Contra todo pronstico, logra su sueño: caminar

A los 8 meses, joven fue diagnosticada con parálisis cerebral de tipo diparesia espástica y aunque los doctores no le dieron esperanzas de caminar, en noviembre del 2015 logró lo inesperado

Elizabeth Marina / Portavoz

[dropcap]M[/dropcap]aría Fernanda dio sus primeros pasos a los 19 años de edad, la fe, su familia y su sueño por recorrer Europa fueron su fortaleza por 14 meses; aunque ningún médico le dio esperanzas de llegar a caminar, hoy está a un paso de ser una persona completamente independiente.
Diagnosticada con parálisis cerebral de tipo diparesia espástica desde los ocho meses, María Fernanda ha pasado su vida en hospitales, buscando a los mejores terapeutas físicos.
Es la menor de dos hermanas, le gusta el cine, las compras y ama viajar. Cada día se esfuerza por mejorar su equilibrio y fortalecer sus pasos para ser más independiente y, de ser posible, emprender la marcha sola al «viejo continente».
A sus 20 años de edad, tiene muy claras sus metas, la más próxima es terminar la carrera en psicología; aunque desearía estudiar fuera del estado, su condición aún le impide realizar muchas cosas pero no pierde las esperanzas de pronto poder viajar fuera del país.
«Para mí lo principal es estar bien, ser totalmente independiente, me encantaría conocer otros continentes, aún tengo muchas cosas por hacer, muchas metas por cumplir.»

Un caso especial

El jefe del servicio de Rehabilitación del Centro Médico «Dr. Jesús Gilberto Gómez Maza», Noé Cruz Herrera, es el encargado de atender a María Fernanda, para él, el caso ha sido el más especial.
El último instituto en el que la joven recibió rehabilitación no pudo completar el tratamiento, por esa razón, ingresó a este hospital, estaba deprimida, casi derrotada, pues sus sueños comenzaban a verse cada vez más lejanos.
El especialista asegura que «Fer», como le dice, es una paciente disciplinada y optimista; sin embargo, considera que el apoyo de su madre y su padre han sido fundamentales para que haya podido lograr los objetivos que hoy son claramente visibles, ahora tiene la capacidad de ponerse sola de pie, desplazarse en terrenos planos y caminar sin ningún apoyo.
«Inicialmente hicimos una valoración integral para conocer sus problemas físicos y a la par conocer cuáles eran sus expectativas, generalmente los pacientes me responden «quiero caminar» pero Fer no, ella me dijo «quiero regresar a la escuela, practicar natación y viajar», eso nos bastó para estructurar un programa de rehabilitación y ayudarla a cumplir la meta.»
Cruz Herrera define a María Fernanda como una joven a la que le gusta luchar y no se conforma, por ello, al ver su actitud, nunca dudó que llegaría a caminar, aunado a que el progreso que ha tenido lo ha motivado a él también para ayudarla a dar su máximo potencial y verla dar sus primeros pasos.
A pesar de no ser un centro de rehabilitación, el «Gómez Maza» es un hospital de concentración que cuenta con dicho servicio. Para tratar a María fernanda, el especialista Cruz Herrera junto con la fisioterapeuta, Patricia Hernández, implementaron un programa adecuado.
«Como médico me sentí orgulloso, contento de ver todo el esfuerzo y resultados, este caso me anima a pensar en los demás pacientes y a no dejarlos», comentó el feliz médico.

Sus primeros pasos

«Llegué en silla de ruedas sin poder mover un dedo, mis compañeros de escuela decían que yo no iba a poder pero todos los comentarios negativos los revertí, ¡miren! ahora soy una persona completamente diferente, estoy a un paso de lograr lo que siempre he deseado», explica María Fernanda.
Fue el pasado 15 de noviembre del 2015 cuando logró dar sus primeros pasos sola, un momento que para ella fue inexplicable; sus ojos se llenan de lágrimas y deja soltar una carcajada al recordar, junto a Paty -como llama de cariño a su terapeuta- el día en el que su sueño se vio cumplido.
«Recuerdo que estaba haciendo un ejercicio que consistía en levantar un pie con apoyo de la pared, cuando nos dimos cuenta yo ya estaba en la puerta, en ese momento giré la cabeza, cruce mirada con la doctora Paty y nos soltamos a llorar, fue increíble».
Durante estos 14 meses, Fernanda ha creado vínculos muy fuertes, tanto que asegura ha formado «una gran familia», para la joven de tan solo 20 años, sus terapeutas son ángeles, amigos y hermanos que han estado, y estarán con ella por el resto de su vida.
«Aquí hemos hecho una gran hermandad, somos una familia, las cosas se hacen a ojos cerrados y todo sale perfecto. Tenemos una gran pasión por lo que hacemos.»
Como parte de sus terapias, practica yoga, una disciplina que la ha ayudado no solo física sino espiritualmente, por lo que no se ha visto en la necesidad de llevar una terapia psicológica.
El que Fernanda pueda dar sus primeros pasos sin apoyo de nadie le ha costado lágrimas, noches de insomnio, pero se siente respaldada, sabe que detrás de todo hay un gran trabajo en equipo, ahora no puede imaginar su vida sin los especialistas Noé y Patricia.
«Mi doctor es muy inteligente, sabe hacia dónde quiere llegar, cuales son las metas en cada tratamiento y es muy apasionado en lo que hace; es exigente pero eso hace que las cosas funcionen. Paty es mi amiga, mi psicóloga, siempre me apoya y me dice «vamos, tu puedes, no te dejes vencer, yo sé que eres capaz de mucho más», esas palabras me animan mucho».

Mujer de gran fe

«Quería que la gente me viera como yo quería y no por los prejuicios que tenían de mi por tener una discapacidad», dice luego de contar que el reto más grande para ella se encuentra en las calles, en la escuela.
Desde los seis años, asiste a una escuela regular, sin embargo, nada ha sido fácil, ahí sus compañeros y profesores la discriminaron por años.
Relata que en Tuxtla Gutiérrez, donde actualmente vive, no hay sensibilización para tratar a las personas con discapacidad, y es que, ella tuvo que aguantar burlas por el hecho de trasladarse en una silla de ruedas, pero a pesar de todo nunca se dejó llevar por los comentarios negativos. María Fernanda, es una mujer inteligente a quien le encanta estudiar y aprender cosas nuevas, tal vez, eso era lo que a los demás les molestaba, su hambre de triunfo.
«Si algo he aprendido en mis terapias es que yo valgo por lo que soy y no por la imagen que los demás tienen de mí, me he esforzado mucho por llegar hasta donde estoy y no permitiré que los comentarios negativos vuelvan a tirarme.»
Sin duda, la fe ha fortalecido a su familia y han creado lazos inquebrantables. Por generaciones, han puesto su confianza en la Virgen de Schoenstatt, que según relata la misma Fernanda, ha hecho grandes milagros en la familia.
Asegura que le ha pedido que la ayude a cumplir el sueño de conocer Europa, y aunque no le gusta hacer planes antes de tiempo, «porque la vida cambia en un segundo y veces no logramos concretar los que deseamos», su gran sueño es viajar y le gusta pensar en ello.
Fernanda sabe que al igual que ella, existen muchos otros jóvenes en su condición, a quienes deja un alentador mensaje: «Nunca pierdan la fe, todo lo que hagan, háganlo con pasión y sobre todo con mucha fe, hay muchos sacrificios que se tienen que hacer pero hoy por hoy puedo asegurarles que valen muchísimo la pena».

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