El voto de la vergüenza
Cuando los legisladores protegen a un violentador en vez de defender a las víctimas, el Congreso deja de ser poder y se vuelve cómplice.
Eso ocurrió con la mayoría en San Lázaro. Con votos de Morena, el Verde y el PRI se decidió blindar a Cuauhtémoc Blanco. No importaron las acusaciones, no importó la víctima. Importaron los cálculos.
Y Chiapas no fue la excepción. Las y los diputados federales de nuestro estado (a excepción de Roberto Albores y Amadeo Espinosa, del PT), que presumen un compromiso con la justicia y la transformación, votaron para que Blanco mantuviera el fuero.
Ese voto es una traición. A la ética, a la causa de las mujeres y al pueblo que los eligió.
Es el retrato de un Congreso sin autonomía, disciplinado a los intereses de partido. Y lo peor: con un doble discurso que clama justicia en campaña y la niega en el Pleno.
Proteger a un presunto agresor es enviarle un mensaje brutal a las víctimas: que su dolor vale menos que un pacto político.
Ese voto no debe olvidarse. Tiene nombre, apellido y consecuencias.
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