Qué más pue… / Carlos Coutiño

Contra la trata

Este 30 de julio, es el día contra la trata de personas, para el gobierno federal, es un sometimiento que afecta a toda víctima, pues anula la voluntad de hombres, mujeres, niños sin distingo de condiciones sociales o económicas.

         En México, este crimen ha alcanzado niveles alarmantes, afectando a miles de personas, especialmente mujeres y niñas, quienes son explotadas sexualmente o forzadas a trabajar en condiciones inhumanas, este último punto, lo vemos cuando hay mendicidad, no necesariamente es sexual.

         Ahora bien, en Chiapas hay una que se permite, y se aclara que hasta se busca por los empleados, ejemplo quienes venden autos, otra quienes son choferes de colectivos, incluso los prestadores de servicios educativos entran en este rubro.

         Vamos con la primera, cuando se llega a una agencia de autos, estos en su mayoría, tratan de vender 2 carros al mes, porque el porcentaje del monto, será su “sueldo”, es decir, no vendes, no ganas; y eso es ilegal, pero para quienes trabajan, es preferible a no tener nada, aunque sea un albur el día que están intentando acomodar un carro.

         Los choferes de colectivos, pasa exactamente igual, estos primero tienen que sacar la cuenta, luego llenar el tanque de gasolina y finalmente, entregar el carro lavado, lo que les quede, es su ganancia, no su “sueldo”, si bien es cierto que estos, le saben y logran tener más que el dueño en determinados días, es otra cosa.

         Con respecto a los del servicio social, estos no se trata de una explotación tal cual, sin embargo es parte de ello, ya que los que llegan, solo es para cargar, hacer café, lavar trastes, ir por los tacos, sacar copias, pero no en realidad un trabajo que implique conocimiento.

         Es decir, se aprovecha de la vulnerabilidad, la pobreza y la falta de oportunidades, despojando a las víctimas de su libertad y dignidad. Este problema es complejo y multifacético, se ha normalizado, que hoy incluso se ve como una opción laboral.

         Es más, no hay una ley que proteja a los empleados, ni en Chiapas ni en México; si se me apura, podríamos recorrer los comercios en el centro de la capital del estado, encontraremos una situación similar con los empleados de mostrador, pues son más horas de trabajo, los tienen en dos partes y eso es dañino para su economía.

         En conclusión, la trata de personas es una realidad devastadora en México, pero no es invencible. Con determinación, acción conjunta y una firme defensa de los derechos humanos, podemos erradicar esta práctica. Es nuestra responsabilidad proteger a los más vulnerables y construir una sociedad más justa y segura para todos.

MIGRANTES NIÑOS

Me encontré en Tuxtla Gutiérrez, una niña venezolana, que padece un problema cerebral, sus padres son migrantes y salieron del país porque, no hay atención médica, hay que decir que hay más niños en las mismas condiciones en la capital del estado, el problema no es que migren, sino su estado físico.

         ¿Qué tenemos que hacer entonces, para poder ayudar? Es momento de ponernos la mano en el corazón y ver por ellos, más allá si hay quienes creen en el karma, en supermán, en Dios, en lo que sea y esperan una respuesta social similar en algún momento.

         Los niños migrantes en ocasiones llegan a Chiapas en condiciones de salud precarias; por el viaje, la falta de acceso a atención médica, y las difíciles condiciones de vida aumentan su vulnerabilidad a enfermedades infecciosas y crónicas. Además, el estrés y el trauma emocional agravan su situación, afectando su bienestar físico y mental.

         Aquí cuestiono a quienes son protestantes y católicos, donde están, en vez de gritar en las calles de que su dios viene el fin de semana, la mejor muestra es vestir al desnudo, cuidar al enfermo, dar de beber al sediento y de comer al hambriento.

         En los mexicanos, hay crisis con compasión y humanidad, tenemos que proveer atención médica y adecuada a estos niños, porque es un acto justicia y derechos humanos.

Cierro diciendo desde esta columna, los niños migrantes enfermos necesitan nuestro apoyo y solidaridad. Es nuestra responsabilidad moral cuidar de los más vulnerables entre nosotros y asegurar que cada niño tenga la oportunidad de crecer sano y seguro.

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