Muchas personas dicen que no existe, que es un invento, que solamente es para acusar y perseguir a los hombres. Lo vimos en tiempo real: el pacto patriarcal existe y goza de espléndida salud.
Este tipo de pacto consiste en una serie de acuerdos implícitos que avalan y mantienen normas y comportamientos tradicionales en detrimento, en especial, de las mujeres y otros grupos en condición de vulnerabilidad para favorecer a los hombres. Los roles tradicionales de género, las desigualdades, el control de la sexualidad y las violencias son normalizados y aceptados como parte del orden social en donde los varones mandan. Así de sencillo, así de complejo, así de irracional.
A Cuauhtémoc Blanco lo salvó el pacto político que dice no hay que ir en contra de nadie que forme parte del movimiento porque se debilita la transformación y el pacto patriarcal.
Es cierto, las diputadas apoyaron Blanco, pero también lo hicieron los diputados de Morena, del PRI (volviendo a aparecer el PRIMOR) y del Verde (al menos, aquí, se rompió la alianza con el PT que no se plegó a la mayoría).
291 personas legisladoras votaron para desechar la solicitud de desafuero presentada por la Fiscalía General de Justicia de Morelos; hubo, además, 158 votos en contra y 12 abstenciones. De esta cifra, el número total de diputadas que apoyó con su voto a Blanco es 137; de Morena, 100; 20 del Verde, del PRI, 14, y 2 del PT. Además, del voto de una diputada sin partido. Los diputados, por su parte, que votaron en el mismo sentido sumaron 154: 93 morenistas, del Verde, 35; 19 del PRI y 7 del PT. La diferencia entre la votación de mujeres y hombres no es mucha, pero hay más votos de varones (¿hombres protegiéndose unos a otros?).
En favor del desafuero votaron un total de 158 personas: 67 panistas (32 mujeres y 35 hombres); 38 del PT (16 mujeres y 22 hombres); 26 de Movimiento Ciudadano (13 mujeres y 13 hombres), 25 de Morena (22 mujeres y 3 hombres), y 2 mujeres del Verde.
Las 25 abstenciones se distribuyeron así: Morena: 12 (8 mujeres y 4 hombres), PVEM: 5 (2 mujeres y 3 hombres), PAN: 4 (1 mujer y 3 hombres), y PRI: 4 (1 mujer y 3 hombres).
Si bien la responsabilidad es para mujeres y hombres en su función de representantes populares y defensores de los intereses nacionales, ¿por qué no se exige más a los diputados que protegieron a Blanco? ¿Quién dice que las diputadas son las responsables de que el diputado morenista mantenga el fuero constitucional? ¿Por qué parece normal que los hombres apoyaran a uno de sus pares?
Los miembros hombres –cis o no, heteros o no– del partido poco han dicho sobre el particular, limitándose a los argumentos legales, pero es notorio que esto va más allá, evitando “contaminar” (¿más?) el proceso judicial. Hay un sector que señala a las diputadas de no hacer lo necesario para que procediera el desafuero, pero ¿quién dijo que ellas tenían que hacer todo el trabajo cameral? Tal vez, si eso fuera cierto, todo iría distinto, un poco mejor. En esa narrativa, se omite, con claridad, que los congéneres de Blanco votaron mayoritariamente para protegerlo.
Por su parte, los hombres apartidistas o contrarios al partido gobernante, sostienen que Morena tiene entre sus cuadros a violentadores de mujeres, pero no dicen a voz en cuello que son los varones, sin ninguna distinción, quienes perpetran esos ominosos actos (no todos los hombres son agresores, pero todos los agresores son hombres). No vaya a ser que luego uno de ese grupo sea el acusado. Quedarse callado es “curarse en salud”.
Hay que romper el pacto patriarcal, pero a ¿quién le toca esto? Sí, a nosotros, los hombres.