Cada 34 horas una periodista mexicana es agredida, en particular aquellas que cubren temas relacionados con la política, Derechos Humanos o género. Ellas son víctimas de violencia digital, sexual, física o psicológica en cualquier lugar, hora o circunstancia
Aline Espinosa Gutiérrez / Cimac Noticias
Ciudad de México. De manera histórica las periodistas han enfrentado diversas dificultades para desarrollar su labor y encontrar espacios de difusión, lo que se agravó con la pandemia debido a los despidos, inestabilidad económica, y la sobrecarga de las tareas de cuidados no sólo en México evidenció el «Informe Regional: Situación de la violencia contra las mujeres periodistas en América Latina».
Es necesario recordar que este informe es resultado de la solicitud que hizo en su informe (presentado el 30 de julio de 2021) la Relatora Especial sobre la promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y expresión, Irene Zubaida Khan, quien pidió que se recabara toda la información pertinente sobre las violencias hacia personas que ejerzan o promuevan a la libertad de expresión y acceso a la información o periodistas con el fin de generar recomendaciones para la protección, atención y eliminación de la violencia contra estas profesiones.
Durante la presentación del informe, la responsable de Redes de Periodistas, Libertad de Expresión y Género en Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC), Adriana Ramírez Vanegas, explicó que cada 34 horas una periodista mexicana es agredida, en particular aquellas que cubren temas relacionados con la política, Derechos Humanos o género. Ellas son víctimas de violencia digital, sexual, física o psicológica en cualquier lugar, hora o circunstancia.
En el caso de México, dijo Vanegas, las agresiones contra mujeres periodistas aumentó un 53 por ciento en 2020, es decir que 2 de cada 10 periodistas fueron víctimas de algún tipo de violencia: persecuciones, criminalización o uso de la fuerza pública, debido a su trabajo periodístico y a su condición de género. Los principales agresores fueron militantes o actores políticos, empresas, y grupos criminales.
Esta situación de violencia, comentó, se trasladó al ámbito digital con la llegada de la pandemia, donde también las periodistas fueron censuradas y atacadas con narrativas sexistas, esto junto a la militarización vigente ha convertido a México en uno de los países «más mortíferos» para ejercer el periodismo en los últimos 20 años, en los que han sido asesinados 142 periodistas y han ocurrido 19 casos de feminicidio contra mujeres que desarrollaban esta labor, la mayoría siguen impunes.
Ramírez Vanegas resaltó que del total de casos, sólo 2 han procedido y son investigados en la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión, lo que evidencia el poco acceso de justicia e interés para detener las agresiones contra quienes ejercen esta profesión, porque las acciones de la administración actual, a cargo de Andrés Manuel López Obrador, sólo se han quedado en promesas.
«Las mañaneras del presidente han generado un espacio de disputa y acceso a la formación, pero también se ha colocado como un espacio de violencia mediática contra las periodistas.El discurso oficial constantemente estigmatiza a la prensa, utiliza estereotipos y señala que no cuentan con los datos o información, por lo que se desestima la validez con la que las periodistas generan su labor», declaró Vanegas.
Para atacar estas problemáticas, comentó Vanegas, existen diversos puntos a trabajar, algunos de ellos es que las periodistas puedan disponer de espacios seguros para su labor, garantizar atención integral, aplicación de la perspectiva de género en las redacciones, y mejorar las condiciones laborales, entre otras más.
Muchas leyes poca protección
En Argentina las circunstancias no cambian para las periodistas, dijo la coordinadora de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género, Miriam Bobadilla, si bien hay leyes que las protegen, como la «Ley de Equidad de Género en los Medios Públicos», en la realidad sus derechos no son respetados en sus redacciones, lo que las deja en una situación de vulnerabilidad de ser agredidas o amenazadas en las coberturas.
Algunos casos de violencia, dijo Bobadilla, son el de la periodista Teresita Frías, quien comenzó a ser acosada en redes sociales, censurada, sufrió violencia institucional, su casa fue agredida e iniciaron denuncias falsas contra ella luego de denunciar haber sido humillada por un periodista; o el caso de la periodista Silvia Martínez Cassina, la cual fue desplazada de la conducción del «Noticiero Trece» después de exigir paridad en el gremio de la televisión y que haya mayor equidad de género en este sector.
Además de estos casos, comentó Bobadilla, uno más es el de la periodista Paula Sabatés, quien fue perseguida debido a su activismo interno en el diario de la «Página 12». Este panorama fue peor con la Covid-19, pues menos mujeres ingresaron a los medios de comunicación, los temas con género no entraron en la agenda mediática y sólo la voz de expertos fue impulsada en las discusiones sobre las consecuencias de la pandemia. Todo ello conllevó a que las argentinas quedaran invisibilizadas.
En su opinión, si las redacciones no cuentan con una capacitación en perspectiva de género, los avances para las mujeres serán a «cuenta a gotas». «Debemos considerar importante la incorporación de la perspectiva de género en las currículas de la facultades, profesorados y en la docencia para que así el lenguaje sexista ya no sea validado», agregó.
Para la también periodista el Estado argentino debe trabajar para que existía un representación paritaria en los medios de comunicación, políticas públicas con enfoque de género, y que a las empresas de comunicación promuevan contenidos que incluyan a las mujeres.
Violencia de género es normalizada
En Brasil la violencia de género contra las mujeres es normalizada dentro y fuera de las redacciones, es por ello que sólo 18 por ciento de los contenidos que hablan sobre las mujeres las muestran como víctimas o testigos, pero nunca como sujetas de sus Derechos Humanos o personas activas en su comunidad, resaltó la psicología y representante de la Red de Periodistas para Brasil, Rachel Moreno.
Moreno detalló que desde el inicio de su campaña, Jair Bolsonaro ha arremetido contra la prensa. Con su llegada al poder en 2019, las agresiones contra mujeres periodistas han aumentado, sin embargo no hay datos exactos sobre ello, y ejemplificó que «ningún medio publicó la denuncia que una periodista hizo contra Bolsonaro», lo que muestra del riesgo al que se expone esta profesión.
Esta circunstancia sumada a la llegada de la Covid-19, dijo Moreno, agravó los obstáculos que padecían las mujeres, la mayoría de ellas fueron despedidas, a pesar de que 34 por ciento eran las jefas de familia, otras más se vieron obligadas a vivir con sus agresores por no tener recursos para trasladarse, y la división del trabajo en los hogares aumentó sólo para ellas.
Para Moreno ser mujer y periodista es sinónimo de ser violentada en cualquier espacio y manera, además de ello, a ellas se les exige no sólo cumplir con su jornada laboral, y horarios extras, sino también realizar las tareas del hogar y cuidar de las y los hijos, por lo que sus oportunidades de crecimiento personal y profesional se ven limitadas.
Moreno comentó que hay alrededor de 59 casos de violencia y 41 ataques contra profesionales de la comunicación, sin embargo las mujeres no han desistido y han luchado para impulsar sus trabajos periodísticos. De igual manera en Nicaragua, las periodistas han desempeñado actividades para seguir con su labor de informar aunque pongan en riesgo su vida.
En palabras del especialista en Planificación Educativa y Promotor y Defensor de la Libertad de Expresión, Guillermo Medrano, las periodistas nicaragüenses están en un constante peligro de ser agredidas, incluso desaparecidas debido a la situación actual del gobierno en su país. Cuestión que ha sido de poco interés para los medios de comunicación, los cuales no tienen protocolos para evitar la violencia contra ellas.
Como en otros lugares, dijo Medrano, la pandemia exigió que las mujeres cumplieran con jornada de más de 48 horas aunque recibieran menos salario que los hombres, por ello muchas periodistas tuvieron que renunciar. Las posibles soluciones a estas problemáticas, agregó, es que las autoridades creen un mecanismo de protección y cumplan con los convenios o tratados para respetar los derechos de las mujeres.
Ante este contexto, la columnista y coeditora de «La Cuerda», Silvia Trujillo, concluyó que existen peligros para las mujeres periodistas y ha habido un aumento de violencia contra ellas sin importar el país, con el fin de silenciarlas, ocultar su participación en la sociedad, y no permitir que se desarrollen, por ello es necesario que los sistemas de riesgo sean mejorados y haya un plan de protección con enfoque de género,
Asimismo, declaró que es indispensable propiciar espacios formativos sobre seguridad con enfoque de género, crear políticas de seguridad, espacios libres de acoso y violencia sexual para las periodistas, y promover estrategias de protección colectivas. En esta liga puedes consultar el resto del contenido del informe: AQUÍ