Señales y signos de una pasarela
Si al evento de Andrés Manuel López Obrador del pasado domingo en Tuxtla lo queremos ver como el oráculo de la sucesión a la gubernatura de Chiapas, y si lo interpretamos bajo las claves de la vieja pero no extinguida cultura política mexicana, podemos señalar que quien hoy tiene los mayores afectos del líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) es Rutilio Escandón Cadenas, actual magistrado presidente del Poder Judicial de Chiapas.
De los tres más señalados como aspirantes a la candidatura por ese partido, en el templete fue el que más cercano estuvo al «Peje», un metro atrás, a su izquierda, en una posición estratégica para salir juntos en todas las fotografías tomadas de frente, el mismo tono violeta de la camisa…; el senador Zoé Robledo Aburto –recién incorporado a las filas partidistas morenas– y Plácido Morales Vázquez, excoordinador general del Gabinete estatal, a la distancia, a cuatro, cinco metros de quien tendrá el mayor peso en la decisión de elegir al abanderado de Morena en el 2018.
Si juzgamos los hechos por lo que manifestó la gente a la hora de ser nombrados, los tres tendrían pocas posibilidades. Pero como estas cuestiones no se deciden en asambleas populares ni a gritos ni sombrerazos de los grupos que buscan posicionarse en el ánimo del «paisano», habrá que estar atentos a otras señales e indicadores que permitan perfilar escenarios más cercanos a la política real.
En ese sentido, habría que consignar también la presencia en la firma del Acuerdo Político de Unidad para la Prosperidad del Pueblo y el Renacimiento de México, del empresario automotriz y hotelero, Rómulo Farrera Escudero, quien recurrentemente ha manifestado su interés por buscar la gubernatura del estado. Fue notoria la efusividad con la que se saludaron él y AMLO en el templete, y el énfasis con el que conversaron en corto dejó entrever más que simpatía mutua. Quizá hoy no se le vea con muchas probabilidades para ser candidato de Morena, pero nadie puede ignorar que será un factor de peso a la hora de pulsar entre la élite empresarial quién será el elegido. Y tampoco puede soslayarse que en más de una ocasión Farrera ha dicho que le gustaría competir por la alcaldía capitalina de Tuxtla Gutiérrez.
En este carrusel de imágenes que dejó el evento lopezobradorista, llama la atención también la presencia de Fernando Coello, que si bien fue presentado como empresario chiapaneco se le ubica más por ser el abuelo materno del gobernador Manuel Velasco Coello. El vínculo filial con el político es inevitable en este contexto. Se sabe que entre Andrés Manuel y Coello existe una entrañable amistad de hace muchos años, pero cuando esta relación se saca del ámbito privado y se le lleva a lo público, adquiere otras dimensiones. La primera inferencia es que los intereses del gobernador están bien representados en el círculo del probable candidato presidencial de Morena y, en este sentido, no hay un verdadero contraste con el gobierno del Partido Verde que ha resultado fallido en el estado de Chiapas. Dicho de otra forma, Velasco y López Obrador tienen un buen enlace si las circunstancias políticas del próximo año exigen la nominación de alguien cercano al «Güero».
Digamos que ante la lejanía de la fecha en que se tomará la decisión de quién será el abanderado de Morena en Chiapas y de que aún pueden darse muchas definiciones políticas a nivel nacional y estatal, los aspirantes a la candidatura por ese partido en ascenso, quedaron en calidad de presentados, nada más. Ya AMLO dio línea; «no pelearse», no es el momento de la toma de decisión, es hora de trabajar, de sumar.
De ahora en adelante, dependerá de cada quien de cómo se posiciona ante los seguidores de Morena, ante los ojos de su líder nacional y también en el ánimo de Manuel Velasco, un gobernador bastante urgido de colocar alguien afín en las oficinas del Palacio de Gobierno que dejará en el 2018, sea del partido que sea. Por el momento, la moneda sigue en el aire.
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