Que los partidos políticos cambien de imagen, nombre, valores, estatutos o principios no es nada nuevo y, menos, en una democracia. Si lo consideran necesario, para aumentar su competitividad frente a otras fuerzas hay que transformarse. La cuestión no es esa, sino hacia dónde se debe dirigir la nueva ruta.
En el viejo Frontón México, lugar en donde el Partido Acción Nacional realizó su asamblea constitutiva en 1939, la nueva generación de panistas, encabezados por Jorge Romero, su presidente, se anunció su refundación. Ni más, ni menos. Será más abierto, moderno y ciudadano, se dijo.
Quiere abrirle la puerta a la ciudadanía. ¿Estaba prohibido su acceso? Pretenden pasar de un partido de cuadros a uno de masas con el apoyo de la tecnología. Descargue la app y regístrese. Así de sencillo. Como pedir comida en una plataforma. Van a evaluar y medir qué tan competentes y competitivos son los aspirantes a cargos de elección de popular. ¿No lo hacían antes? Lo novedoso es que incorporen las encuestas como método, al igual que lo hace su principal rival. Pretender confirmar el relevo generacional. No se trata de que lleguen personas jóvenes, sino de que tengan lugar nuevas ideas con nuevos comportamientos. De poco ayuda que la edad promedio de candidatos y directivos partidistas disminuya si se mantienen prácticas del pasado. En fin, cero alianzas con otros partidos. Ya juntaron el agua con el aceite, y no salió nada bien. Ahora, dicen, que van solos, pero la realidad nacional-chilangocéntrica es distinta a lo que pasa en las entidades federativas y en los municipios, si no véase la reacción de la militancia panista neolonesa que ya había entablado pláticas con el PRI para las próximas elecciones ese estado norteño.
Aunque se ha dicho que el PAN cambió su lema, no es así. Al menos, hasta ahora. En el artículo 6 de sus estatutos se señala que este es: “Por una patria ordenada y generosa y una vida mejor y más digna para todos”. “Patria, familia y libertad”, es su esolgan. Una frase publicitaria, como si fuera una pasta de dientes, un refresco o unas frituras.
Pero sí ha llamado la atención, tanto que una parte de las reflexiones en torno a su relanzamiento se han centrado en lo que esas tres palabras hacen pensar: un giro o, mejor dicho, desplazamiento hacia la derecha o hacia la ultra derecha. En la época del Duce, esa triada era común en el país de la bota, y su versión portuguesa Deus, pátria e família fue parte de la ideología António de Oliveira Salazar y su Estado Novo.
En un contexto de incremento de movimientos y partidos que adoptan esas ideas en el mundo, que la principal organización partidista opositora en México los haga propios, sí es para sentarse y preguntar en voz alta: ¿qué es lo que quieren lograr?
Con todo, la deliberación sobre el PAN y la oposición política en el país, es saludable. Parece ser que ya se dieron cuenta que haciendo lo mismo no tendrían resultados diferentes.
Si algo es incompatible con una democracia es la ausencia de partidos que se disputen realmente el poder. Si el PAN logra presentarse como una opción con posibilidades sustantivas de triunfo en las elecciones, el partido mayoritario y los gobiernos que de él han emanado deberán hacer mejor las cosas.
 







