Refugiados de la guerra / Claudia Corichi

Todo conflicto armado, especialmente si se trata de una guerra, genera desplazamientos humanos. Ocurrió en América Latina en las dictaduras de Sudamérica y los conflictos de Nicaragua y El Salvador en los ochenta; en los Balcanes en los noventa y en naciones árabes como Irak y Afganistán por la invasión norteamericana en este Siglo, y qué decir de Siria.

Según la Acnur, en tan sólo 25 días la guerra en Ucrania ha generado tres millones y medio de refugiados; cerca del 90% de ese éxodo está formado por mujeres y niños.

Prácticamente toda Europa ha abierto sus puertas a la avalancha de desplazados y puesto en marcha una batería de medidas para recibirlos, particularmente los países vecinos de Ucrania: Polonia, Hungría, Eslovaquia y Rumania; otros más están buscando también trasladarse a Estados Unidos, y para llegar ahí, México es parte de la ruta.

Previo al estallamiento del conflicto, autoridades de migración en California advirtieron un incremento en el número de solicitudes de asilo de ciudadanos rusos y ucranianos que cruzan desde nuestro país, pero la cifra se ha disparado tras el inicio del conflicto bélico.

Bajo esa modalidad, la oficina de aduanas y protección fronteriza ha reportado 6 mil 400 rusos y mil ucranianos entre el 1 de octubre pasado, y finales de enero. Incluso se han instalado campamentos de refugiados en Tijuana.

Una orden de emergencia por la pandemia, emitida durante el mandato de Trump denominado Título 42, faculta a las autoridades fronterizas a rechazar a los migrantes o no permitirles la entrada a suelo estadunidense incluidos solicitantes de asilo tanto adultos como familias, por razones de salud pública. Ello ha generado una presión en albergues y refugios de ciudades fronterizas debido a que cientos de migrantes y familias enteras han quedado varadas en esos puntos.

México tiene un reto enorme en la dinámica migratoria primero con sus nacionales, después con los centroamericanos y caribeños y ahora con los que huyen de la guerra.

Qué importante sería una mesa trilateral para replantear la política migratoria entre los países del TMEC que permita un flujo ordenado de migrantes y al mismo tiempo, recursos especiales etiquetados, bien direccionados y fiscalizados a las ciudades fronterizas en el sur y el norte de nuestro país, que están viviendo una intensa presión por la presencia de cientos de familias migrantes que deben ser atendidas con dignidad, respeto a sus derechos humanos y su ya complejo dolor por la migración forzada.

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