Durante la emergencia sanitaria, el Observatorio de Mortalidad Materna reportara constantes aumentos en la cantidad de muertes maternas
Diana Hernández Gómez / Cimac Noticias
Ciudad de México.- En México, el acceso a la salud para las mujeres está limitado por una brecha que afecta principalmente a quienes viven en comunidades rurales o indígenas, así como a aquellas con niveles educativos y socioeconómicos bajos. Entre otras consecuencias, esta desigualdad repercute directamente en la atención a mujeres embarazadas. Sin embargo, hay una opción que podría ayudar a cerrar esta brecha: la partería.
Las parteras han existido desde hace siglos en el país y actualmente se reconocen por lo menos tres tipos de esta práctica: partería profesional, autónoma y tradicional. Aunque cada una tiene sus características propias, en general pueden contribuir a solventar la sobrecarga de atención en un sistema público de salud que constantemente es rebasado por la demanda y falta de presupuesto.
Esta saturación aumentó con la pandemia de COVID-19. En ese sentido, no es casualidad que durante la emergencia sanitaria, el Observatorio de Mortalidad Materna reportara constantes aumentos en la cantidad de muertes maternas. Tan solo en febrero de 2021, la cifra de estas muertes aumentó en un 86.3 por ciento respecto al año anterior.
En los momentos más álgidos de la expansión del coronavirus, en estados como Chiapas, la partería demostró ser una alternativa viable para todas aquellas mujeres que se enfrentaron a los cierres de hospitales y centros de salud. Pero además de eso, dejó ver por qué las parteras pueden ser un eslabón necesario entre el Estado y las comunidades marginadas sistemáticamente.
La partería y la medicina tradicional: por el respeto a la interculturalidad
De acuerdo con el Grupo de Trabajo Internacional para Asuntos Indígenas, en México hay 68 comunidades originarias, cada una con costumbres y creencias propias. No obstante, la globalización y expansión del sistema capitalista las ha marginado paulatinamente, con lo que ha extinguido poco a poco sus tradiciones y ha obligado a las personas a adaptarse a otros modos de vida completamente ajenos a los suyos.
Según un estudio del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), en el caso de la atención a mujeres que experimentan un embarazo, esto ha traído consecuencias como la hipermedicalización de las pacientes y prácticas de violencia obstétrica.
Esta violencia —apunta la investigación— es resultado de dos factores. Por un lado, tiene que ver con un sistema de salud saturado donde se prioriza una atención rápida sobre una atención de calidad; por otro, se relaciona con la frágil relación entablada entre el personal de salud y las mujeres en proceso de gestación.
Dicho lazo se refuerza con el acompañamiento de una partera antes y durante el parto. Además, la atención que se ofrece al momento del alumbramiento —que puede incluir el uso de hierbas medicinales, entre otros elementos— representa una alternativa más natural frente a la medicalización.
De esta manera, la partería representa una alternativa para desahogar las salas hospitalarias saturadas y, al mismo tiempo, se convierte en una forma de preservar prácticas ancestrales en el sistema de atención médica.
Pero incluso más allá de esto, de acuerdo con CIESAS y CONACyT, el lazo formado entre las parteras y las comunidades a las que atienden puede funcionar como una «bisagra» necesaria entre el Estado y las zonas marginadas donde los servicios de salud son casi inaccesibles.
A través de una alianza entre las instituciones estatales y las parteras, el personal médico podría conocer de primera mano las necesidades de dichas comunidades. Así, podría generar mecanismos oportunos para atender estas demandas sin dejar de lado las costumbres y los modos de vida de las pacientes.
Fallas en el marco legal impiden la atención adecuada a comunidades marginadas
CIESAS y CONACyT afirman que, a pesar de los beneficios de recurrir a prácticas medicinales tradicionales como la partería, en México hay brechas legales que no permiten su correcta implementación.
En el país existen marcos, programas y regulaciones como la Ley del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas y el Programa Nacional de los Pueblos Indígenas 2018-2024. En ellos se establece que el Estado tomará acciones para promover el ejercicio de la medicina tradicional, en la cual se incluye la partería. No obstante, el estudio citado señala que hay una brecha entre la normativa y la realidad, pues es poco el avance en el reconocimiento verdadero de la partería y de otras prácticas de la medicina tradicional dentro del sistema de salud mexicano.
Apenas en 2021, miembros del Fondo de Población de Naciones Unidas, la Conferencia Internacional de Matronas y la Asociación de Parteras Profesionales —entre otras organizaciones— se unieron en un llamado para incluir a las parteras en el sistema de salud. Con ello, se beneficiaría a las dependencias de gobierno al aligerar la carga para la atención, pero también impulsaría la profesionalización y el reconocimiento cultural y económico de aquellas mujeres que llevan a cabo esta práctica ancestral.