PAKAL ya pesa en Chiapas
En los últimos cinco años, Chiapas, se convirtió en el escenario sede de diversas acciones del crimen organizado y entro en una creciente ola de tensiones derivadas de la acción de grupos armados. Ese escenario cambio a partir del 8 de diciembre del 2024 con la irrupción del Pakal mismo que ha emergido como un actor clave en los operativos de seguridad.
Prácticamente en todo el sexenio anterior las fuerzas del orden mantuvieron una inacción y/u omisión y/u complicidad, es decir, se limitaron a voltear para otro lado mientras las bandas del crimen organizado se empoderaban. Ello, dio como resultado la proliferación de crimen organizado lo que trajo un escenario de caos y7 descomposición social. Las bandas criminales apoderándose de las rutas de acceso al país para extorsionar migrantes, alcaldes y policías locales fueron cómplices, limitándose a pasar por su pago, mientras que la autoridad estatal tiró la toalla conformando un escenario dantesco.
Por ello, desde el primer minuto de su toma de protesta del gobernador Eduardo Ramírez Aguilar, los operativos atribuidos al grupo Pakal se han intensificado en comunidades estratégicas de Chiapas, particularmente en aquellas cercanas a la frontera con Guatemala. En estas zonas, marcadas por décadas de conflicto social, pobreza y rezagos estructurales, las acciones del grupo han generado posturas divididas: mientras algunos las ven como un mecanismo necesario ante la inacción del Estado, otros las denuncian como una amenaza a la estabilidad y los derechos humanos.
Y es que a decir de expertos estos operativos tienen una complejidad y que esta radica en un supuesto trasfondo político y social. Según fuentes locales, el grupo Pakal opera con un discurso de lucha contra el crimen organizado. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos han advertido que sus métodos incluyen patrullajes armados, retenes y desplazamientos forzados.
Queda claro, que a diferencia de la pasada administración que estaba prácticamente paralizada, sea por temor o complicidad, ha cambiado radicalmente. En la nueva ERA que encabeza Eduardo Ramírez Aguilar dio un golpe de timón. Bajo el lema de “aquí no hay miedo” se traduce en un cambio diametral con respecto a su antecesor Escandón que estaba paralizado de temor o complicidad, que es peor.
De acuerdo a versiones de expertos, el grupo Pakal opera con tecnología de punta, drones, elementos altamente capacitados, bien armados, y bien pagados con el objetivo de hacer frente a un enemigo que tampoco se queda atrás en lo que llaman “capacidad de fuego”.
Y en que, en Chiapas, ya era necesario que las autoridades actuaran con prontitud, eficiencia y eficacia. Esto implica no solo los operativos vistosos y mediáticos del grupo Pakal, sino también abordar las causas estructurales que han dado pie a su existencia. De no hacerlo, Chiapas podría convertirse en un nuevo foco de violencia sistémica, en detrimento de las comunidades que ya han pagado un alto costo.
La pregunta sigue abierta: ¿es el grupo Pakal una solución temporal a los problemas de Chiapas o una bomba de tiempo en proceso de detonación? Solo el tiempo y las decisiones que se tomen en el presente lo dirán.