiar la narrativa
En medio de un mundo que juzga y desvaloriza los procesos femeninos, la obstetra Martha Hickey destaca la importancia de modificar las narrativas y normalizar la menopausia al remarcar los aspectos que resultan positivos o neutrales para muchas mujeres, entre ellos la falta de menstruación, el embarazo y la anticoncepción.
Sumado a ello, es importante brindar a las mujeres información adecuada y oportuna sobre el manejo de los síntomas problemáticos. Esto permitirá que cada una entienda su cuerpo y sus procesos con seguridad y confianza.