Hoy es Día de Reyes, especial para la niñez que preparó su carta llena de deseos y despertó buscando que por arte de magia se hicieran realidad. Quienes estamos en la misión de formar nuevas generaciones, adquirimos el desafío que el 2020 y la pandemia nos dejaron, sin opción ni preparación: escuela en casa.
A días de volver a clases virtuales, y después de 9 meses así, la necesidad de aislamiento para evitar contagio truncó las rutinas de todas las personas, sin importar edades. Aunque en algunos Estados del país se plantea el regreso a clases presenciales este mes (voluntario y escalonado), la mayoría de la República continuará en esquema a distancia el resto del ciclo escolar. Afortunadamente, el virus no afecta gravemente a niñas y niños en edad preescolar y de primaria, pero hay otros efectos tanto para ellas y ellos, como para sus madres, padres y/o personas a cargo de su cuidado y –ahora– educación escolar.
La escuela, lugar en el que se enseñan y experimentan los conocimientos legado de la humanidad, también es espacio de socialización. El confinamiento obstruyó el proceso de asimilación de normas de conducta, límites, roles y comportamiento en diferentes espacios. También frenó el desarrollo de relaciones afectivas y de amistad. Y hay que sumar el incremento de incidentes de violencia y la caída de los ingresos en 71% de los hogares. Todo impacta en la salud mental de la niñez que hoy experimenta estrés, ansiedad y depresión, así como, irritabilidad, rabietas y berrinches que se agudizan día a día.
Las circunstancias de desigualdad se evidencian. Cientos de niñas, niños y adolescentes de bajos recursos jamás regresarán a las aulas y, según UNICEF México, 1 de cada 6 no pudo continuar su educación a distancia por falta de acceso a tecnología. Por otra parte, el uso de dispositivos electrónicos –solamente durante clases virtuales– llega a triplicar el tiempo recomendado de 1 hora al día, de los 3 a 5 años de edad, y de 3 horas, de los 6 a 18. Si añadimos el uso de computadora, tableta o celular para tareas y recreación existe otro riesgo, investigaciones señalan adicción a esta y cualquier otra actividad que abarque más del 10% de su tiempo. En el país con mayor obesidad infantil en el mundo debemos seguir la recomendación de la OMS de mínimo 60 minutos ejercicio al día, desde los 5 años.
Nuestras niñas y niños se encuentran sobre estimulados y enfrentan lo cotidiano con aburrimiento, atención dispersa y comportamiento complejo. Con escuela y trabajo en casa, encontrar tiempo, espacio y forma para jugar, leer y cantar parece imposible, pero es indispensable si se quiere evitar secuelas más profundas. La formación de personas autónomas, íntegras y resilientes está en nuestras manos.
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@ClauCorichi