Pantelhó: la extraordinaria que viene

Más allá del mandato legal, lo que está en juego es si esta vez la gente podrá votar sin miedo, sin presiones y sin violencia

Aquínoticias Staff

Pantelhó es el municipio donde el Estado no ha logrado volver. Donde la democracia no ha podido ser ejercida. Donde ni las boletas ni los votos han tenido cabida en los últimos mil días.

El 15 de junio de 2025 arrancó oficialmente el Proceso Electoral Local Extraordinario para renovar el ayuntamiento, y el calendario marca como fecha de jornada electoral el 31 de agosto.

El Congreso del Estado emitió el Decreto 262 apenas el 3 de junio, dando cumplimiento a la sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que ordenó garantizar una elección y limitar el poder excepcional del Concejo Municipal que gobierna desde 2021.

Pero más allá del mandato legal, lo que está en juego es si esta vez la gente podrá votar sin miedo, sin presiones y sin violencia.

Pantelhó no tuvo elecciones en junio de 2024. Tampoco las tuvo en la extraordinaria prevista para agosto de ese mismo año. Fueron suspendidas ambas por razones que no deberían ocurrir en democracia: amenazas y ausencia de garantías. En lugar de comicios, hubo vacío, repliegue, silencio.

Desde entonces, el municipio vive bajo un esquema excepcional: sin cabildo, sin partidos, sin urnas.

En su lugar, un Concejo Municipal nombrado por el Congreso ha administrado el territorio, pero sin legitimidad electoral ni diálogo formal con todos los sectores de la comunidad.

La sentencia del TEPJF, emitida el 21 de mayo de 2025, representa una inflexión: ya no se trata solo de hacer como que se gobierna, sino de abrir de nuevo la puerta a la representación popular. Pero para que haya representación, primero debe haber condiciones mínimas de confianza.

La pregunta no es si habrá elección el 31 de agosto, sino si la gente de Pantelhó quiere votar y, sobre todo, si puede hacerlo sin riesgo.

Con seis meses de gobierno, la administración estatal de Eduardo Ramírez Aguilar tiene en Pantelhó una prueba que no es simbólica, sino estructural: restablecer el orden democrático en uno de los municipios donde el Estado perdió capacidad y presencia real. Porque si la elección no ocurre, o si ocurre bajo condiciones simuladas, se confirmará que aún hay regiones donde la política institucional no tiene margen.

Pero si se logra —con diálogo, seguridad comunitaria y acompañamiento efectivo— entonces Pantelhó podrá dejar de ser el municipio que el Estado abandonó, para ser el municipio que regresó a la democracia.

No basta con convocar una elección. Hay que acompañarla, explicarla, protegerla. Porque el riesgo no es solo que se suspenda otra vez. El verdadero riesgo es que, aún realizándose, nadie la sienta como propia.

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