Gracias a esfuerzos de conservación y el trabajo comunitario, las especies emblemáticas de la región muestran una recuperación histórica. Cámaras trampa confirman el impacto positivo en la biodiversidad, aunque persisten retos por enfrentar
Aquínoticias Staff
La Reserva de la Biósfera Volcán Tacaná, un pulmón natural en la frontera entre México y Guatemala, celebra un importante logro en conservación: las poblaciones de pavones y quetzales, dos de sus especies más icónicas, muestran un notable crecimiento gracias a una década de esfuerzos coordinados entre autoridades, científicos y comunidades locales.
Francisco Javier Jiménez González, director de la reserva, reveló que actualmente se registran tres pavones por kilómetro cuadrado en áreas específicas de la reserva. “Esta población ya es relativamente estable, ya que no se tiene reporte de cacería de esta especie”, explicó. Del mismo modo, el quetzal, símbolo de la riqueza natural de la región, ha logrado afianzarse en las zonas de su distribución.
Tecnología al servicio de la naturaleza
Cámaras fotográficas y cámaras trampa han sido esenciales para registrar los avances en la protección de estas especies. Estas herramientas no solo permiten estimar sus poblaciones, sino también monitorear su comportamiento y amenazas. Además del quetzal y el pavón, otras especies como el chipe rosado han mostrado señales de recuperación en los bosques de pino de la reserva.
Sin embargo, la fauna enfrenta desafíos. “Los depredadores naturales como el águila de penacho, gavilanes y halcones siguen causando estragos, especialmente en nidos”, señaló Jiménez González. Adicionalmente, especies como venados y mapaches son a menudo percibidas como problemáticas por la población local, aunque los conflictos han disminuido gracias a estrategias de sensibilización.
El cambio comienza con las comunidades
Hace una década, la extracción de pavones y otras especies para su venta en el mercado negro era una práctica común. Hoy, esa realidad ha quedado en el pasado. “Los avances en conservación son, en gran medida, gracias al trabajo conjunto con las comunidades, que han asumido un papel activo en la protección de la flora y fauna”, destacó el director.
El programa de educación ambiental implementado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) ha transformado la percepción de las comunidades hacia la reserva. Ahora, las mismas poblaciones que antes participaban en actividades dañinas, como la cacería furtiva, se han convertido en guardianes de su biodiversidad.
Retos y perspectivas
Aunque el panorama es alentador, las afectaciones causadas por la actividad humana aún persisten. Deforestación, extracción ilegal de recursos y el cambio climático representan amenazas constantes. “Nuestro trabajo no termina aquí. Necesitamos seguir fortaleciendo la colaboración con las comunidades y redoblar esfuerzos en la preservación de este tesoro natural”, concluyó Jiménez González.