Poder-Prensa-Sociedad / Francisco Gmez Maza

Ni llorones ni mártires de la libertad

[dropcap]Y[/dropcap]a había decidido no volver sobre el negocio de la tan traída y llevada, manoseada, libertad de expresión y la relación clases dominantes – medios – sociedad, pero me picaron la cresta, como dicen en mi terruño. Alguien salió con la tontería de que el de MVS es un caso idéntico al del golpe a Excélsior, dado del 8 de julio de 1976 por el presidente Luis Echeverría Álvarez.
Bueno, para empezar Excélsior, el Periódico de la Vida Nacional, era una cooperativa dueña absoluta de sus medios de producción, dedicada, entre otras actividades periodística, a publicar un diario de noticias y comentarios. MVS es una empresa privada, concesionaria de frecuencias radiales, que generalmente otorga a sus amigos el presidente de la república en turno.
Comprobado que Echeverría fue el autor del golpe que nos expulsó de la cooperativa. En ese momento, nuestro director general, nombrado por nosotros, era Julio Schérer García; el subdirector, Manuel Becerra Acosta, y nuestro gerente, Hero Rodríguez Toro. Y quienes dirigían la opinión editorial, Miguel Ángel Granados Chapa y Miguel López Azuara, Los Migueles. Pero detrás de estos, marchaba una legión de periodistas profesionales, responsables, unos más, otros menos. Eran estos los que hacían Excélsior, las ediciones matutina y vespertina de Últimas Noticias; Lunes de Excélsior; la Revista de Revistas, Ja Ja, entre otras publicaciones.
Las páginas del diario estaban dedicadas a difundir investigaciones de fondo de los graves problemas que afrontaban los mexicanos en aquellos conflictivos momentos aperturistas del Echeverriato, luego de la sangrienta y fatal represión de Gustavo Díaz Ordaz al Movimiento Estudiantil y Popular de 1968.
A Echeverría no le gustó el apellido García, del historiador y periodista Gastón García Cantú, el más agudo crítico desde las páginas de Excélsior de la política presidencial. Tanto, que el mismo presidente le mandó a Schérer García el siguiente mensaje, cuando ya todos los anunciantes habían cancelado la publicidad en el diario por órdenes de Palacio: «Si te quitas tu segundo apellido, todo vuelve a la normalidad», palabras más palabras menos.
Puede cualquiera alegar que los de Excélsior fueron otros tiempos. Sí. De acuerdo. Pero ¡qué tiempos! El periodismo era, más que un modus vivendi, una pasión; una entrega total, sin límite de tiempo. Los periodistas dormíamos con los ojos abiertos. No cobrábamos salarios millonarios. En la redacción todos éramos iguales. Todos genios. Hasta el más chimuelo mascaba tuercas, decíamos. Y el director general era nuestro representante. Nosotros lo designábamos. Tan era así, que Echeverría utilizó a los propios cooperativistas para desconocer a Schérer García. Con la ayudadota de una partida de extraños sombrerudos que se apoderaron de la asamblea de la cooperativa.
El golpe a Excélsior vino directo, sin hipocresías, sin simulaciones. Sin sospechas. Vino de Palacio y de Los Pinos. Ya saben la historia. Y si alguien aún no, hay mucha literatura sobre los hechos.
El caso MVS es otro cantar. En esta empresa hay una relación laboral de patrón-trabajador. Al empresario lo único que le interesa es el negocio. Para él la información es una mercancía, como lo es un dios para las religiones. El empleado tiene que desquitar su salario, sea del monto que fuere. Por momentos, el periodista empleado por la empresa privada goza de ciertas libertades, según lo que ingrese a la empresa por concepto de publicidad comercial. Hay una relación de conveniencia mercantil entre empleador-empleado.
Los trabajadores de la cooperativa Excélsior – obreros, administrativos, reporteros, editorialistas – que decidimos salir a la calle en protesta por la política represiva contra la prensa del presidente, no nos quedamos peleando contra el gobierno. Inmediatamente nos organizamos y lo primero que logramos fue empezar a reportear para enviarles a una veintena de periódicos del interior del país un paquete noticioso porque esas empresas nos apoyaron económicamente.
Y luego vino la revista. La concebimos en casa de Julio, en casa de Manuel, pero principalmente en la casa de Pepe Pagés Llergo, el director de la revista Siempre, gloriosa en aquellos tiempos. Y salimos. Y luego vinieron Vuelta, dirigida por Octavio Paz, y unomásuno, dirigida por Becerra Acosta. Grandes proyectos paridos por verdaderos periodistas, de cuartillas dobladas en cuatro, lápiz y garabatos.
Nada de lloriqueos. Ni mártires de la libertad de expresión y de prensa. Para hacer periodismo no hay que decir mentiras, ni acordar en lo oscurito, ni tener intocables del signo que sean. Para ser millonario mejor dedicarse a comprar y vender verduras en La Merced… Llegarás a ser supermillonario y tener televisión y periódicos de influencia mundial…

fgomezmaza@analisisafondo.com
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