Ojalá y fuera una cuestión de ya no enviar a más médicas, docentes o biólogas a Nueva Palestina o cualquier otra región de Chiapas, que se encuentre alejada de las cabeceras municipales. La situación es mucho más profunda
Sandra de los Santos / Aquínoticias
El fin de semana, después que se dio a conocer el lamentable caso de médica Mariana en la comunidad Nueva Palestina en el municipio de Ocosingo, cinco personas conocidas, dos de ellas me pidieron que su relato no fuera dado a conocer, me confiaron sus propias historias de acoso sexual en sus centros laborales, tres de esos cinco casos era por parte de compañeros de trabajo y los otros dos por habitantes de la localidad.
En un texto que fue difundido ayer en este mismo portal y el periódico Portavoz comparto tres testimonios de las mujeres que me contaron su historia, todas ellas han pasado su vida laboral en diferentes comunidades en Chiapas.
La primera versión sobre lo sucedido con Mariana fue que pobladores de Nueva Palestina en Ocosingo abusaron sexualmente de la médica, pero su mamá dijo en la manifestación del domingo que fue un médico, compañero de trabajo, quien la atacó.
¿Qué tanto cambia esto la reprobación de hecho? ¿Los comentarios en redes sociales, que en muchas ocasiones se volcaron en contra de «esos salvajes» que viven en las comunidades?
Hay una realidad y es que las mujeres cuando se encuentran lejos de sus redes de apoyo, como cuando se van a otros lugares a trabajar, son más vulnerables a ser violentadas. También es cierto que hay zonas donde la violencia es más fuerte que en otras.
Pero, lamentablemente, la violencia contra las mujeres pasa todos los días, en todos lados y por hombres que tienen diferente grados de estudios, clase social o la diversidad que se puede imaginar.
Ojalá y fuera una cuestión de ya no enviar a más médicas, docentes o biólogas a Nueva Palestina o cualquier otra región de Chiapas, que se encuentre alejada de las cabeceras municipales. La situación es mucho más profunda.
Tampoco, inclusive, se trata de correr a una sola persona para que la situación mejore. Aunque en este caso más de una debería de ser retirada del servicio público porque han mostrado su falta de competencia.
El caso de Mariana, tan lamentable, ha exhibido la falta de perspectiva de género en diferentes áreas y la necesidad de crear protocolos de actuación para estos casos, convertir en acciones los actos de protesta, trabajar para crear espacios seguros y libres de acoso para las mujeres.
Veo que ahora los Sindicatos se indignan con este caso y qué bueno, pero cuántas veces han sido ellos quienes han defendido a docentes y personal de salud que tiene denuncias por acoso. ¿Qué están haciendo por re-educarse? Acá no solo se trata de ver qué no hizo o qué está haciendo el otro, también toca cuestionarse qué se está haciendo desde donde podemos tomar decisiones.
¿Qué hacen los hombres en su cotidianidad para evitar la violencia contra las mujeres o no violentar? ¿Qué acciones emprenden las mujeres que están en puestos de decisión? ¿Qué tanto volteamos a ver a otro lado cuando sabemos de un caso de acoso en el lugar que trabajamos?
Honremos la vida de Mariana y hagamos que no se repita su caso, no nos acostumbremos a la negligencia, no naturalicemos la violencia, no volteemos a ver a otro lado porque esta lucha también es nuestra.