Mujeres y cambio climatico / Claudia Corichi

En pleno desarrollo de la 26ª Conferencia de las Partes (COP26) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), vigente desde 1994 y con adhesión de los 197 países de la ONU, es fundamental analizar cómo el cambio climático, al igual que tantos otros fenómenos, tiene un notorio impacto diferenciado entre la vida de las mujeres y de los hombres.

Frente a desastres naturales, como sequías, inundaciones, e incluso la pandemia, niñas y mujeres sufren más las consecuencias negativas. Son las primeras en dejar estudios o trabajo para llevar agua, atender al hogar y a la familia, y pierden acceso a servicios de salud con lo que quedan más vulnerables ante las enfermedades. De igual manera, son más proclives a pobreza, pobreza extrema y pobreza alimentaria y, dadas las asignaciones culturales de trabajo, enfrentan más desafíos que los hombres para acceder a sus derechos y conseguir autonomía económica, posesión de tierra y desarrollo, entre otras.

En América Latina y el Caribe hay un rezago en la transversalización de la perspectiva de género, tanto en políticas públicas como en atención a desastres. Esta región, visiblemente afectada por el cambio climático, es geográficamente vulnerable a oleadas de tormentas tropicales y huracanes que han incrementado su incidencia y devastación, hecho que, según el Banco Mundial, podría alcanzar un impacto económico de 100 mil millones de dólares anuales en 2050.

Mientras se aceleran los desplazamientos y el riesgo de sequía aumenta, durante la COP26 se debate cómo rescatar, fortalecer y alcanzar el objetivo de mantener la temperatura global 1.5°C por encima de la era preindustrial. Este objetivo optimista del Acuerdo de París lleva 5 años forcejeando su aplicación e implica controlar y reducir drásticamente la emisión de gases de efecto invernadero –y el compromiso de quienes más los producen–.

El Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) es muy claro: urge actuar. En palabras del Presidente de la COP26, Alok Sharma, «hay un momentum mundial para posicionar el asunto de género al frente de la acción climática» que, opino, es necesario y se relaciona con este reto dual (igualdad-acción climática). Involucrar a niñas y mujeres en la planeación y toma de decisiones es fundamental para la supervivencia, incluyendo a las de comunidades indígenas y rurales, cuyo trabajo y modo de vida está relacionado con la producción de entre 45 y 80% de los alimentos en el mundo.

A propósito de lo anterior, ayer, en el GenderDay de la Conferencia, varias naciones (Alemania, Bolivia, Canadá, Ecuador, EUA, Nigeria, RU, y Suecia) anunciaron programas, estrategias de acción climática con perspectiva de género e inversiones –millonarias– para impulsar el liderazgo de niñas y mujeres (indígenas y afrodescendientes incluidas). Ello, de cara a la 66ª Sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer programada para marzo próximo, que abordará la igualdad en el contexto cambio climático. Lo deseable es que atender ambos temas sea la tendencia.

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