Parque de la Marimba, una crnica de Tuxtla

El cronista oficial de la capital nos narra un paseo por la tarde en este icónico sitio

José Luis Castro Aguilar

[dropcap]S[/dropcap]on las diecinueve horas. El calor aún es sofocante. Hay una ligera amenaza de lluvia. Las nubes recorren el antiguo valle de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez. El trabajo automovilístico en la avenida central es intenso.
Unos vienen y otros van, van y vienen, En el Museo de la Marimba hay una intensa actividad. El Tuxtlequito, autobús panorámico para recorridos locales, está descansando. El Parque Jardín de la Marimba, inaugurado el 12 de septiembre de 1993, luce en todo su esplendor –alma y corazón del centro tuxtleco–. La Marimba Reina Tuxtleca ejecuta magisterialmente el mambo «Pachuco bailarín». Una veintena de parejas, mexicanas y extranjeras, baila alegremente en la pista circular que se forma en torno al quiosco de rancio sabor colonial: «¡Pachuco bailarín, baila el mambo! / ¡Pachuco, marca el paso!».
Todas las bancas, de estilo colonial, están ocupadas por damas y caballeros, la mayoría de la tercera edad. Son pocos los jóvenes y, menos aún, los niños los que están bailando.
Los niños y niños corren detrás de los ricos antojitos: tamales, tostaditas, champurrado, café caliente, arroz con leche, dulces y pan. Aquí se refleja parte de la vida cotidiana de los tuxtlecos. Punto de reunión de las familias chiapanecas. En la oscuridad, las lámparas del parque parecen gigantes cucayos. Los bellos jardines son muestras de la flora chiapaneca.
Las parejas de novios se acarician, se abrazan y se besan.
La amenaza de lluvia no se cumplió, quizás mañana. La gente conversa animadamente, en voz alta por el bullicio. Las horas «pasan corriendo» sin que nadie se dé cuenta. El recorrido por el Parque Jardín de la Marimba fue grato. Fue una noche inolvidable.

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Todas las bancas, de estilo colonial, están ocupadas por damas y caballeros, la mayoría de la tercera edad. Son pocos los jóvenes y, menos aún, los niños los que están bailando.

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