La artista es reflexiva sobre su trabajo y todo lo que sucede a su alrededor, se ha cuestionado la temática de su obra y cómo llegó a ella, también sobre las acciones de las instituciones de promoción de la cultura y las artes, y la organización de la comunidad artística en Chiapas
Sandra de los Santos / Aquínoticias
Cuando era niña se metía debajo de la cama y pintaba con gises las tablas que sostenían el colchón, quedaba llena del polvito de los gises, pero contenta de lo que creaba en ese pequeño espacio, que ella convertía en un lienzo. Ninfa Torres Lagunes tiene 38 años de edad es Licenciada en Artes Plásticas por la Universidad Veracruzana y desde el 2008 radica en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en donde es docente de la Licenciatura en Artes Visuales de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach).
Ninfa no se metía debajo de la cama para esconderse o algo así, realmente, era porque utilizaba cualquier espacio para poder dibujar. Tanto su padre como su madre la impulsaron tanto a ella como a sus hermanas a seguir lo que les apasionaba.
«Mi madre no tuvo la oportunidad de estudiar por el machismo que existía y a ella le hubiera gustado así que siempre nos apoyó para continuar con nuestro proyecto de vida» cuenta la artista.
Ninfa es originaria de un municipio en Veracruz llamado Misantla. En ese lugar pasó la infancia y adolescencia sin tener una formación formal en artes. Al principio, dice, quería ser poeta, pero después las ilustraciones que hacía para sus escritos fueron ganando terreno y terminó decidiéndose por la pintura.
«Cuando mi mamá o mi papá iban a Jalapa me llevaban bastidores o pinturas para que yo pudiera trabajar, ellos siempre fueron muy generosos con mi trabajo y confiaron en mí. Nunca tuve una formación formal en el área hasta que entré a la universidad» cuenta la creadora.
Al terminar la secundaria tomó un curso de repujado y después les dio clases a mujeres de la tercera edad sobre pintura. Hacía cuadros, que le compraba de manera frecuente una familia y eso la alentaba a seguir por el camino de las artes de manera profesional, sabía que era una carrera posible.
Su propia experiencia la hace reflexionar sobre la importancia de los contextos y la formación escolar en artes para las niñas que quieren dedicarse a esta área. «Tuve un ambiente favorecedor porque me alentaban a seguir», pero no todas corren con la misma suerte sobre todo cuando se está en un municipio o en contextos adversos y si a eso se suma que la formación en artes en las escuelas de educación básica es deficiente.
Ninfa Torres Lagunes logró ingresar a la carrera de Artes Plásticas en la Universidad Veracruzana. Al terminar se dedicó un tiempo corto a proyectos propios y después hizo una estancia en España. En el 2008 llegó a Tuxtla Gutiérrez para incorporarse a la plantilla de docentes de la Unicach. Sabía que no llegaba a un lugar árido.
«No conocía Tuxtla, pero tenía muy buenos amigos acá que habían estudiado en Veracruz así que no me daba miedo venir. Cuando busqué en internet Tuxtla lo que me apareció fue el edificio del «Jaime Sabines» y dije si ese lugar tiene un Centro Cultural así, quiero estar allá» recuerda la pintora.
El encuentro con el feminismo
Ninfa Torres Lagunes ahora lo dice con todas sus letras: «soy feminista» y en su obra se nota. Cuenta que se adentró a este tema hace algunos años mientras estudiaba la maestría, pero que realmente siempre anduvo rondando en su obra.
«Yo empecé a hacer retratos de mujeres como consecuencia natural porque he estado rodeada de mujeres. Cuando era estudiante hice muchos autoretratos y en la tesis de mi licenciatura hice una serie de pinturas al óleo que era una apropiación entre las monjas coronadas novohispanas y las modelos de las revistas» recuerda la artista.
Esa serie era una forma de cuestionarse dónde se situaba ella ya que sentía que no encajaba entre el estereotipo de las mujeres del pasado, pero tampoco del presente.
Y aunque ha realizado series sobre otros temas lo que siempre ha estado presente en su obra son los retratos de las mujeres, en donde cuestiona los estereotipos de belleza.
También pintó al artista chiapaneco Fabián Cháirez, autor del llamado «Zapata Gay», que fue tan controversial el año pasado. La exploración en ese trabajo también tenía que ver con las representaciones del cuerpo y los estereotipos que existen a su alrededor.
Ninfa es reflexiva sobre su trabajo y todo lo que sucede a su alrededor, se ha cuestionado la temática de su obra y cómo llegó a ella, también sobre las acciones de las instituciones de promoción de la cultura y las artes, y la organización de las y los creadores.
Dice que ahora el feminismo atraviesa su obra porque ya es parte de ella así lo que esté haciendo sea un paisaje o un retrato.
Ninfa habla de la brecha de género que existe en el arte entre hombres y mujeres, por ejemplo, como docente de la única institución que ofrece la Licenciatura en Artes Visuales nunca le ha tocado tener a una mujer indígena como alumna, en cambio, sí a hombres de los pueblos originarios.
A nivel nacional ya hay más mujeres estudiando artes que hombres, sin embargo esto no se ve reflejado en las exposiciones o los acervos. Por ejemplo, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tiene el 60 por ciento de mujeres matriculadas en formación artística, pero estos datos se invierten en los espacios de exposición, y en los acervos no alcanza ni el 25 por ciento.
En las becas para artistas también hay menos posibilidades para las mujeres, aunque ya algunas mencionen que tienen perspectiva de género, pero en la práctica aún no es notable. Para ejemplo, también, está la convocatoria de Arte Ayuda del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes (Coneculta) en Chiapas, donde la mayoría de personas que salieron seleccionadas en categorías en las que históricamente son las mujeres que han practicado y conservado esos oficios y artes como lo son: alfarería y textiles, fueron hombres.
La situación de contingencia, considera Ninfa, en lo laboral no la ha afectado mucho ya que ha continuado con diferentes proyectos, pero considera que a nivel colectivo como comunidad artística y principalmente para las mujeres, los ha desvinculado más como gremio.
Ninfa tiene un panorama claro sobre la comunidad artística y aunque ve muchos retos que superar también tiene una gran confianza en las nuevas generaciones con la que le toca convivir como docente, sabe que también el arte se está resignificando y que cada vez será más violeta.