Cada vez falta menos tiempo para que el periodo de gobierno de Andrés Manuel López Obrador culmine. Las elecciones presidenciales serán el 2 de julio de 2024 y la ceremonia de transmisión de poderes se realizará el 1 de octubre de ese mismo año. No obstante, desde antes, deberá dejar su lugar a quien se vuelva, de facto, en la persona que lo suceda y algunas señales de quién será surgirán con la definición de la candidatura del partido gobernante.
En todas las entidades federativas aparecen bardas pintadas de blanco y guinda con un nombre antecediéndole el signo numeral, almohadilla, gato o hashtag (#). Parece ser la fórmula lingüística para hacerse de un lugar en las nominaciones para la candidatura. Así, la terna de aspirantes presidenciales, aún con responsabilidades públicas, busca posicionar su nombre entre la militancia de su partido como entre la ciudadanía. Conferencias sobre la función pública, reuniones de trabajo con gobernadores e inauguración de oficinas son algunas de las estrategias que utilizan para placearse. Algo similar están haciendo los aspirantes a cualquier otro cargo de responsabilidad: gubernaturas, alcaldías, diputaciones, etc. Lo importante es moverse, ya no como antes.
Así, junto con los nombres de los presidenciables, aparecen otros de personas conocidas y otras no tanto contaminando visualmente los espacios públicos. Una barda pintada y otra también hacen de ciudades y pueblos muros de publicidad (ni hablar de la propaganda de otro tipo).
Junto con los que aspiran a la candidatura para despachar en el Palacio Nacional, van gobernadoras y gobernadores, munícipes y legisladores; miembros de sindicatos y de organizaciones sociales. Su presencia significa las alianzas hechas. Ya no se ocultan las preferencias o las “apuestas”. Los arreglos entre los actores del sistema político son más transparentes. Lo que debe preocupar es la utilización patrimonial y potencialmente ilegal de recursos públicos para beneficiar a determinada persona.
Aunque de manera formal la candidatura será definida por medio de una encuesta, es un hecho la fuerza que posee el Presidente para orientar la decisión. En términos reales, él es el líder máximo y único del partido y, como si se vivieran otros tiempos, es también el gran elector. Él destapó a sus “corcholatas” y ha puesto a prueba la lealtad y eficiencia de los potenciales sucesores.
La expresión actual #Es_______ se opaca con la pregunta ¿quién será? Pronto se sabrá y con esa respuesta la manera en que se reorganizará el poder en México, aun antes de las elecciones constitucionales.