Por tan slo un dia, la lucha magisterial volvi a vivir

Como prometieron, este Día del Maestro, los docentes regresaron. Miles marcharon a paso lentos mientras gritaban sus consignas hasta que al final del mediodía los gritos menguaron hasta desaparecer

Daniel Torre/Portavoz

[dropcap]C[/dropcap]omo lo prometieron, este Día del Maestro, regresaron. Son miles y marchan a paso lento mientras gritan consignas; las sombrillas causan una sombra húmeda y cálida que los cubre del intenso sol. Poco antes del mediodía llegan al parque central, los dirigentes se apresuran a tomar una posición estratégica, la única sombra de la explanada.
El árbol de mango cubre a unos cuantos, los demás se escudan bajo sus sombreros o playeras, demuestran que no importa el calor, la idea de lucha los hace mantenerse en pie; una gran multitud rodea el carro con bocinas, en donde se llevará a cabo el mitin político.
Los más agotados le hacen el día a los muchos vendedores de raspados y mercaderes de agua de coco; a quienes se atreven a fumar bajo ese inmenso calor los miran con rareza.
El anuncio de la convocatoria para ingresar a la que denominan «Heroica Escuela Rural Mactumactzá» se alterna con mensajes contra la reforma educativa.
Fue poco el tiempo que duró el inmenso círculo, de manera lenta pero constante comenzaron a dispersarse, a pasar la lista, a irse.
Mientras el mitin político está en su auge, la larga fila de maestros no deja de llegar, muchos ni se acercan al círculo, directamente se van. En las calles aledañas comienzan a aglomerarse, se empujan para obtener un poco de sombra; en estas periferias algunos pasan lista.
Orgullosos, cientos de maestros extienden sus mantas, gritan cuando el dirigente les indica que griten, contestan cuando tienen que contestar. En la concentración se pronuncian como siempre en contra de las reformas estructurales, exhortan a una mesa de diálogo para poner un fin a la lucha y recalcan que de no hacerlo, volverán a la lucha.
«Los traidores siguen haciendo su trabajo sucio, pero el movimiento sigue en resistencia», fue la última frase que los presentes acogieron con sentimiento. Para las 12:20 horas, Roberto Morales Samayoa tomó el micrófono y los reclamos comenzaron: «Bajen a ese, es un traidor», «vendido, lame botas», le gritan los maestros y doblan sus lonas. El círculo disminuye y el mitin, como pudo, trató de concluirse.
Increíblemente siendo las 12:30 horas pocas personas quedaban, en comparación con la multitud que marchó. En la calle central baja el camión con clima de la Escuela Rural Mactumactzá, en los alrededores de la Catedral de San Marcos, los grupos de maestros siguen con la tortura a la que los condena su oficio: el pase de lista.
Las combis comienzan a llenarse, una vendedora de cocos, con tono burlón, le dice a otra que vende aguas: «ni modo, quien no vendió, no vendió».
A la 1:00 de la tarde se abrió la circulación de la avenida central, la ciudad emprende su lucha por la desmedida cotidianidad. La postrimería de la lucha concluye dando inicio la festividad, alegres, un grupo de maestros pide canciones a los marimberos del parque central y en el otro grupo aislado, donde se mantiene en una especie de junta, un maestro grita «¡Ya nos podemos ir, hay que festejar!».

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