La muerte mexicana
Cada año, fallecen en el país 600 mil personas, de ellas poco más de 300 mil, es por problemas de una mala alimentación, lo que refiere a que nos estamos preocupando mucho por un solo asunto, cuando hay otros aspectos que deberían de ser tomados como urgentes por cada uno de nosotros.
Aquí, ni la mercadotecnia, ni el gobierno, ni la modernidad, son responsables, sino nosotros mismos, que se nos hace fácil el adquirir comida chatarra, aunque suele tener un buen sabor, no significa que nos alimentemos, más bien, nos llenamos y llenamos de grasa, azúcares y sal.
De acuerdo a los datos que arroja la Secretaría de Salud federal y en el caso de Chiapas, se coincide que la morbilidad es alta en ese sentido, los cuatro elementos que conducen a las enfermedades mortales, son el consumo de azúcar, sal y grasa, y por si fuera poco, las calorías.
Hugo López Gatell Ramírez, es muy claro al citar que la diabetes ocupa el primer lugar, seguido de los paros respiratorios, cerebrovascular, cáncer, enfermedades del hígado y así sucesivamente hasta llegar a otros; que incluso aparecen las enfermedades raras, pero que de igual forma quitan la vida.
Es de recordar que la diputada Gloria Luna Ruíz, promovió y aprobó por unanimidad, la cancelación de comida chatarra en las escuelas y que luego fue retomada por Silvia Lilián Garcés, quien solo le quitó el nombre de la anterior, para ponerle el suyo; sin embargo en ambos casos, y como suele ser costumbre, no se cumplió.
La gente sigue consumiendo las bebidas y comidas enemigas de la salud, el problema es que la idiosincrasia de muchos es que de algo me tengo que morir y el otro, si matara ya lo habría hecho; son ideas cortas de la sociedad que no termina de entender que son muy dolorosas para el paciente y económicas para la familia.
COVID-19, es un asunto delicado sí, pero no está matando como las otras, que habría poner incluso, las muertes por dengue hemorrágico y los casos que provoca el alcoholismo y después el tabaquismo; quizá si el gobierno mexicano y de otros países no hubiesen dado la importancia y el aspecto mediático no se disparara, la gente diría que es normal cualquier gripa, tos y demás.
Nos hace falta reflexión, criterio, honestidad y amor; cuando se tenga, entonces se podrá coincidir más en torno al autocuidado de la salud, el respeto por los demás y el trabajo en conjunto para salir adelante, ante cualquier adversidad, llámese COVID o los virus que puedan aparecer más adelante.
La reflexión es también, que nos deja de enseñanza el coronavirus, más allá de miedo por perder la vida; quizá entender que son momentos de unión familiar, sino para que entonces buscar una esposa o esposo y tener hijos, quizá sea un buen punto del virus para la convivencia perdida y la reconciliación.
Pero hay otro aspecto, ahora encerrados casi todos, para quienes lo están, se den cuenta que a pesar de su dinero de nada sirve, cuando no se puede comprar la salud y menos la vida, cuando los lujos en alhajas, ropa y calzado no se puede presumir, de qué sirve la arrogancia cuando ya a nadie se puede mandar, el aprendizaje debe ser amplio para saber que hacer a futuro, cambiar de tajo para ser mejores seres humanos.
Desdén
A pesar de las condiciones por el virus, seguimos sin entender como chiapanecos, que quemar no es la solución, estamos llegando a 45 grados Celsius, Protección Civil revela que los rayos ultravioletas están por demás peligrosos para todos y así, no entendemos, el desdén es tan grande, que no hay poder humano que nos cambie.
Lo primero que se ocurre, es que es culpa del gobierno o que el gobierno nos proteja y haga todo por nosotros, que clase de seres humanos somos, pregunto, porque no se entiende tanta indiferencia y altanería social, en este año las lluvias serán pocas, por lo tanto, las condiciones catastróficas.
No basta con sacar a una imagen de cualquier santo, no basta con un Dios mío, menos con ya estará de Dios que nos vaya así; es momento de cambiar, reflexionar, hacer que la idiosincrasia sea otra, para generar cultura y finalmente llevar educación a las siguientes generaciones.
Que no nos daremos cuenta, que las quemas también traen enfermedades, desde las más comunes como conjuntivitis, hasta problemas bronco respiratorias, que tipo de seres humanos somos entonces, que nos importa solamente lo nuestro y nos hace sentir orgullosos del dolor ajeno.
A eso hay que sumar, que seguimos matándonos de manera personal, con el consumo de alcohol y cigarros, quizá el virus no sea el COVID el más peligroso de la década o del siglo, sino nosotros mismos, los que hacemos que todo se destruya de una manera increíble y lamentable.
Las quemas, solo están acarreando más calor, menos producción, de nada sirven las leyes, si la gente no quiere aceptar que está mal, de nada sirve cuando no hay calidad humana para atender y entender que son momentos irrefutables para ser otros, por los hijos, nietos, ni siquiera por uno mismo.
Quien Está fallando, el gobierno al no saber manejar las políticas públicas, el pueblo en seguir queriendo permanecer sumido en la ignorancia, ambos, nadie, no se sabe; lo que sí es real, es el hecho de que tantas quemas, lo único que traerá consigo, es menos agua, más enfermedades, en síntesis más muerte.
Muerte, porque al no haber árboles, zonas verdes, estaremos acabando con el oxígeno y árboles que dan agua, sin agua, no habrá alimentos, animales, no habrá más nada, Chiapas de ser verde, será árida, somos un problema para la humanidad, somos humanos pero vivimos como si no lo fuéramos.
Nos quejamos del calor, pero seguimos siendo el enemigo de la naturaleza, que tarde o temprano hará lo propio, para oxigenarse a sí misma.
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