La resistencia
No fue frivolidad. Fue maldad. Desprecio, mezquindad.
El liderazgo de Claudia Sheinbaum es incuestionable. El mundo lo reconoce. Pero en casa, aún hay quienes se resisten. No por razones políticas, sino por razones de género.
Y no solo eso. A la Presidenta le gusta el orden, la transparencia, la ciencia de datos. A la resistencia, el dinero, la opacidad, el tráfico de influencias.
Sheinbaum trabaja por el presente y el futuro. La resistencia sabotea, conspira y añora el pasado.
Ella representa el triunfo democrático de un movimiento. La resistencia, la supervivencia del nepotismo y de quienes creen que el poder se hereda.
Ya no hay oposición. Pero sí resistencia.
Lo vimos. Lo vimos todos. La grosera o ¿torpe? forma de ignorarla no oculta sus prioridades y no tiene M. Porque les valió. Porque su desprecio fue, además, un mensaje: no soportan que el reconocimiento a la primera mujer presidenta de México ocurriera, precisamente, en el marco del 8M.
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