El respaldo a Adán Augusto reavivó tensiones en Morena: entre aplausos y sospechas, el partido se debate entre la lealtad interna y la exigencia ética
AquíNoticias Staff
En Morena, las palmas y las dudas se entrecruzan.
Durante el Consejo Nacional del partido, el grito fue claro: “¡No estás solo!”. Adán Augusto López Hernández —exsecretario de Gobernación y ahora coordinador de senadores— recibió una ovación que parecía cerrar filas… justo cuando más se cuestiona su nombre.
¿Por qué? Porque su excolaborador en Tabasco, Hernán Bermúdez Requena, está hoy prófugo, acusado de tener vínculos con el crimen organizado y de liderar el grupo delictivo “La Barredora”. Un escándalo que mancha, inquieta y pone a prueba al partido de la Cuarta Transformación.
Desde la dirigencia, Luisa María Alcalde advirtió: “No vamos a proteger a nadie”. Pero en los hechos, hubo abrazos, defensa política y una narrativa que insiste en “la politiquería” como causa del escándalo. Así lo dijo el propio Adán Augusto, quien asegura estar a disposición de la Fiscalía y llamó al caso “una campaña sucia”.
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, en su conferencia matutina —ahora llamada La Mañanera del Pueblo— también abordó el tema.
Confirmó que sí mantiene comunicación con Adán Augusto, pero sólo para revisar la agenda legislativa con él y con Ricardo Monreal:
“Cada lunes revisamos las leyes aprobadas y las pendientes”, explicó.
Al ser cuestionada por la relación entre López Hernández y Bermúdez Requena, Sheinbaum fue clara:
“Aquí no se cubre a nadie. Si la Fiscalía tiene evidencia, que continúe la investigación”.
También rechazó los “linchamientos mediáticos”, y defendió el principio de presunción de inocencia, aunque sin cerrar la puerta a futuras investigaciones si surgen pruebas.
“Tiene que haber pruebas. Y tiene que actuar la autoridad. Esa será nuestra posición siempre”, sentenció.
Bermúdez, exsecretario de Seguridad de Tabasco, tiene orden de aprehensión emitida por la FGR. En cambio, contra Adán Augusto no hay una carpeta abierta por ahora, aunque la presión mediática y política escala.
Desde la cúpula morenista, figuras como Marcelo Ebrard, Alfonso Durazo y otros liderazgos han comenzado a advertir que estos escándalos pueden costar la coherencia ética de la 4T rumbo a 2027.
¿Hay fractura? ¿O es estrategia para blindar liderazgos clave?
Por ahora, el mensaje parece doble: sí a la unidad, pero con lupa sobre los expedientes.