Regreso a clases, padres a la «pena», otros a la «pepena»

Se estima que en el mes de agosto alrededor de 18 millones de personas recurren al crédito prendario para cubrir el gasto por el regreso a clases; proveedores de bienes y servicios escolares y los negocios de empeño fácil se ven beneficiados por la falta de capital para comprar uniformes, zapatos y útiles escolares

Elizabeth Marina / Portavoz

[dropcap]L[/dropcap]os gastos destinados al regreso a clases ponen en aprietos a una de cada tres familias, ya que, según estadísticas de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), únicamente el 34 por ciento de los mexicanos tiene un ahorro destinado a estos gastos, por lo que se ven obligados a recurrir a los créditos de nómina, tarjetas, préstamos y las famosas casas de empeño.
En el mes de agosto los proveedores de bienes y servicios escolares no son los únicos que obtienen derramas económicas importantes que ascienden a millones de pesos, los negocios de empeño fácil también se ven beneficiados con el regreso a clases, puesto que muchos padres y madres de familia acuden para obtener dinero que les permita comprar uniformes, zapatos y útiles escolares ante la mala administración de sus ingresos o la difícil situación económica que atraviesan los distintos sectores.
La Profeco estima que en este mes, alrededor de 18 millones de personas recurren al crédito prendario para cubrir el gasto por el regreso a clases que oscila entre los 2 mil y los 6 mil pesos, tan solo entre útiles escolares y uniformes; sin embargo, quienes envían a sus hijos a escuelas particulares han visto un incremento de alrededor del 30 por ciento en los pagos de colegiaturas, al menos, en los últimos tres años.
Principalmente en los meses de julio y agosto, los padres de familia se apresuran a reunir lo necesario para pagar las colegiaturas, materiales escolares y gastos imprevistos que puedan presentarse en la temporada y se ven en la necesidad de acudir a las casas de empeño para recaudar el dinero suficiente o en algunos casos, adquirir laptops, tabletas o celulares a un menor precio para su uso académico.
De acuerdo con Gustavo Pinot, coordinador de la zona Tuxtla de la Fundación Dondé, en próximos días se espera que los préstamos prendarios tengan un incremento del 20 por ciento, siendo los empeños tradicionales como alhajas y relojes los que continúen liderando la lista con un 70 por ciento del total de los préstamos, aunque también se percibe un repunte del 30 por ciento en el empeño de aparatos electrónicos y autos que en 2016 triplicaron su cifra.
Detalló que al menos el 10 por ciento de las casas de empeño son de asistencia privada en el país, lo que impacta en el bolsillo de pignorantes que sin mayores opciones adquieren compromisos en condiciones de riesgo, sin seguridad y con tasas de interés muy elevadas.
En este sentido dio a conocer que de las 100 mil 500 casas de empeño que existen en el país, solo el 10 por cierto son Instituciones de Asistencia Privada y que al menos mil 500 de éstas operan sin normatividad, lo que influyó al crecimiento del negocio prendario, que en 2017 tuvo una escalada del 10 por ciento.
«Se estima que el préstamo promedio por persona es de mil 700 pesos y que al menos el 85 por ciento de las prendas son desempeñadas, también es importante mencionar que en los últimos meses hemos notado un incremento en el empeño de celulares, tabletas, pantallas y hasta coches, aunque también son estos artículos los más demandados por tener fines escolares», dijo Gustavo Pinot.
Algunas de las recomendaciones antes de recurrir a un préstamo son, primeramente, encontrar un modelo que se adecúe a las necesidades de pago, comparar al menos tres instituciones prendarias antes de elegir a cuál entregarle los objetos de valor, revisar que las casas de empeño, incluyendo las instituciones de Asistencia Privada, tengan registrado su contrato de adhesión ante la Profeco y estén inscritas en el Registro Público de Casas de Empeño y una vez que se entregue la prenda, exigir el contrato o documento jurídico prendario, además de no firmar el contrato sin antes leer las cláusulas que establecen los plazos y servicios extra.

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