Politicos «secuestran» ayuda para fines de lucro, denuncian

La pesadilla de los damnificados apenas comienza, ya que la entrega de los víveres que han sido recolectados de manera masiva e independiente por personas, instituciones, escuelas, empresas, entre otras, no ha podido llegar a su destino final y gran parte de ella ha quedado almacenada en bodegas

Portavoz / Staff

[dropcap]D[/dropcap]espués que el país fue sacudido con dureza por dos terremotos de 8.1 y 7.1 grados, los cuales terminaron con el patrimonio de miles de familias, la ayuda humanitaria comenzó a movilizarse en toda la República; con esto, las y los mexicanos han demostrado que unidos son más fuertes que cualquier adversidad.
Sin embargo, pese a la gran voluntad y solidaridad con la que se dispone, la pesadilla de la población damnificada apenas comienza, ya que los víveres que han sido recolectados de manera masiva e independiente por personas, instituciones, escuelas y empresas, no han podido llegar a su destino final; gran parte de ellos ha quedado almacenados en bodegas debido a la intervención de los gobiernos.
El caso más representativo se evidenció gracias a una serie de videos que publicaron el pasado 21 de septiembre, en redes sociales, usuarios que se dirigían a diversos municipios de Morelos a entregar despensas.
En las grabaciones alertaban a la sociedad de que los camiones, tráileres o coches particulares donde trasportaban los víveres fueron detenidos, se les impidió el acceso al estado y sostenían que la ayuda fue arrebatada y desviada hacia bodegas del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de la entidad, para luego ser re-etiquetada.
«El DIF lo va a empaquetar, lo va a contar como nos dicen ahorita, y lo van a meter en cajas o en bolsas que digan: Gobierno del Estado, DIF Morelos», arguyó una voluntaria.
En otro video se cuenta que un camión de Nayarit fue interceptado por la Policía, que indicó que en lugar de dirigirse a las comunidades se trasladara a un centro de acopio ubicado en Bajada Chapultepec.
De igual forma, miembros de los clubes Paracaidismo Albatros y Sky Dive Cuautla reportaron haber sido detenidos por autoridades del Estado de México, mientras llevaban 15 toneladas de víveres para Morelos.
Según información del portal Arena Pública, la carretera México-Cuernavaca también fue bloqueada por la Policía, donde camiones provenientes de Michoacán fueron obstaculizados y los víveres fueron retenidos en las bodegas del DIF estatal. La explicación que les dieron fue que la dependencia les proporcionaría la ruta más adecuada para ayudar, pero antes debía pasar por un proceso de selección, empaquetado y sellado con el logo de «Fuerza Morelos, Graco Ramírez».
Artistas como Belinda, quien dirige la fundación «Gaia Planeta Azul» —la cual funge como centro de acopio—, se sumó a las acusaciones contra la dependencia mediante un tweet en que señaló que le fue secuestrado un camión con ayuda humanitaria.
En el número 239 de Portavoz ya se había hecho mención sobre la desconfianza de los mexicanos al detectar actos de proselitismo político en las comunidades de Chiapas y Oaxaca; y con información retomada por Sin Embargo, se informó que el medio estadounidense The New York Times hizo eco de las sospechas y temores de la población, respecto a que los recursos y apoyos pudieran ser mal utilizados con fines políticos para las próximas elecciones.
También cuando Veracruz fue devastado por el huracán «Katia», el gobernador de dicho estado, Miguel Ángel Yunes, lucró con la necesidad de la gente. El mandatario, hizo propaganda mediante la asociación denominada «Yunete» al entregar despensas electoreras y material de construcción.

Las críticas

Al igual que la ciudadanía algunos medios de comunicación y periodistas, ante el proceder de los políticos y sus continuas acciones de lucro, han puesto el dedo en la herida criticando con severidad al gobierno.
Un ejemplo de ello es el periódico El Universal. En su editorial del pasado lunes, dedicó una columna al tema y la tituló como «¿Ayuda u oportunismo?»; en ella plantea la gran diferencia entre la sociedad y la clase política. «La primera actúa por solidaridad, por el deseo desinteresado de ayudar, mientras todos los actos de la segunda obedecen a fríos cálculos y a estimaciones costo-beneficio. No hay comparación», expone el medio.
Por su parte, la politóloga y catedrática Dennis Dresser escribió una columna en el diario Reforma, donde narra con tristeza, dolor, coraje y audacia acerca de la fortaleza y hermandad de los mexicanos en las labores de rescate y ayuda humanitaria. Afirma que si hay sobrevivientes, es gracias a los brigadistas, al voluntario que estuvo frente a los escombros o los perros que olfatearon.
«Te veo roto, adolorido, vulnerable, pero también aguerrido, luminoso, solidario. Destruido otra vez pero nunca del todo o para siempre y te digo esto porque te amo y no lo olvides nunca. Veo a los autores de la devastación —los políticos corruptos, las constructoras rapaces, los inspectores que nunca fueron— y habrá que llamarlos así porque aquí hay culpables e inocentes. Aquí hay criminales y habrá que exhibirlos cuando se asiente el polvo. Ya llegará ese momento, cuando dejemos de temblar; cuando paremos de escarbar; cuando nos limpiemos las lágrimas», expresa la escritora.
Dresser agrega que México ha demostrado que está habitado por personas capaces de alzar la voz en un frente común para frenar a los políticos: «Unidos, todos, por la naturaleza de la opresión que hemos padecido: gobierno tras gobierno inerte, ausente, incompetente. Los miembros de esa casta de connivencia a quienes les hemos enseñado en días recientes qué pasa cuando nosotros tenemos el poder. Poder para convocar, organizar, responder, cuidar y cuidarnos. Poder para decir y decirles, basta. Basta de spots publicitarios y carretadas de dinero y elecciones multimillonarias. Basta de mexicanos atrapados, aplastados por su propio país».
Por su parte, el periodista Julio Hernández López, del periódico La Jornada, analiza que la reacción de los ciudadanos al salir a la calle para apoyar al hermano caído y enfrentarse al gobierno, pueda «significar un golpe de trascendencia al tambaleante aparato del sistema político mexicano».
Añade que «esa movilización social significa una amenaza para el ejercicio político tal como hasta ahora lo hemos conocido. Por ello, la clase política tradicional lo confronta y pretende estigmatizarlo o diluirlo».
Nacho Lozano recuerda que esta sociedad civil organizada nació desde el 85 cuando uno de los terremotos más atroces destruyó a la Ciudad de México.
«En 1985, fuimos testigos de miles de milagros que rebasaron a los inútiles e incompetentes muñequitos en el gobierno: desde el bueno para nada presidente De la Madrid hacia abajo. Toda la pirámide de poder y corrupción resultó rebasada por la tragedia, la pirámide de poder político se cuarteó», opina el crítico en el medio Más Por Más.
En este contexto, enunció que hay quienes no llevan dentro de sí la bondad mexicana (gobernantes y civiles): «¿Qué se siente robarle la comida al que se muere de hambre? ¿Cómo se llama eso de robarle la cobija a alguien que vio caer su casa y que esta noche muere de frío? ¿Qué se siente quitarle la cobija a alguien que no se cubre más que con el recuerdo de sus hijos sepultados entre los escombros? Estas cosas no tienen nombre, solo autores: un grupo de hijos de la chingada».

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