Si tu hija adolescente acepta que está en una relación violenta, probablemente es porque la violencia ha escalado a niveles preocupantes. También es posible que tenga miedo o se sienta bloqueada. Además, esto puede ser un indicador de que está dispuesta a recibir ayuda
Diana Hernández Gómez / Cimac Noticias
Normalmente, las madres y los padres de adolescentes que son violentadas por sus parejas no saben cómo reaccionar. El dolor que les causa saber a sus hijas en peligro puede llegar a ser paralizante. Es por eso que el Instituto Andaluz de la Mujer creó una guía para orientar a estos padres y madres, y ayudarlos a reconocer la mejor forma de apoyar a sus hijas.
La guía es fruto del trabajo de dos años del Programa de Atención Psicológica a Mujeres Menores de Edad Víctimas de Violencia de Género en Andalucía. Dicha iniciativa ha dado atención a víctimas de entre 14 y 18 años, por lo que los consejos están pensados a partir del tratamiento que han recibido las adolescentes de estas edades.
Antes de comenzar: ¿cómo se desarrolla la violencia en pareja?
Lo primero que debes saber es que la violencia ejercida en una relación de pareja tiene un fin: mantener a la mujer sometida o dominada. Esto se vincula con la idea de que el hombre es quien manda y, en contraparte, la mujer tiene que comportarse como él espera o desea que lo haga.
OJO: este tipo de violencia no es excusable, no importa si la pareja es agresiva en otros ámbitos o no, si no tiene control sobre sus emociones o tiene problemas familiares. Muchos hombres recurren a estos argumentos para justificarse, pero la violencia de género en el noviazgo está relacionada con las ideas machistas con las que han sido educados históricamente.
Para dominar a sus parejas, los violentadores suelen recurrir a la violencia psicológica. Por medio de ella manipulan a las jóvenes y mantienen su posición de poder en la relación. Saber esto es vital, pues no todas las violencias dejan huellas visibles y, aunque esto las hace más difíciles de identificar, hay acciones que las madres y los padres pueden tomar para ayudar a sus hijas.
¿Qué hago si sospecho que mi hija está sufriendo violencia, pero no me lo dice?
Es importante considerar que las adolescentes pueden generar dependencia emocional hacia sus violentadores precisamente por la manipulación que ellos ejercen sobre ellas. De ahí que, al hablarles sobre el tema, muchas veces no reaccionen como sus madres y padres esperan.
Sin embargo, es necesario que las y los adultos actúen con paciencia y, sobre todo, comprensión y cariño. También deben tomar en cuenta que el proceso de terminar con una relación de este tipo puede ser largo y complicado, en especial cuando la adolescente se niega a admitir que hay un problema.
De acuerdo con la guía, es posible que haya problemas en el núcleo familiar de la menor, puede haber tensiones que deben tratarse entre todas y todos para hacer de casa un lugar en el que las jóvenes se sientan seguras y tranquilas. Así, poco a poco identificarán cómo es estar en un entorno libre de violencia y generarán confianza para hablar con sus madres y padres cuando sientan que es preciso hacerlo.
Una de las estrategias usadas por las parejas violentas es alejar a las jóvenes de sus familias, diciéndoles cosas como que ahí nunca podrán ser felices o que en casa la tratan como a una niña. Por eso es imprescindible que las familias busquen volverse una red de apoyo, pues de lo contrario las menores podrían caer más fácilmente en la trampa de sus agresores. Para ello, se recomienda buscar ayuda psicológica profesional.
¿Y si ella me lo cuenta?
Si tu hija adolescente acepta que está en una relación violenta, probablemente es porque la violencia ha escalado a niveles preocupantes. También es posible que tenga miedo o se sienta bloqueada. Además, esto puede ser un indicador de que está dispuesta a recibir ayuda (aunque no quiere decir que hará inmediatamente lo que le pidan o que terminará enseguida con su relación).
En este caso lo importante es no bloquearte para poder actuar rápido, sobre todo si se trata de una emergencia, y buscar orientación profesional especializada. También es necesario no juzgarla por no pedir ayuda antes ni presionarla para saber todos los detalles de una sola vez.
Las madres y los padres deben saber escucharla sin intervenir constantemente en su relato, así ella se sentirá libre de contar todo a su ritmo. Mientras lo hace, es hacerla sentir validada y evitar culparla por lo que pasó, tampoco minimizar sus emociones. Hay que recordar que las víctimas no son culpables de las agresiones en su contra.
Al terminar de escucharla, es fundamental dejar claro que lo que está viviendo es una situación dañina, contra la cual se debe actuar. Hay que explicarle la relevancia de pedir ayuda, tanto de sus redes cercanas como de profesionales.
De igual manera, es trascendental garantizar que no le contarás nada a nadie sin su consentimiento. Y si en la plática habla sobre las iniciativas que ella misma ha tomado, es conveniente reconocer y reforzar sus buenas decisiones y aconsejarla sobre los aspectos a tomar en cuenta en las ideas que no son tan adecuadas.
Por otro lado, también deben establecerse acuerdos mutuos sobre cuándo hablar del tema con otras personas y cómo actuar en caso de que la situación empeore. Además, no debe ser presionada de ninguna forma para dejar a su pareja, pues esto puede causarle daño o confusión: es mejor esperar a que ella se sienta lista. Y cuando lo esté, puedes apoyarla pensando en formas de terminar su relación si es que tiene miedo o duda en hacerlo.
Asimismo, puedes intentar investigar si hay más personas enteradas del asunto para generar redes de apoyo con ellas y hacer sentir protegida a tu hija. Y por último, recuerda que ella puede experimentar dependencia hacia su pareja: no la juzgues, castigues ni regañes; comprende que afronta un proceso emocional complejo.
Acompáñala en el camino y transmítele que es posible salir de esa relación violenta, aunque haya posibilidades de recaer.
No me lo dijo directamente, pero reconoce que tiene problemas
Si tu hija te cuenta que tiene problemas de pareja, pero no reconoce que está en una relación violenta, es un buen momento para explicarle sobre las relaciones que pueden volverse poco sanas y hasta peligrosas.
No comiences por abordar directamente el tema de la violencia de género, esto puede provocar que se ponga a la defensiva y que traiga a colación ideas como «el amor lo puede todo» o «las personas cambian«. Ofrécele consejos sobre qué hacer solo cuando ella te lo pida.
Como en el caso anterior, también es indispensable que la escuches desde la comprensión y que le preguntes cómo se siente con cada cosa que te platique. No le hables mal de su pareja; en su lugar, intenta que sea ella quien se dé cuenta de sus actitudes negativas. Por último, invítala a buscar ayuda para sentirse mejor y hazle sentir que tú eres parte de ese apoyo.
No le propongas terminar su relación de inmediato para evitar caer en una confrontación, pero tampoco la dejes sola.
Otros consejos para un mejor acompañamiento
Si las madres y los padres intuyen que hay algo mal en la relación de su hija, es probable que tengan razón. Pese al dolor que pueda provocarles, es necesario que piensen estrategias a corto y largo plazo para protegerla. Estas estrategias pueden incluir terapia psicológica tanto para orientarlos a ellos como para apoyarla a ella a nivel individual.
Antes de esto puede haber reacciones de rabia y enfado, pero es muy importante no transmitírselas a la menor para evitar que se aleje. Y si ya la estás apoyando, no condiciones tu ayuda para que termine su relación; es vital que estés cerca por si la situación llega a empeorar.
Tampoco intentes controlar las acciones de tu hija, ya que puede desembocar en frustración y enojo por parte de ella. No la castigues por algo que no es su culpa ni limites su acceso al celular y las redes sociales. Si temes por ella, averigua si su pareja tiene sus contraseñas para poder protegerla.
No separes a la menor de su novio a la fuerza, pues puede provocar rechazo hacia ti, aunque solo intentes ayudarla. En este sentido, hablar con él o su familia tampoco es una opción: puede provocar más violencia.
Ante estas situaciones, no esperes que tu hija actúe por sí sola. Sus amigas y amigos, otros familiares y tú deben hacerla sentir acompañada física y emocionalmente. Anímenla a salir de esa relación violenta al mostrarle las señales de que lo que está atravesando no es normal, que ella es su propia prioridad antes que cualquier otra relación afectiva.
Recuérdale que hay herramientas disponibles para ayudarla, mantengan una comunicación positiva y constante durante todo ese proceso. Y si finalmente decide terminar su relación, ten en mente que las recaídas son posibles, pero esto no debe desanimarla: algún día podrá dejar eso atrás de manera definitiva.
Puedes acceder a la guía completa con un clic aquí. En ella encontrarás un cuestionario que te ayudará a identificar posibles señales de violencia en una relación entre adolescentes.
¡No la dejes sola! Hazle saber que su vida es lo más importante para ti.