Nació en Italia, pero su trabajo lo desarrolló en México, país donde trabajó con mujeres indígenas, disidencias sexuales y escritoras y donde fue promotora de la literatura y las artes desde el enfoque feminista
Ciudad de México.- Aunque nació en Europa, a lo largo de su vida se identificó con las mujeres, las luchas y los movimientos de América Latina o de Abya Yala, como se autodefinen las naciones americanas; así era la escritora, docente universitaria y feminista Francesca Gargallo Celentani, quien llegó a México en la década de los años 70 y falleció este 3 de marzo en la Ciudad de México.
Nació en Italia, pero su trabajo lo desarrolló en México, país donde trabajó con mujeres indígenas, disidencias sexuales y escritoras y donde fue promotora de la literatura y las artes desde el enfoque feminista. «Cree en el feminismo como un aporte político para la humanidad , y en ese sentido sigue siendo política», según la describió la periodista Cristina Renaud en 1992.
Escribe narrativa porque es su manera da captar la realidad y de reflejarla a los demás. Militante en su adolescencia de la Federación Juvenil Comunista Italiana, más tarde en la Universidad de Roma es atraída por el trostkismo, ligándose «en forma personal, no precisamente partidista» a la Liga Socialista Revolucionaria. En la actualidad no ejerce ningún tipo de militancia partidista. Cree en el feminismo como un aporte político para la humanidad, y en ese sentido sigue siendo política.
Extracto de la entrevista que realizó la periodista Cristina Renaud a Francesca Gargallo, publicada en la revista Fem, 1992
Apenas en diciembre de 2021 la escritora y periodista Verónica Ortiz escribió: «Nuestra autora, la querida Francesca Gargallo nació en Roma, Italia. Después de estudiar filosofía vino a México para quedarse, tenía 24 años. En la UNAM se doctoró en estudios latinoamericanos en la Facultad de Filosofía y Letras. Ha publicado cuento, novela, poesía. Sus ensayos, talleres y seminarios sobre feminismo latinoamericano le han otorgado un lugar preponderante en México y varios países centroamericanos».
Tras conocerse la muerte de la escritora, el diputado por Morena Hirepan Maya Martínez propuso un minuto de aplausos en memoria de los aportes de la feminista. «Se ocupó de la historia de las ideas feministas y buscó desde siempre entender los elementos propios de cada cultura en la construcción del feminismo, entendido como una acción política del entre mujeres y las reacciones que despierta en la academia, el mundo político y la vida cotidiana», dijo.
«Enamorada de la plástica, buscó entre las artistas una expresión del placer y la fuerza del ser de las mujeres. Narradora, encuentra en sus personajes la posibilidad de proponer otros puntos de vista sobre la realidad que no sean misóginos, viajera del valor a los pasos de las mujeres y el encuentro sobre un mundo que les pertenece», expuso el legislador.
Unos de sus aportes más visibles fue en 2009, cuando ella y la doctora y activista Norma Morgrovejo inauguraron el Seminario de Feminismo Nuestro Americano como asignatura de la Maestría en Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).​ También fue fundadora de las licenciaturas de Filosofía e Historia de las Ideas y Creación Literaria en esta casa de estudios.
A lo largo de su vida escribió noveles, poesía, cuentos y ensayos. En sus ensayos y críticas de arte buscó rescatar el trabajo de las mujeres, por ejemplo a la primera muralista mexicana, Aurora Reyes Flores o revitalizar el trabajo de la novelista Elena Garro, opacada por su esposo Octavio Paz.
Entre los libros que publicó están: Feminismos desde Abya Yala, Ideas Feministas Latinoamericanas, Las Políticas del Sujeto en Nuestra América y su novela más reciente La decisión del capitán, donde el personaje principal cree en la paz y hace la guerra para que no haya más guerra, el cual se presentó en 2021. La reflexión sobre la paz fue uno de sus temas de interés. En un artículo escribió:
«La radicalidad feminista implica una visión pacifista de la política. Más aún: todas las feministas son pacifistas aunque no todas las mujeres lo sean, porque el pacifismo es una posición activa y rebelde frente a la más patriarcal y conservadora de las actitudes sociales y políticas: la guerra».