Elena Favial y Francesca Cavallo innovaron con su propuesta en la literatura infantil para niñas y las no tan niñas
Lizbeth Ortiz Acevedo / Cimac Noticias
Había una vez….Una niña llamada Ada a quien le encantaban las máquina…Ada creó el primer programa computacional de la historia.
Había una vez…Una niña llamada Alek que siempre se detenía junto a un árbol de mangos para comerse uno cuando volvía a casa de la escuela. Alek tiene un mensaje para todas las niñas del mundo: Eres hermosa. Está bien ser peculiar. Está bien ser tímida. No necesitas ser igual a las demás.
Así da inicio la narración del libro Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes escrito por Elena Favila y Francesca Cavallo durante el 2017. Estas escritoras innovaron con su propuesta en la literatura infantil para niñas y las no tan niñas.
Favila y Cavallo lograron romper también los rígidos esquemas editoriales y propusieron una narrativa que rompía el adultocentrismo, ponía a las niñas en primer plano y a ellas les proponía esquemas alejados de la pasividad, por el contrario, las invitaban a soñar en grande, a luchar, creer en ellas y a motivarse por la historia de acción de otras que les precedieron.
Cada una de estas historias que escribieron fue dedicada a una mujer, cada una de ellas transformadoras de su época. La diversidad de origen, épocas, culturas y actividades de cada una de ellas hizo del libro una mezcla seductora de posibilidades.
Esta narrativa también le dio validez a los actos de rebeldía. La docilidad establecida para las niñas se descartó con inmediatez porque esa es la única posibilidad de transformar los rígidos estándares sociales para las mujeres que pretenden limitar sueños y aspiraciones, encajonarlos en un espacio mínimo o pequeño, que no incomode.
Ya no más princesas inertes en una cama es espera de un hombre que las rescate, se dejan atrás las protagonistas de las historias que mueren a manos de una mujer con más edad que las odia; se deja atrás la idea de renunciar a una parte de tu cuerpo a cambio de tener lo necesario para ir detrás de un hombre.
Las narrativas cambian y las niñas de esta generación tienen posibilidades como lideresas, transformadoras, auténticas, fuertes, cambiantes, necesarias, suficientes, etc.
La importancia de los cuentos para niñas
Los cuentos para niñas tienen múltiples beneficios entre ellos que logren un sano desarrollo de sus emociones, esto es fundamental en su vida adulta, sin duda son una gran herramienta educativa. La magia forma parte de estos, una posibilidad que la persona adulta ha olvidado.
La narrativa infantil permite adentrarse en un mundo de inocencia, honestidad y formación porque no se tienen prejuicios, es un mundo para aprender y aprehender porque a partir de ahí se generan modelos de referencia.
Qué decir de adquirir el hábito de la lectura. Esta es la única forma de acercarse a ello.
Una vez con el libro en la mano, ya sea leyendo o escuchando las niñas pueden echar a volar su imaginación y con ello ampliar sus redes neuronales porque se comienzan a entender los tiempos, los límites, las potencias, los espacios, la memoria y la conexión entre todo eso. Aunado a la cercanía filial que se establece con quien acompaña la lectura.
Aunque ya tiene tiempo que se lanzó al mercado la serie de libros de estas autoras de forma reciente, se dio a conocer que algunas mujeres de la vida pública contemporáneas se unían a un podcast para narrar estos cuentos de propia voz, como: Lila Downs, Gloria Estefan, Karla Souza, entre muchas otras más. Cada episodio trae una nueva historia, sobre la valentía, la amistad, la superación y la importancia de perseguir los sueños.
La narrativa auditiva también amplía públicos, las niñas que necesitan de escucharlas este tipo de ejercicios literarios y auditivos les ayudan a transformar sus realidades a ampliar sus panoramas y ser la niña rebelde que la adulta necesita que sea.
La lectura para niñas forma parte del legado que les dejamos las adultas a ellas y hacerlo
de forma responsable y amorosa forma parte del cuidado emocional que les damos.
No olvidemos la nutrición emocional que necesita ser variada, con ética, libertad y posibilidades. Sin olvidar al feminismo como política trasgresora.