La democracia representativa tiene como uno de sus actores principales a los partidos políticos que pueden ser definidos como asociaciones integradas de forma voluntaria con poseen un programa de gobierno, que canalizan intereses de la sociedad, que concurren a las elecciones y con las candidaturas que postulan pueden ocupar cargos públicos. Estas definiciones, que retoman las ideas de Giovanni Sartori y Ramón Cotarello, consideran dos aspectos: la membresía y la vocación de gobierno.
El primer aspecto es fundamental para acreditar su presencia en el territorio. Un partido, en efecto, debe ser representativo de un grupo social más o menos numeroso, evitando haber sido creado por un grupúsculo para la representación de intereses particulares. Formar gobierno es natural a los partidos. Es desde ahí en donde estas organizaciones pueden concretar su ideario político.
Serán siete los partidos políticos que, habiendo satisfecho el requisito del número mínimo de militantes para mantener su registro nacional, podrán participar en las elecciones de 2024 en México.
Es decir, todos tienen más del 0.26 por ciento del padrón electoral de la última elección federal (2021); superan los 246,270 individuos afiliados, con al menos 3,000 personas en 20 entidades federativas, como mínimo. De forma desagregada, las cifras son las siguientes:
Morena, 2,322,136 (32 entidades); Partido Revolucionario Institucional, 1,411,889 (31 entidades); Partido de la Revolución Democrática, 999,249 (29 entidades); Partido Verde Ecologista de México, 592,417 (28 entidades); Partido del Trabajo, 457,624 (30 entidades); Movimiento Ciudadano, 384,005 (29 entidades), y Partido Acción Nacional, 277,665 (25 entidades).
No deja de llamar la atención que el PAN, que ha ocupado la Presidencia de la República en dos ocasiones y fue uno de los impulsores de las alternancias electorales a nivel subnacional, tenga el menor número de ciudadanos afiliados, de acuerdo con la información del Instituto Nacional Electoral. Por otro lado, no es extraño que Morena tenga el mayor número de militantes considerando su propia evolución, primero, como movimiento social; luego, como asociación civil y, finalmente, como partido político nacional, y el arraigo de su dirigente.
Las cifras anteriores no se corresponden, de forma necesaria, con los votos que cada partido obtiene en las elecciones, ya que como se puede colegir al ver el número de militantes por partido, este es inferior al padrón electoral, que está integrado por poco más de 93 millones de personas. La ciudadanía simpatiza con un partido o con varios y vota por ellos sin reparar en si son militantes o no.
Con todo, tener militantes es importante porque significa la identificación de la persona con el ideario, historia y acciones del partido; la defensa que puede hacer de los principios, programa de gobierno y plataforma política de la organización; la participación en distintas actividades, incluso, el financiamiento que pueda dar.
El actual número de militantes refleja que los partidos no generan adhesiones voluntarias masivas. Sin más ciudadanía involucrada, convencida y actuante dentro de los partidos estos son meros membretes.