Plan Estatal de Desarrollo: prosperidad / Eduardo Torres Alonso

El cuarto eje del Plan Estatal de Desarrollo (PED) 2025-2030, lleva por título “Chiapas con prosperidad compartida”. La denominación resulta atractiva; tal vez, sea el título más llamativo de los que lo integran tomando en cuenta la grave desigualdad y la pobreza existentes.

Su lectura, no obstante, limita las expectativas. Si bien busca construir una nueva realidad en donde la población tenga mejores condiciones de vida, esta es pensada a partir de la ordenación de las ciudades, el desarrollo económico y la productividad de determinadas actividades. No hay nada de malo en ello; al contrario, son aspectos que hay que atender o mejorar, según sea el caso, pero la prosperidad va más allá. Es la conjunción de distintos elementos económicos, financieros, políticos, sociales, incluso, emocionales, en donde la administración pública estatal tiene que estar bien aceitada para satisfacer las demandas que le plantee la población.

Como ha sido la constante en el PED, en este eje la autocrítica es clara y necesaria. Inicia con el tema de turismo. Nadie puede decir que Chiapas carece de una vocación turística, pero sin una adecuada estrategia que la potencie, la competencia de otros destinos puede hacer, como ha ocurrido en distintos momentos, que la afluencia de visitantes disminuya o que la degradación de la gobernabilidad y la seguridad tenga el mismo efecto pernicioso para las personas que se dedican a los servicios en esta rama. Sin turismo no hay ingresos, sin ingresos no hay con qué satisfacer las necesidades cotidianas y, como una bola de nieve, los problemas van creciendo.

Si uno piensa que el turista se queda muchos días en la entidad, grave error. La estadía promedio en 2024 fue de 1.21 días. ¿Por qué tan poquito? En el PED hay respuestas: “debido a las precarias condiciones de algunos destinos turísticos, la deficiente calidad de los servicios otorgados, la carencia de servicios básicos en los municipios con vocación turística y la falta de proyectos que beneficien a las regiones y sus destinos turísticos.”

Por ello, la conectividad y la inversión se hacen urgentes. Estos dos aspectos no sólo redundarían en beneficios para el sector turístico, sino que apalancarían el desarrollo de la entidad que, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad, se encuentra en el lugar número 30 en esa área. Las razones de esto son múltiples: falta de infraestructura, dificultad en el acceso a servicios, baja formación de capital humano, entre otros. Chiapas sólo supera a Guerrero y a Oaxaca en este índice. Otro dato que muestra la realidad: la inversión extranjera directa fue, para 2024, de 104.7 millones de dólares. Para un ciudadano promedio la cifra puede ser muchísima, pero para una entidad federativa es poco. El estado ocupa la posición 29 en este rubro. Otra vez, al final de la tabla. Estos datos repercuten en el número de empleos formales y en la aportación de Chiapas al Producto Interno Bruto nacional que fue de 1.5 por ciento.

El trabajo bien pagado y con prestaciones no abunda en la entidad. Sólo 12 por ciento de los empleados están asegurados ante el IMSS, lo que es muestra al alto nivel de informalidad. Además, el PED, con datos del INEGI, señala que el 49 por ciento de las personas trabaja en condiciones críticas de precariedad.

En cuanto al número de empresas, las cosas no van tan bien. A pesar de que México es considerado por la OCDE como el segundo mejor país para emprender, el 80 por ciento de las nuevas empresas en el país tienen una vida de cinco años. En Chiapas, el tiempo de vida es similar y abundan las microempresas.

Ordenar el territorio forma parte de la estrategia para cambiar las condiciones económicas, pero no se puede hacer si sólo 60 municipios de 124 cuentan con programas de desarrollo urbano de centros de población; nueve tienen programas de desarrollo urbano y sólo hay un programa de desarrollo urbano de zona metropolitana de los dos que debería de haber. Las ciudades, entonces, son una tarea irresuelta.

Vinculado con la vida citadina, Chiapas no es un estado “cochista”, aunque así lo parezca. Su población se mueve mayoritariamente a pie: más de la mitad de la gente camina y sólo dos de cada diez usan un vehículo privado. A pesar de esta realidad, la entidad privilegia la infraestructura vehicular. En el PED se asegura que el 91 por ciento de las calles no tienen banquetas y el 97 por ciento del presupuesto en movilidad se destinó a infraestructura para vehículos, y el restante tres por ciento para movilidad activa. No hubo inversión en transporte público tan necesario considerando las malas condiciones en las que está. Solamente el 35 por ciento de la población está satisfecha con ese servicio. Hacer un estado en donde coexistan todas las formas de movilidad forma parte de la agenda para tener mejores niveles de vida. Las ciudades deben ser para sus habitantes, no para el coche.

Una vivienda de cada dos no tiene acceso servicios básicos. Tan grave como preocupante. Esta circunstancia incide en la forma de habitar pueblos y ciudades. Más aún, a pesar de la cantidad de energía hidroeléctrica que se produce en Chiapas, la entidad está en el penúltimo lugar de cobertura con el 98.90 por ciento. El no llegar a la totalidad del territorio afecta la provisión de otros servicios como los de salud y educación.

Este eje también atiende lo relacionado con la producción agrícola, ganadera y pesquera en donde la baja productividad asociada a múltiples factores, sean naturales o humanos, afecta la calidad de vida de las personas involucradas en estas tareas. Además, la falta de conectividad dificulta la salida de los productos a los mercados locales y foráneos.

En fechas recientes, la presencia del gusano barrenador en Chiapas ha generado, como si no fuera suficiente, mayores problemas de comercialización y de salud. La cuestión es tan grave y afecta distintas dimensiones de la vida nacional y las relaciones comerciales de México con otros países, que el gobierno de Estados Unidos ha intervenido, en acuerdo con el mexicano, para renovar la planta de fabricación de moscas estériles en Metapa de Domínguez.

El número de políticas públicas y de estrategias son 10 (Turismo con responsabilidad compartida; Industria para el desarrollo; Impulso a las personas emprendedoras; Mejores condiciones laborales en Chiapas para una prosperidad compartida; Planeación urbana y movilidad; Infraestructura de servicios básicos; Infraestructura humanista con respeto al medio ambiente; Producción agrícola con conciencia ambiental; Impulso a la ganadería sostenible para mejorar la producción, comercialización y rentabilidad de las actividad pecuarias, y Pesca y acuacultura para la prosperidad compartida) y 31, respectivamente. Las dependencias y entidades de la administración pública responsables de su atención son: Secretaría de Infraestructura; Secretaría de Economía y del Trabajo; Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca; Secretaría de Turismo; Secretaría de Movilidad y Transporte; Comisión Estatal de Caminos; Promotora de Vivienda Chiapas; Instituto del Café de Chiapas, entre otras.

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